"El matrimonio es un modo de manifestación. Absorbe el desorden y lo manifiesta como orden. Reúne cosas distintas y las convierte en una sola. Recibe caos, diversidad y confusión y los convierte en forma."
Así pues, Despojos, se convierte en la crónica descarnada de un sufrimiento íntimo que se materializa también frente a los demás, puesto que su situación frente a las amistades y el resto de las parejas conocidas se ha deteriorado. Además, están las dos niñas, seres inocentes que no comprenden la nueva situación e intentan tímidamente reconciliar a sus padres y que todo vuelva a ser lo que era. Mientras tanto la narradora experimenta una situación psicológica extraña, una especie de expulsión del universo femenino que ya iba notando dentro de su matrimonio. Y eso convierte su ira en algo absolutamente irracional, pues acaba identificándose con el personaje mitológico de Clitemnestra, que mató a su marido Agamenón a su vuelta de la guerra de Troya.
Al final la protagonista no tiene más remedio que conocer a otros hombres, pero lo hace de manera apática, sin ilusión. Parece como si algo muy básico dentro de ella se hubiera roto y fuera incapaz de recomponerlo: odia el matrimonio, pero también sufre intensamente su soledad y su lo que considera un fracaso vital, aunque el libro acaba con una esperanza de recomposición, una vuelta a sentirse viva. Resulta curioso que el último capítulo se escriba desde el punto de vista de un ser aún más desgraciado que ella y que esta muchacha sea capaz también de encontrar su camino frente a un pasado violento y trágico.
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