sábado, 10 de marzo de 2018

EL GATOPARDO (1958), DE GIUSEPPE TOMASI DI LAMPEDUSA Y DE LUCHINO VISCONTI (1963). EL ESPLENDOR DE LA DECADENCIA.

El de Lampedusa es uno de los casos más insólitos de la historia de la literatura. Siendo un perfecto desconocido y ya en el umbral de la muerte, entregó un manuscrito que había de ser publicado hasta un año después de su fallecimiento y por un editor distinto al que el escritor pretendió originariamente. En cualquier caso, El gatopardo fue un éxito casi inmediato, una obra maestra que gozó de un insólito reconocimiento popular y de la que muy pronto se realizó una adaptación cinematográfica que ha quedado como una de las mejores películas de la historia. El pobre Lampedusa, un hombre descendiente del esplendor de la nobleza siciliana, siempre fue un intelectual discreto: nadie habría dicho que dedicaría parte de su madurez a concebir un milagroso clásico instantáneo.

Quizá las iniciales dificultades para su publicación se debieron a la moda del momento de impregnar de sesgo ideológico izquierdista las novelas. Una narración no era válida si no era un instrumento de emancipación de la clase obrera o de denuncia de las condiciones de pobreza de los desheredados. Y El gatopardo no tiene nada de eso: se trata de una evocación casi nostálgica de un mundo que ya no existe y su transformación, lenta pero segura, en otro muy distinto, pero que en el fondo va a seguir dejando el poder y el dinero a unos pocos elegidos: todo va a cambiar para que todo siga igual.

El gran protagonista de la novela es el príncipe Fabrizio, heredero del patrimonio de la antigua familia Salina, una de las más poderosas - en un sentido casi feudal - de la isla de Sicilia. Cuando comienza la novela, con un Frabrizio ya maduro, éste ya se ha dado cuenta de que la forma de vida de sus antepasados está en decadencia: Garibaldi acaba de desembarcar en la isla y ha comenzado lo que muchos esperan que sea una revolución emancipadora para los de abajo y otros - los más inteligentes o menos escrupulosos -  sienten como la oportunidad de hacerse con los privilegios y propiedades de la nobleza para fundar nuevas y poderosas dinastías. El representante más obvio de esta tendencia es don Calogero, un hombre de orígenes humildísimos, cuyo talento natural para bregar e ir acumulando una gran fortuna al albur de los acontecimientos y convertirse en un mediador entre la antigua nobleza y los nuevos gobernantes de Italia.

Pero quizá el personaje más inteligente de todos sea el de Tancredi, el sobrino de don Frabrizio, un joven inteligente y audaz, que comprende enseguida que la situación exige una alianza con el vencedor y desde primera hora lucha junto a las tropas de Garibaldi, tratando así de proteger los intereses de su familia, así como los suyos propios: su matrimonio con la bella hija de don Calogero va a suponer simbólicamente la unión de lo antiguo y lo nuevo que va a permitir que las cosas parezcan cambiar para que al final todo siga igual. No obstante, el orgullo de las antiguas familias permanece. Aunque tengan que empezar a relacionarse con arribistas, el sentimiento de superioridad queda intacto:

"Nosotros somos leopardos y leones, quienes tomarán nuestro lugar serán hienas y chacales. Pero los leones, leopardos y ovejas seguiremos considerándonos como la sal de la tierra."

Junto a la decadencia de su familia, don Frabrizio tiene tiempo de reflexionar sobre la decadencia propia, acerca del sentido de su vida y de su posición en el nuevo mundo, una realidad en la que debe sufrir humillaciones tan indignantes para sí mismo como inapreciables para el común de los mortales. No obstante, de algo sí que está seguro: Sicilia jamás progresará al ritmo del resto del país. El Sur es un país anquilosado, pagado de sí mismo y demasiado orgulloso de su pasado y su presente como para pensar en cambios:

"(...) los Sicilianos jamás querrán mejorar por la sencilla razón de que se creen perfectos; en ellos la vanidad es más fuerte que la miseria; toda intromisión de extraños (...) es un ataque contra el sueño de perfección en que se hallan sumidos, una amenaza contra la calma satisfecha con que aguardan la nada. (...) La razón de esa diferencia debe buscarse en el sentimiento de superioridad que brilla en la mirada de cualquier Siciliano, y que nosotros llamamos orgullo pero en realidad es ceguera."

La adaptación que realizó Visconti recoge fielmente el espíritu de la novela, basándose en una puesta en escena fastuosa y en una elección de reparto realmente acertada. Quizá el único pero que cabría ponerle a la película es la escena de la toma de Palermo por las tropas garibaldina, tan artificiosa y poco realista que resulta un poco ridíciula vista hoy día, pero este pequeño escollo no obsta para que el resto del conjunto conforme una auténtica obra maestra que hace justicia al maravilloso texto en el que se basa.

3 comentarios:

  1. Leí un resumen del libro en Selecciones RD y quedé impresionado. Pero lo que más me llama la atención es la historia del propio escritor. nunca supo que habíia escrito un clásico universal. ¡Dios mío, no permitas que a nosotros nos pase algo parecido!
    Muy buena tu reseña. ahora me animo más a ver la película

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  2. Ahhh...Te esxcribo desde www.togrero-literario.blogspot.com

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  3. Por supuesto, la película es un complemento imprencindible a la novela de Lampedusa. Un fuerte abrazo.

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