
Un libro un tanto insólito en la producción de Dostoievski, que poco tiene que ver con otros libros que he leído de él como "El jugador", "Crimen y castigo" o "Los hermanos Karamazov". Escrito en primera persona por un desgraciado funcionario de ínfima categoría se dedica a desgranar sus males, su complejo de inferioridad, pero a la vez, al ser consciente de ello, se siente secretamente superior a los demás, por lo que le atormenta aún más su situación miserable.
De todas maneras, si hay que juzgar el libro, hay que dividirlo en dos partes: la primera es todo un tratado filosófico de lectura bastante exigente, donde el protagonista desgrana su visión del mundo y la segunda, que cuenta una reunión con antiguos compañeros de clase. Aquí su actuación resulta totalmente insólita y fuera de lugar, aunque él intenta justificarse ante nosotros, los lectores, que somos los únicos que le importamos. La única posibilidad de redención, la que le ofrece una joven prostituta a la que intenta llevar por el buen camino, es desperdiciada de manera brusca. Y he aquí el estado en el que acaba, lo que consigue: "...más muerto que vivo por el dolor del alma que me embargaba. Jamás padecí más sufrimiento y más remordimiento que entonces..." Y es que los personajes del siglo XIX en muchas ocasiones eran sujetos a pasiones extremas, pero pocos tan singulares como este funcionario sin nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario