Adaptación muy fiel de la novela homónima de Sara Mesa, Un amor cuenta la historia de una mujer herida que quiere alejarse de todo alquilando una casa destartalada en un pueblo remoto. La principal característica de Nat, al menos en principio, es su vulnerabilidad. Es una persona con pocos medios económicos y que no es capaz de integrarse en el ecosistema social un tanto hostil que conforman los habitantes del pueblo. Llega hasta el límite de tener que acceder a una especie de forma de prostitución para que le arreglen las goteras que abundan en su tejado. Su único auténtico amigo en el pueblo va a ser el perro Sieso, un ser que parece tan herido como ella. Destaca en la película de Coixet el ambiente creado en el pueblo, una atmósfera opresiva que hace que Nat respire tensión en vez de la tranquilidad que ha venido a buscar. Lo idílico brilla por su ausencia y la vida rural se torna incomprensible para una protagonista que pasa sus días prácticamente encerrada en su habitación concentrada en las traducciones que realiza para malvivir. Ni siquiera el baile final, presuntamente liberador, aleja la sensación de desasosiego que en todo momento embarga al espectador.
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