miércoles, 4 de mayo de 2011

LA MUERTE DE BIN LADEN.


Cuando presencié en directo, como tantos millones de ciudadanos, el derrumbamiento de las Torres Gemelas, pensé, no solo en la catástrofe inmediata que estaba sucediendo en Nueva York, sino también en las consecuencias terribles que se iban a derivar de todo ello.

Y acerté, lo cual no era muy difícil. Guerras, nuevos atentados indiscriminados... Diez años después seguimos más o menos en las mismas. La guerra contra el terrorismo es quizá la guerra más oscura de la historia, pues nadie tiene la menor idea (ni siquiera sus generales) de quien está ganando o perdiendo y de cuales pueden ser los próximos movientos del enemigo. La muerte de Bin Laden, cuya localización, no lo olvidemos, se logró mediantes torturas, tiene mucho más de simbólico que de decisivo. Desde el mismo 11 de septiembre Estados Unidos se conjuró para destruir a la cabeza visible de aquel golpe devastador. Ahora lo ha conseguido, pero la sensación es agridulce, porque esto no tiene nada que ver con el suicidio de Hitler en Berlin, que sí que puso fín a la Segunda Guerra Mundial en Europa.

Bin Laden en realidad seguramente ya no dirigía la organización Al Qaeda, era más bien el inspirador de las distintas células independientes que se mueven por todo el mundo, lo cual quiere decir que su muerte no va a cambiar nada. Me hacen mucha gracia los mensajes contradictorios que se lanzaban el lunes. Por un lado nos decían que el mundo era un lugar mucho más seguro sin Bin Laden y por otro que nos preparemos y extrememos las precauciones (¿cómo se extreman las precauciones en este caso?) para las posibles represalias.

En todo caso veo un poco obscena toda esa euforia de estadounidenses que salen a la calle a celebrar una muerte como si hubiesen ganado el Mundial de fútbol. Todas las opciones eran malas: si no se encontraba a Bin Laden, seguiría siendo un mito que burla al país más poderoso del mundo, si se le mataba, como ha sido el caso, se convertíría en un mártir y si se le capturaba vivo, cualquier juicio al que se le sometiera, constituiría una plataforma publicitaria única.

No creo que esta muerte sea decisiva en esta guerra soterrada que se lleva a cabo desde hace diez años. No hay que olvidar que provocar matanzas sigue siendo espantosamente fácil.

3 comentarios:

  1. Yo tampoco creo que sea decisiva esta muerte. Y por lo que estoy viendo, la manera como están informando y como se ha hecho desaparecer el cadáver sólo hace generar muchas dudas.

    Saludos

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  2. Hoy dice la prensa que Bin Laden seguía teniendo mucha importancia como director de Al Queda ¿Qué creer?

    Saludos.

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  3. La verdad es que me sorprendió que Obama matara a Osama. Yo había pensado que Ben Laden se había muerto de cáncer o algo por el estilo. En ese sentido, es bueno que el mito haya desaparecido.

    Atraparlo vivo hubiera sido mejor. Y exhibirlo en una jaula con un traje a rayas, como hicieron en Perú con el de "Sendero Luminoso", ¿quién se acuerda ya de él?

    En fin, ahora no creo que estemos peor que antes.

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