jueves, 24 de marzo de 2016

BATMAN V SUPERMAN: EL AMANECER DE LA JUSTICIA (2016), DE ZACK SNYDER. ABRAZANDO LA OSCURIDAD.

La invención de internet, a pesar de la piratería, ha supuesto para el cine formas nuevas e insospechadas de dar a conocer sus nuevos productos, de realizar campañas de publicidad originales e incluso de medir la expectación generada por un próximo estreno. Pero a veces estas campañas cometen excesos. Es lo que ha sucedido con Batman v Superman. Aunque parezca mentira, entre los trailers, los clips y las fotos de rodaje no era difícil construir el argumento entero de la película, algo que se ha confirmado al verla en pantalla grande. Y eso que dos horas y media de metraje podían haber dado para muchas sorpresas y giros inesperados en el argumento. Nada de eso hay en la nueva propuesta de un Snyder al que parece interesarle más llegar a las secuencias de acción pura y dura que ofrecer al espectador un guión medianamente coherente que le haga disfrutar de un espectáculo protagonizado por personajes bien trazados y con motivaciones racionales, dentro de la lógica, claro está, de un universo ficticio procedente de los cómics.

Como nos encontramos con una secuela de El hombre de acero, el Batman que vimos en la trilogía de Christopher Nolan no sirve, por lo que hay que presentar uno nuevo. Hay que decir que, obviando toda la polémica que generó su fichaje para esta película, Ben Affleck realiza un trabajo bastante solvente. Interpreta a un Batman ya muy maduro, hastiado de que su lucha contra el crimen apenas haya tenido repercusión en Gotham (aunque la haya salvado de su destrucción en más de una ocasión) y que empieza a adoptar métodos decididamente fascistas: este Batman marca con su símbolo a los criminales más aberrantes sabiendo que esto les supone una sentencia de muerte una vez que vayan a prisión. Además, sus métodos de pelea son mucho más directos de lo que estamos acostumbrados. Y también más brutales, más físicos. Tampoco parece preocuparle demasiado que sus acciones produzcan alguna que otra muerte entre sus enemigos. Un héroe más realista, mucho más acorde con lo que representaría un justiciero de esas características en un mundo como el nuestro, que parece vivir una etapa vital de decadencia, representada por la ruina de su mansión y su falta de amigos. Lo único que le queda es su fiel mayordomo Alfred, que se ha convertido en el único colaborador en su controvertida cruzada.

Y lo cierto es que la película comienza bastante bien, con un Bruce Wayne asistiendo desde la perspectiva humana a un enfrentamiento entre dioses que está destruyendo la ciudad de Metrópolis, incluyendo un rascacielos que pertenece a su compañía (en los anuncios publicitarios previos, ya nos han dejado claro que el coche que conduce Bruce es todo fiabilidad y potencia, pero respecto a los excesos publicitarios en nuestros días, eso sería para dedicarle un capítulo aparte). Luego se nos presenta el problema de un Superman que no acaba de encajar en nuestro mundo. A pesar de que todos los días salva a gente, existe una gran desconfianza en cuanto a sus auténticas motivaciones y un gran miedo a que algún día pueda usar su poder para atacar a la humanidad. Hasta aquí todo bien: hay un conflicto latente: la presencia de un ser casi divino que no puede ser controlado. Pero lo que podría haber sido una reflexión acerca del poder absoluto y los límites de la bondad (humana o extraterrestre), marcha pronto hacia otros derroteros, porque lo que de verdad quiere Snyder es lucirse en la gran pelea que tendrá lugar a partir de la mitad del filme. Que la trama tenga inmensos agujeros argumentales no parece importar demasiado, sobre todo cuando está llena de falsa grandiosidad y discursos vacíos por parte de todos sus personajes.

Otro de los grandes problemas de Batman v Superman es su villano. El Lex Luthor de Jesse Eisenberg cumple con la tradición cinematográfica del personaje de realizar planes tan megalómanos como absurdos. Y además, en esta ocasión, apenas nos podemos explicar cual es la motivación última de los mismos. Eisenberg intenta dar vida a una especie de multimillonario genial con rasgos psicopáticos, pero naufraga en el intento, aunque eso no tiene demasiada importancia si lo comparamos con el Doomsday que Snyder se saca de la manga, un monstruo mil veces visto que parece haber salido de los descartes de El señor de los anillos. Además la forma de rodar las batallas es indudablemente espectacular, pero confusa. Entre tanta lluvia y tanta oscuridad apenas podemos entrever qué está sucediendo realmente en la pantalla. También está Wonder Woman, una señora que pasaba por allí y que a veces es capaz de sonreir a cámara (algo imposible para Batman y Superman, impregnados por la gravedad de sus personajes), pero cuya presencia tampoco se explica en ningún momento. Todo se reduce a preparar al público para la próxima película de la Liga de la Justicia, presentando al resto de sus futuros componentes a través de un archivo de ordenador. Más confusión, imposible.

La única sorpresa que no habíamos visto todavía en los trailers llega al final de la cinta, y tampoco lo es tanto, pues ese argumento aparece también en la fallida Superman Returns, un intento anterior de revitalizar a un personaje que solo ha sido carismático cuando lo ha interpretado el añorado Christopher Reeve. Apenas hay rasgos de humor en Batman v Superman, algo que sería de agradecer como compensación a tanta gravedad y transcendencia y cuando lo hace aparece de la mano de Alfred (Jeremy Irons), el único capaz de contemplar toda esa situación desde un punto de vista irónico. Lástima que su participación en el filme sea una mera anécdota. 

La película de Snyder está suscitando tantos reparos que incluso ha puesto en peligro el rodaje de su secuela. Más allá de la inspiración en Frank Miller y Alex Ross, sus dos horas y media de duración dejan una sensación de esfuerzo baldío, de querer abarcar demasiado y no profundizar en nada. Los dos anuncios que una determinada compañía aérea ha realizado inspirándose en la película están mucho más inspirados que la película misma. Después de haber visionado esa maravilla que es la segunda temporada de Daredevil, quizá sea hora de decir que el futuro de los superhéroes está en las series.  

2 comentarios:

  1. Tengo poca experiencia en el seguimiento de las sagas de superhéroes, pero me llama la atención el hecho de que dos héroes dedicados a la lucha contra el mal luchen entre ellos, a la manera de los héroes homéricos. No encuentro en la reseña la justificación argumental de semejante malentendido...

    ResponderEliminar
  2. Bueno, es que no quería desvelar detalles de la trama en la reseña. Ya te contaré cuando nos veamos, los motivos de tan desafortunada enemistad. ¡Saludos!

    ResponderEliminar