Aunque estaba reconocido como un director extraordinario, no fue hasta el estreno de La lista de Schindler que crítica y público se rindieron ante el arte sublime de Spielberg. Según nos recuerda Arturo Lozano en su estudio de esta película, el Holocausto es una tragedia irrepresentable. Se trataba de una matanza industrial y organizada para tratar de no dejar huellas, un matrimonio perverso entre horror y tecnología que ilustra a la perfección hasta donde llegó la inhumanidad en el siglo XX. Rodada en un poderoso blanco y negro, la película se centra en la vida de Oscar Schindler, un personaje absolutamente imperfecto, un hombre de negocios tunante, mujeriego y muy espabilado que no obstante supo establecer unos límites morales cuando tuvo conocimiento de la verdadera dimensión de lo que estaba sucediendo. Mención especial merece Ralph Fiennes por su composición del monstruoso Amon Goeth, un psicópata asesino que se encuentra en su ambiente dirigiendo el campo de Plaszow. Hay que recordar en todo momento que no nos encontramos ante un documental, sino ante una obra de ficción que adapta una novela basada en hechos reales, por lo que el director puede tomarse todas la licencias narrativas que precise, incluyendo que los personajes hablen en inglés en vez de en alemán (aunque hay alguna escena especialmente violenta en la que los verdugos nazis se expresan en su idioma). Narrativamente La lista de Schindler es una obra impresionante, repleta de momentos icónicos y quizá la visión que ha quedado a nivel popular de uno de los episodios más infames de la historia.
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