viernes, 23 de agosto de 2024

EL DÍA QUE EL EMPERADOR MATÓ UN RINOCERONTE (2015), DE JERRY TONER. PARA ENTENDER EL CIRCO ROMANO.

Uno de los aspectos más llamativos del Imperio Romano es la organización de sus juegos en anfiteatros y circos situados por toda la geografía del Mediterráneo, aunque los principales se daban en Roma, patrocinados en muchas ocasiones por el mismo emperador. Toner comienza su libro con el caso de Cómodo, el emperador con alma de gladiador que participó activamente en los juegos ofreciendo espectáculos de caza de animales (rinoceronte incluido) y luchando personalmente como gladiador, aunque en circunstancias muy diferentes a las retratadas en la película de Ridley Scott. Los juegos eran un espectáculo tan siniestro como fascinante. Requerían una organización muy estricta, empezando por la caza de los numerosos animales que formaban parte del espectáculo y por la formación de los cientos de gladiadores que poblaban las distintas escuelas existentes en Roma. 

Para el ciudadano occidental contemporáneo los juegos representan una verdadera barbarie sádica que reflejaban la fascinación del ciudadano romano por la sangre y la muerte, aunque tampoco hay que olvidar la inmensa popularidad de las carreras de cuadrigas, cuyo recinto en Roma podía albergar a un cuarto de la población. Pero para los romanos eran un elemento fundamental de su vida cotidiana y los consideraban un factor de civilización, ya que se trataba de violencia organizada a la mayor gloria de las tradiciones militares y conquistadoras de los dueños del mundo conocido en aquel entonces. Además, la masa de población ociosa que vivía en Roma y en otras ciudades exigía entretenimiento (el famoso pan y circo) para dar sabor a su existencia:

"Pero una de las razones de la popularidad de los juegos era el alto valor que los romanos concedían al ocio. En latín, la palabra otium era la primera en el orden conceptual frente a su opuesto, el trabajo, que se denominaba como «no ocio», o lo que es lo mismo, negotium. Cierto autor afirmaba en una carta que al pueblo romano le preocupaban por encima de todo dos cosas, el abastecimiento de trigo y los juegos, pero de lo que más se preocupaba era de la segunda. Esto a nosotros podría parecernos contrario al sentido común. Pensaríamos que la gente se preocupa más de la comida que del entretenimiento. El autor, Frontón, era un miembro de las clases altas y acomodadas y podría haberlo malinterpretado. Pero lo cierto es que la mayoría de los emperadores parecen haber creído que el circo era, cuando menos, tan importante como el pan, y gastaron generosas sumas en ambas cosas. Tener dinero para disfrutar de caros entretenimientos era lo que caracterizaba a los ricos. A los romanos de a pie les gustaba participar de esa forma de vida ociosa, y los juegos eran el medio para permitírselo."

El libro de Jerry Toner supone un intento de interpretación de los juegos que va más allá de la tradicional calificación de los mismos como violencia bárbara y gratuita. Se trata de una lectura muy placentera, repleta de anécdotas y de acontecimientos históricos que nos acerca con minuciosidad a un espectáculo que conocemos sobre todo por las numerosas representaciones que ha realizado Hollywood del mismo. Aquí se retratan tanto a los protagonistas del espectáculo - gladiadores, condenados y fieras - como a quienes se encontraban detrás de los mismos, los empresarios que los organizaban y, como no podía ser de otra manera, al público que asistía entusiasmado al anfiteatro o al circo. Una historia fascinante y que ofrece aspectos inéditos que resultan muy interesantes para el lector.

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