domingo, 26 de mayo de 2024

ESPAÑA (2023), DE MICHAEL REID. LUCES Y SOMBRAS DE NUESTRO PAÍS.

Resulta curioso que los mejores libros de historia de nuestro país - y éste se inscribe en dicha tradición, por mucho que trate la historia actual - hayan sido escritos por extranjeros, preferentemente por estudiosos británicos enamorados de nuestra forma de vida. Quizá esto se deba a que nuestra historia del último siglo, la que abarca la Guerra Civil, el franquismo y la transición, esté todavía dominada por pasiones que impiden ser completamente objetivo al respecto. En cualquier caso también en España hay excelentes historiadores como Ángel Viñas o Julián Casanova que tratan de explicar nuestro país desde dentro.

Una de las características de la nación española es la falta de uniformidad nacional, el afán de distinción y singularidad que caracteriza a las distintas Comunidades Autónomas en las que se conforma. A diferencia de Francia, aquí han proliferado los nacionalismos que inventan buena parte de su historia para justificar sus presuntos hechos diferenciales, lo que en los últimos años ha vuelto a tensionar las frágiles texturas del Estado desde Cataluña. Esto se debe en parte a que no se consiguió construir una nación coherente en un siglo XIX lleno de conflictos entre tradicionalistas y liberales y pequeñas guerras civiles. Estas divisiones entre españoles derivaron en el conflicto del 36, donde se impuso la versión más negra y ultracatólica de la nación justificándose en la necesidad de orden y unidad. Fue casi milagroso que nuestro periodo de transición fuera relativamente pacífico y que desde entonces la democracia haya aguantado razonablemente bien durante cuarenta años:

"Visto dentro del contexto de los últimos dos siglos, el pacto de la Transición fue un éxito histórico. Si algún espíritu lo guio, ese tuvo que ser el de Manuel Azaña y su ideal de una España liberal capaz de aceptar su diversidad: una patria de la ciudadanía y del Estado de derecho. Bajo esos espectrales auspicios, España se desunció por fin del yugo de siglos con el que el catolicismo nacional había sujetado tanto la vida política como la moral pública: el país se integró en la corriente mayoritaria de la Europa occidental y su sociedad se modernizó a una velocidad torrencial. Es un pacto que, más de cuarenta años después, precisa de reformas, sí, pero no de derogación, como Podemos, o el independentismo catalán o vasco, o Vox proponen."

Porque, aunque fuera durante pocos años, España posee una tradición Republicana representada por un gran reformista como Azaña, cuyo trágico final resume los de muchos sueños racionales de algunos de nuestros gobernantes pretéritos. La democracia española actual no ha fracaso pero, sin embargo, para muchos ciudadanos, sobre todo los más jóvenes, no es percibida como un régimen que se ocupe de sus problemas. Reid afirma que el mayor de nuestros problemas en la actualidad es la brecha generacional: mientras las pensiones de los más mayores están absolutamente garantizadas, los ciudadanos más jóvenes se enfrentan a una formación de no mucho nivel, cuya legislación va cambiando con los distintos cambios de gobierno, a trabajos precarios y al inmenso problema de la vivienda, que deriva de la falta de construcción de viviendas públicas en nuestro país. 

Atenazada en los últimos años por profundas divisiones políticas, por crisis económicas brutales, por pandemias y por la influencia del clima bélico en Europa, nuestro país afronta un futuro incierto con el problema de la deuda todavía sin resolver y con la eterna dependencia de un sector turístico cuyo gran éxito comienza a ser un problema para los habitantes de muchos pueblos y ciudades. Aunque mucha de la información que ofrece es ya más que conocida para cualquiera que haya seguido nuestra actualidad de la última década, España es interesante por ofrecer la mirada objetiva de un corresponsal extranjero vivamente interesado en nuestra realidad nacional. 

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