El otro día mi novia descubrió mi vieja enciclopedia de la Segunda Guerra Mundial de Salvat y me preguntó si la había leído entera. "Claro que sí, varias veces", le contesté. Y es que hasta hace pocos años la única forma de leer algo sobre este tema era poseer alguna enciclopedia. Hace ocho años, cuando internet era una novedad, yo navegaba por la página de Amazon y veía con envidia cuantos libros interesantes, de historiadores rigurosos, se editaban en Estados Unidos sobre la contienda. Creía que jamás verían la luz en España, pero afortunadamente me equivocaba. De un tiempo a esta parte se han puesto de moda estos estudios y los de algunos autores, como Anthony Beevor, son auténticos best-sellers (veánse sus magníficos "Stalingrado" y "Berlín, la caída").
La editorial Crítica publicó el año pasado el excelente y estremecedor estudio sobre Auschwitz de Laurence Rees, convertido también en documental, al igual que el libro que acabo de leer de un tirón "Los verdugos y las víctimas", basado en entrevistas a personas con experiencias (muchas de ellas traumáticas) en la Segunda Guerra Mundial. Muchos de los llamados verdugos permanecen con la conciencia tranquila viviendo vidas idílicas, ya sea un piloto de bombardero americano o un antiguo miembro de las SS. Las víctimas lo tienen mucho más complicado. También se recogen casos más curiosos como el del japonés Onoda, que permaneció treinta años tras la derrota de su país oculto en la jungla de una isla filipina en pie de guerra, negándose a aceptar que su país había sido vencido.
La pregunta que intenta responder Laurence Rees tiene difícil respuesta: ¿cómo es posible que hubiera seres humanos capaces de cometer tales atrocidades? Y es que las entrevistas abundan en lo peor de nuestra especie: matanza de mujeres y niños, bombardeos indiscriminados, experimentos médicos, sadismo extremo...
Quizá la mejor explicación nos la de un superviviente del campo de Sobibor, recogido en este recomendabilísimo libro:
"La gente me preguntaba: ¿qué has aprendido? Yo sólo sé una cosa: que nadie conoce a su prójimo. Encuentras a una persona muy simpática en la calle, le preguntas por una dirección concreta y te acompaña media manzana para indicártelo, se comporta con amabilidad. Esa misma persona, en una situación diferente, podría ser un sádico de la peor especie. Nadie conoce a nadie. Cualquiera puede ser bueno o malo, según la situación . A veces, cuando estoy con alguien que se porta con mucha amabilidad, me pregunto: ¿cómo habría sido este sujeto en Sobibor?"
Efectivamente podemos ser unas personas amabilísimas de común, pero cunado surge de pronto el líder, la disciplina, el grupo, el uniforme y la insignia y cuando una crisis profunda (y de valores) deja en el paro y la escasez a centenares de miles individuos, que suelen encontrar amparo en esa idea autocrática, reduccionista y fanática... entonces surge de manera fácil el autoritarismo, la falta de libertades y la violencia.
ResponderEliminar¿una salida de futuro para esa masa desconcertada?
En la película "La Ola" del alemán Dennis Gansel se muestra magníficamente este proceso hacia el fascismo de una manera tan natural que incluso asusta. Aquí se puede ver el trailer:
http://es.youtube.com/watch?v=QoFk9aJsHsE
Tengo ganas de ver "La ola" ¿la has visto ya? ¿qué te ha parecido? El trailer es interesante.
ResponderEliminarEs una gran película, Miguel. Bien dirigida, bien interpretada... con un excelente guión. Y además, muy visual y entretenida. qué más se le puede pedir a una peli?
ResponderEliminarLa tengo grabada con buena calidad, el próximo miércoles de tertulia te la llevo. Aunque se la puedes encargar al burrito. Prueba en esta web: http://www.elrincondejesus.com/
Bien, pues probaremos a verla, muchas gracias.
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