Después del gran éxito cinematográfico de En busca del Arca perdida, película que creó un mito cinematográfico comparable a James Bond, la segunda parte de la saga situaba a Indiana Jones un año antes de los acontecimientos de la primera y en un escenario muy exótico, pues empezaba en China y seguía la aventura en la India. Spielberg comienza homenajeando el cine musical del Hollywood más clásico y a partir de ahí rueda una aventura enloquecida que apenas da respiro al espectador. En cierto modo Indiana Jones y el templo maldito es una película muy adulta e infantil a la vez. La presencia de un personaje como Tapón ofrece un alivio cómico recurrente a las situaciones peligrosas y de tensión, que son constantes, pero también su guion fue criticado por incluir escenas muy fuertes y sádicas, sobre todo las que muestran el culto a la diosa Kali. Quizá el mayor error - aunque se perdona, pues esta obra ha alcanzado el nivel de mito cinematográfico - es la presencia del personaje de Willie, una mujer cuyo único papel en la función parece ser el de asustarse, gritar y que el héroe tenga alguien a quien besar al final. Una aventura absolutamente inverosímil ante la que cualquier espectador puede volver a gozar como un niño.
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