miércoles, 12 de octubre de 2016

LISIS (S. IV A.C.), DE PLATÓN. LA FILOSOFÍA DE LA AMISTAD.

La amistad es uno de esos conceptos, como el amor, cuya auténtica naturaleza se nos puede escapar. Filósofos de todas las épocas han intentado establecer sus definiciones y describir el concepto, pero siempre queda una pequeña parte de irracionalidad, algo humano, demasiado humano, que no puede ser completamente teorizado. Podría decirse que de la amistad ambas partes sacan beneficios mutuos, pero en demasiadas ocasiones no es así. Se me ocurre ahora evocar la hermosa amistad que se reflejaba en El secreto de sus ojos entre el protagonista y el amigo alcohólico: el personaje que interpretaba Ricardo Darín siempre estaba allí para sacarle las castañas del fuego y ofrecerle consuelo, fuera cual fuera el comportamiento de aquel.

La forma en la que Platón aborda el tema de la amistad tiene que ver con su habitual técnica filosófica de alcanzar la verdad mediante el diálogo con diversos interlocutores. En primer lugar, está claro que la amistad, al igual que el amor, es cosa de dos. Si alguien se siente amigo de otro, pero ese otro no corresponde esos sentimientos, no podemos hablar más que de un deseo insatisfecho. Y es el concepto de deseo una de las claves del tema que estamos abordando. Aquí el deseo no tiene que ver con la belleza del cuerpo, sino con la del alma. El amigo nos va a ayudar a satisfacer una necesidad más o menos perentoria: de compañía, de conversación, de compartir gustos afines. Pueden surgir amistades inquebrantables de las situaciones más difíciles (una guerra, por ejemplo), pero después irse evaporando al cambiar la situación en la que aquella surgió. Las amistades más firmes son las que se sostienen con intereses mutuos, puesto que el deleite que proporciona cualquier conversación será mayor.

Así pues, es difícil hablar de amistades desinteresadas, puesto que, aunque sea inconscientemente, todos esperan sacar algo de esta experiencia. Es curioso que el diálogo platónico quede a medias, puesto que en ningún momento se logra una definición completa de este sentimiento. Lisis puede resultar en ocasiones un tanto enrevesado, pero esta característica no hace sino provocar mayor fascinación e interés en el lector, que asiste a un diálogo producido hace veinticinco siglos entre un hombre maduro y unos jóvenes que hacen filósofía planteándose mutuamente preguntas que a veces no cuentan con una respuesta clara y absoluta. El de amistad es uno de esos conceptos que difícilmente pueden ser descritos. Más bien tienen que ser vividos, por lo que conviene que cada uno de nosotros establezca sus propios diálogos con las personas más cercanas al respecto.

2 comentarios:

  1. Me ha motivado sobremanera este tema de la Amistad. Transcribo aquí un breve párrafo referido a la amistad,que explica uno de los personajes de mi novela "El Fulanito":"La amistad es en substancia lo que nos hace más sólidos, más estoicos y benevolentes.Con seguridad elegimos al amigo quizá por analogía. Porque lo sentimos nuestro gemelo espiritual.Según mis hijas, nuestros amigos son una forma egoísta de proyectarnos. No es que amamos a la persona del otro, sino que nos amamos a nosotros mismos en un infinito juego de espejos" .

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  2. "El amigo nos va a ayudar a satisfacer una necesidad más o menos perentoria: de compañía, de conversación, de compartir gustos afines"

    Platón en su diálogo se muestra incluso más concreto, hablando de que debe existir una cierta desigualdad complementaria entre los amigos, a fin de que las prestaciones tengan algún valor. No me parece la idea moderna de amistad, que se basa más en la confianza. Todo individuo debe preservar su propia privacidad que es la que determina su existencia, pero al mismo tiempo requiere el apoyo mutuo de quienes, a su vez, considera inicialmente una amenaza a su propia existencia (los demás). La amistad es una especie de milagro en la cual la amenaza deja de ser amenaza al establecerse la confianza. La confianza no tienen nada que ver con prestaciones recibidas, sino con marcadores de conducta: actos inequívocos que demuestran la benevolencia ajena. Este criterio es mejor que el de prestaciones (y mucho mejor que la idea de amistad bilateral que parece favorecer Platón) porque permitiría que la amistad se extendiera casi infinitamente. Lo que ocurre es que exigiría una cultura muy sofisticada a nivel psicológico.

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