Esta es la tarea que se proponen los distintos cinéfilos que conversan en este famoso libro que se ha convertido en un título de culto para muchos. El diálogo se produce entre finales de los noventa y principios de los dos mil, por lo que ya se han consolidado formatos domésticos que permiten acceder a filmografías de otros países y acercarse a títulos que no pueden verse habitualmente en salas cinematográficas. Además, los aficionados empiezan a utilizar un medio nuevo que les permite comunicarse al instante, internet y van siendo conscientes de que el acceso a películas en salas es una mínima parte del cine que se mueve a nivel mundial y que hasta entonces solo podía contemplarse en festivales. El cine no es algo estático, con una progresión permanente, sino un arte en permanente mudanza, como nos recuerda en el prólogo Pere Portabella:
"La imagen fílmica está sometida hoy a un proceso de mutación que afecta no solo a la producción, la distribución y la comercialización de cada película, sino a su propia naturaleza fílmica. Esta se halla ya en un estado "permanente de mudanza" desde un restrictivo y cerrado círculo viciado amparado aún por las grandes industrias cinematográficas, pero en plena decadencia."
Por lo demás Mutaciones del cine contemporáneo es un verdadero manifiesto para que el aficionado vaya más allá del relato cinematográfico tradicional al que estamos acostumbrados en occidente y se acerque a otras cinematografías y a otros lenguajes expresados por la cámara de cine. Actualmente esto es todavía más fácil: las plataformas y el inmenso desarrollo de internet nos permiten acercarnos prácticamente a cualquier obra cinematográfica y a cantidades ingentes de información sobre las mismas. Y, por supuesto, el cine sigue igualmente mutando en la actualidad, por mucho que el reinado del estilo de Hollywood permanezca.
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