El cerebro es el órgano que nos hace humanos, el instrumento a través del cual interpretamos el mundo exterior e interactuamos con los demás. Lo que Francisco Mora propone en este ensayo es verdaderamente revolucionario: un nuevo modelo cultural para la especie humana basado en el conocimiento de las pautas de actuación cerebrales. Aunque todavía queda mucho por descubrir, los científicos van desentrañando poco a poco los complejísimos misterios del funcionamiento neurológico, por ejemplo nuestra percepción de los objetos que nos rodean y la tendencia a generalizarlos, para no tener que volver a aprender la definición y el funcionamiento de algo ligeramente distinto cada vez que lo miramos (aprendiendo lo que es un bolígrafo, identificaremos como bolígrafo objetos muy variados pero que tienen unos elementos comunes que nuestro cerebro reconoce en milésimas de segundo).
Algunos pensadores opinan que establecer un mapa completo del cerebro y su funcionamiento va a restar encanto y misterio a la existencia humana. En realidad, como bien sabemos, los nuevos descubrimientos científicos normalmente van generando nuevas preguntas y nuevos retos. Además, la neurocultura puede ayudar a racionalizar muchas de las actividades a las que otorgamos mayor importancia. Sin ir más lejos, podría ser fundamental para la ciencia del derecho del futuro: conociendo, con todas las garantías legales, si alguien está mintiendo o no ante un tribunal o si la persona que ha cometido un crimen sufre de algún mal neurológico que matice su responsabilidad. Todos estos planteamientos chocan con la idea de ética, con la protección del pensamiento más íntimo de las personas e incluso con el derecho de defensa. Pero poco a poco esto se irá integrando en nuestros sistemas legales salvaguardando las garantías más elementales, a pesar de que la administración de justicia tradicionalmente ha sido muy prudente y lenta a la hora de aplicar los avances científicos (como sucedió en su día con la prueba de ADN). También será un hecho revolucionario definir los mecanismos que nos hacen creer en un ser supremo, que Mora define como una parte erradicable de la naturaleza humana ("Yo confío en que los conocimientos futuros sobre el cerebro humano lleven a una religión con una nueva mirada y una nueva libertad y ello, a su vez, lleve a una religión que termine siendo lo que ya en mucha gente es, una actitud restringida al ámbito más absolutamente personal").
A pesar de todo, hay algo muy inquietante en esta nueva realidad. Cuando seamos capaces de dibujar un mapa completo del cerebro ¿podremos definir lo que es la normalidad mental?:
"(...) Esto nos empujará a redefinir lo que debemos entender por "normal" basándolo, esta vez, no tanto en la conducta y la psicología como sobre parámetros medibles y objetivos del funcionamiento del cerebro. Cuando ello se alcance, posiblemente con la disponibilidad de nuevas tecnologías de registro e imagen cerebral, ¿cómo vamos a operar socialmente ante toda esa amalgama de seres humanos "normales" o "anormales" que violan y deshumanizan lo humano? ¿Nueva medicina, nueva política, nueva jurisprudencia, nuevo derecho o nueva sociedad?"
Pensemos en lo que conlleva el desarrollo de esta nueva ciencia: se podrán a llegar a desarrollar fármacos que potencien ciertas cualidades de nuestro cerebro: la inteligencia, la memoria. Se podrán suprimir recuerdos dolorosos, borrar la timidez e incrementar las emociones más positivas, las que nos hacen triunfar socialmente. ¿Al final serán los más ricos los que tengan acceso a estos fármacos, diferenciándose para siempre del resto de los seres humanos? Cuestiones apasionantes que sólo pueden ser resueltas a través de una nueva ética que considere a la humanidad en su conjunto. Porque, por muy sofisticados que queramos llegar a ser, los instintos que hemos heredado de nuestros antepasados más primitivos siguen ahí, previniéndonos contra la diferencia, contra los miembros de tribus diferentes a la nuestra. Neurocultura debe significar actuar en favor de toda la raza humana, no la creación de nuevas diferencias que conlleven la creación de muros infranqueables entre los hombres privilegiados, que tienen acceso a los nuevos conocimientos y el resto. En cualquier caso, nuestros cerebros están programados para la vida en común, para la cooperación.
Muy interesante Miguel,mientras te leía sonaba un tema de Dorantes en mi pc de su último disco.No he leído el libro que comentas y me pregunto qué papel le habrá otorgado el autor a las emociones.Incluso a algo más sutil incluso que la propia emoción , algo que llamaríamos vibración.Y me temo que nos colamos en la metafísica,o en la física cuántica que tb es
ResponderEliminarfísica. El tema da para mucho.
No hemos olvidado la cita en Nerja en el balconcito de Carabeo lo que pasa es que nos han dejado sin local hasta nueva orden.
Besos y saludos
Muy interesantes todos esos temas. Leí ya un libro del señor Mora. El interés actual por el estudio del cerebro es equivalente al interés de otras épocas por la teología. Al fin y al cabo, en el cerebro está todo lo que somos y todo lo que podemos ser.
ResponderEliminarComo no he leído el libro, del párrafo entresacado del profesor Mora, no me entero si cuando habla de "nueva religión" se refiere a la percepción de "seres inmateriales" reales o a otra cosa. Lo que está claro es que ya se sabe algo sobre el cerebro y fenómenos alucinatorios (esquizofrenia y esas cosas).
En cuanto a "límites éticos", hay una sola pauta que sirve: el fomento de la cooperación total entre los individuos pensantes. Todo lo que sirva para eso, es bueno, y lo que no, es malo.
¿Y en qué han de cooperar? Pues,por lo menos, en averiguar qué hacer con esa capacidad,cuando la tengan... Por el camino tendrán mucho que hacer...
Muy interesante el artículo.
ResponderEliminarBegoña: tampoco nosotros lo hemos olvidado, a ver si podemos hacerlo cuando haga un poco más de fresco. Espero que lo del local se resuelva pronto.
ResponderEliminarFrancisco: Totalmente de acuerdo en la fundamental importancia de la cooperación, es ese factor el único que nos puede hacer evolucionar como seres humanos. Acerca de la religión el profesor Mora solo da algunos apuntos, pero sus ideas van hacia una religión personal, sin normas que dicten lo que debe ser la conciencia de cada uno.
Rosario: Muchísimas gracias y un beso.