lunes, 5 de octubre de 2009

EL SECRETO DE SUS OJOS (2009), DE JUAN JOSÉ CAMPANELLA. LA JUSTICIA COMO RELATO.


A veces vamos al cine simplemente a evadirnos un rato de la realidad. En otras ocasiones acudimos ciertamente esperanzados en que nos cuenten una buena historia que nos pueda hacer reflexionar. Pocas veces salimos deslumbrados de la sala oscura, sintiendo que acabamos de visionar una película que se convertirá pronto en un clásico. Y es que "El secreto de sus ojos" es un pequeño prodigio del cine argentino en el que se conjugan a la perfección todas sus piezas para fabricar un artefacto que funciona maravillosamente bien.

Uno de los grandes aciertos de la cinta es la maestría en la creación de ambientes. Asistimos a las vivencias de un grupo de funcionarios que realizan su labor profesional (o laburo) en un juzgado. Un mundo caótico de interminables expedientes, muy parecido a los juzgados españoles que todos conocemos. Pero pronto nos damos cuenta de que algo no funciona como debería. Ante un caso macabro de violación y asesinato, el secretario judicial Expósito advierte que se ha detenido y torturado a dos inocentes y, tras conocer al joven viudo, decide tomarse el descubrir al auténtico asesino como algo personal. En realidad conocemos a dos Expósitos: el Expósito maduro, que veinticinco años después de los hechos decide escribir una novela sobre los mismos y el Expósito en la flor de la vida, dotado de un innato sentido de la justicia y que cree descubrir al culpable a través de la mirada que muestra una foto. Una idea similar recorría la novela "Plenilunio", de Antonio Muñoz Molina, en la que el inspector protagonista buscaba al asesino a través de los ojos de las personas con las que se cruzaba por la calle.

Pero la película de Campanella no es solo un thriller criminal de aire sombrío, sino que combina magistralmente otros muchos temas que resultan tan auténticos como la misma vida: el amor casi sin palabras y sin hechos, pero verdadero, que vive el protagonista con su compañera de trabajo. En palabras del propio Darín: " Es una historia de amor. El amor que no ha sufrido el deterioro de la rutina porque no pudo ser. Es perverso, incómodo si uno tiene relaciones duraderas. Te lleva a reflexionar sobre tu propia vida. La convivencia erosiona el amor, por eso uno tiene que aprender a reciclarlo continuamente." La denuncia contundente de lo que significa vivir en una dictadura con una sola escena, la terrible escena del ascensor, donde un matón solo tiene que exhibir su arma para desvelarnos la auténtica cara de los regímenes totalitarios. La auténtica amistad, la del compañero de Expósito, un magistral Guillermo Francella, que borda su papel de borrachín lúcido, que no duda en sacrificarse por su amigo. Precisamente gracias a este personaje, que sabe mucho de la vida, es posible cazar al asesino: sabe que lo que mueve al mundo es la pasión de cada cual. Y defiende, de paso, su propia pasión: sentarse en un sórdido bar, emborrarcharse y mirar la vida. En nuestras pasiones, en nuestras aficiones, está nuestro auténtico destino.

Al igual que las máquinas de escribir del juzgado de Expósito, la justicia funciona mal en la Argentina de la dictadura. Los caprichos de los que mandan están por encima del Código Penal y los esfuerzos desinteresados de los protagonistas por capturar al asesino (magistral el plano secuencia de la captura en el campo de fútbol, una de las escenas mejor planificadas de los últimos años), van a quedar en agua de borrajas. Y aquí podemos plantear una cuestión ética: ¿es lícito tomarnos la justicia por nuestra mano en este caso? El sorprendente final que, por supuesto, no desvelaré aquí, deja planteadas muchas más preguntas que respuestas. Esa es la misión de las grandes obras cinematográficas: introducir al espectador en una gran historia, sacudir su conciencia y dejarle una huella que le haga reflexionar acerca del mundo en el que vivimos. Sigan mi consejo y no se la pierdan. Y háganlo, a ser posible, en la sala oscura, tras pasar por taquilla. Es la mejor manera de apoyar esta manera de entender el cine.


1 comentario:

  1. Hola Miguel, soy Maria, vivo en Vélez Málaga y estoy encantada con esta apuesta cultural que teneis programada, te he mandado un mensaje ya que estoy interesada en pertenecer al grupo, me encantan los libros que has comentado vais a empezar a leer, espero que me contestes pronto y pueda ir a la próxima reunión, estoy deseando comenzar, un saludo y hasta pronto.

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