Lo primero que hay que decir de la nueva película de Alex Garland es que me ha producido una gran decepción respecto a las expectativas que tenía puestas en ella. Se trata del retrato de un futuro muy cercano, distópico, en el que se ha producido un levantamiento en ciertos Estados de Estados Unidos que han producido una terrible Guerra Civil. No se nos muestra el comienzo de la misma, ni siquiera las causas, las motivaciones. El espectador simplemente va a seguir a un grupo de reporteros que pretende atravesar el frente y llegar a Washington para realizar una última entrevista al presidente antes de que su gobierno caiga, puesto que la capital se halla ya prácticamente cercada por las fuerzas secesionistas. El problema es que todas estas decisiones de ofrecer poca información tomadas por el director derivan en un relato poco creíble y nada dramático. El conflicto que contemplamos en el seno del país más poderoso del mundo parece una guerra propia del tercer mundo y tampoco sabemos cómo es posible que un ejército como el estadounidense sea incapaz de contener a una tropa de rebeldes ¿se han pasado todos al enemigo? ¿por qué? La batalla final en un Washington iluminado como si se esperara una visita diplomática en vez de al enemigo resulta francamente decepcionante y el final en la Casa Blanca bastante ridículo. Civil War es una oportunidad perdida de reflexionar sobre la extrema división política y social que atenaza en el presente a los Estados Unidos y no ofrece más que un relato bélico efectista y muy poco efectivo.
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