A finales del siglo XIX la vida rural en Inglaterra seguía siendo muy dura para el campesinado, sobre todo para los habitantes de la empobrecida Wessex (región inventada por Thomas Hardy), así que cuando John Durbeyfield, el padre de la protagonista, se entera por casualidad de que es descendiente de una familia noble empobrecida, los D´Urberville, se ilusiona imaginando que su situación va a cambiar. Ilusión efímera, pero que al menos sirve al borrachuzo John para colocar a su hija mayor al servicio de la familia que compró hace tiempo el apellido para darse ínfulas de nobleza. Allí es donde Tess sufrirá su violación por parte del libertino Alec, un ser despreciable pero a la vez tentador (en este sentido el momento de la fresa ofrecida de mano del diablo es metáfora de la perdición de la protagonista): da a Tess la posibilidad nada menos que sacarla para siempre de la pobreza.
La auténtica tragedia de la protagonista comenzará cuando se case con Angel, el hijo de un predicador, que bajo la fachada de hombre liberal y sencillo esconde a un ser brutalmente tradicional y conservador. Cuando conozca el pasado de Tess de labios de su esposa, se mostrará incapaz de consumar el matrimonio e iniciará una separación que va a desembocar en una auténtica tragedia. Así la vida de Tess va a estar marcada por dos hombres de talante opuesto, pero con la misma actitud de desprecio al sexo femenino, el uno por verlo como un cuerpo disfrutable y poco más y el otro por esperar de su mujer una pureza irreal, aunque la presunta falta que ella le confiesa no haya sido culpa suya.
La novela de Hardy es magnífica y, además de su bien dibujados personajes, ofrece una completa panorámica de la vida en la Inglaterra rural del siglo XIX, un mundo en el que el trabajo con las manos y el deslomarse a diario para ganar el pan siguen siendo la pauta, pero en el que empiezan a ser comunes las máquinas a vapor - feas y ruidosas - que acompañan frecuentemente las labores de recogida, haciéndolas más duras si cabe.
La adaptación cinematográfica de Polanski recoge por completo el espíritu de la novela, siendo muy fiel al argumento de la misma. Destacan la fotografía y la labor de sus intérpretes, sobre todo de una Nastassja Kinski, una Tess inolvidable y en la que podemos reconocer plenamente a la imaginada por Hardy.
Tess solo es portadora de su condición de víctima, mientras que sus amantes representan el absurdo de los prejuicios de la sociedad victoriana. Ahora no recuerdo que famoso escritor dijo que después de leer esta novela "quiso casarse con una moza de lechería". Claro, así enmendaría las malas obras de los dos antihéroes que convierten a Tess en víctima...
ResponderEliminarDesde luego, es cierto que Tess es la víctima perfecta y Hardy lo relata de manera magistral.
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