Una película sorprendente, de lo mejor que he visto últimamente. ¿Y por qué? Porque me está hablando directamente a mí como espectador. Y lo hace de una manera inteligente y respetuosa, sin dar nada por sentado. No es que crea en las películas de autoayuda, pero a mí me ha servido para afrontar algunos cambios con espíritu positivo. Y no porque se trate de una película enaltecedora de buenos sentimientos, sino porque hay mucho de verdad en su discurso. Altamente recomendable, vayan a verla y opinen ustedes mismos.
Aquí el enlace al artículo:
La última recesión económica provocada por el sistema capitalista ha tenido consecuencias devastadoras, que aún seguimos padeciendo. Las crisis no son catástrofes naturales inevitables, sino que son provocadas normalmente por el muy humano sentimiento de la codicia. En todo caso, una vez se producen, intentan ser evaluadas, explicadas y resueltas por presuntos expertos que no la vieron venir en su día.
Otra
característica de las crisis es que los agentes provocadores suelen irse
de rositas, es más, con ayudas del Gobierno en el bolsillo. Suelen ser
los trabajadores los que deben asumir las consecuencias de las malas
decisiones de otros. Cuando se produce un despido, la ingrata tarea de
comunicarlo suele recaer en el empresario o en el encargado de recursos
humanos. En Estados Unidos existen empresas que se encargan de
sustituirlos en tan difíciles momentos.
La película se abre con unos preciosos planos aéreos mientras suena una música alegre y optimista. Mientras se está en el avión, los problemas quedan abajo y el viajero siente una rara sensación de libertad y de ver las cosas en su justa (o más bien pequeña) medida.
El protagonista de "Up in the air", Ryan Bingham, es un ejecutivo de una empresa que vive días de glorias, pues se dedica a la industria del despido. Podría decirse que Ryan es un hombre-pantalla, dedicado a sustituir a los empresarios que no son capaces de comunicar cara a cara su despido al trabajador. Sus métodos son presuntamente psicológicos y hacen hincapié en el mundo de nuevas oportunidades que se abre ante el despedido. Éste no suele tomarse muy bien las noticias y Ryan debe soportar una buena ración de insultos diarios. Es su trabajo, para eso le pagan. Y bastante bien, por cierto.
Se trata sin duda de un trabajo desagradable, pero para el protagonista supone la oportunidad de llevar a cabo el estilo de vida que más le gusta: la ausencia de responsabilidades más allá de las meramente laborales. Ryan se pasa la vida entera de avión en avión. Conoce aeropuertos de medio mundo (esos terribles no-lugares, de los que hablaba Marc Augé), los trucos para llevar sólo equipaje de mano (seguramente habrá leído las guías que escribía el protagonista de "El turista accidental") y para no demorarse en las colas. Todo un profesional del viaje.
Ryan pasa más de trescientos días al año de viaje, ha realizado una cantidad increíble de millas aéreas. Posee todo tipo de tarjetas exclusivas que le dan privilegios para el uso de hoteles, restaurantes o coches de alquiler, aunque realidad todo eso no sean más que maneras de ocultar su vacío existencial, pues es un hombre sin hogar, desarraigado en una vida de lujo medido y convencional, que experimenta todas las noches la terrible soledad de una habitación individual de hotel.
Cuando conoce a una atractiva ejecutiva de vida similar, algo hace saltar un resorte en su mente y plantearse el absurdo de su existencia, su eterna huida a ninguna parte, lo cual le hace incluso volver momentáneamente a sus orígenes, visitar su antiguo instituto y pensar en un cambio de vida. A partir de ese momento la película adquiere un tono de comedia romántica, aunque esto sólo es un espejismo.
Dotada con un guión ágil e inteligente, las conclusiones que deja "Up in the air" al espectador no son nada complacientes: en el mundo hiperdarwinista actual hay empresas que prosperan gracias a la desgracia ajena y hombres que no tienen vida más allá del trabajo, que basan su felicidad en la ausencia de imprevistos emocionales.
Porque ¿es recomendable una vida como la de Ryan? En realidad, el hecho de no tomar decisiones de índole privado le hace ser más libre, aunque él ha vendido esa libertad a la compañía que le tiene dando vueltas de aeropuerto en aeropuerto a cambio de dinero.
El protagonista también imparte conferencias acerca de las responsabilidades vitales básicas, usando una mochila como metáfora. Cuanto más llena está la mochila de objetos y de personas, más agobiante va a ser nuestro caminar. Él es partidario de vivir cómodamente sólo con lo básico. George Clooney realiza con este papel la interpretación por la que quizá será más recordado.
La película plantea estos y otros muchos interrogantes. Se trata de una historia propia de nuestro tiempo. El espectador sale del cine dándole vueltas a interrogantes acerca de su propia vida, a su propia conciliación entre vida laboral, familiar y social. Y, lo que es más curioso, es capaz de notar el peso agobiante de su propia mochila vital. Una pequeña joya cinematográfica.
La película se abre con unos preciosos planos aéreos mientras suena una música alegre y optimista. Mientras se está en el avión, los problemas quedan abajo y el viajero siente una rara sensación de libertad y de ver las cosas en su justa (o más bien pequeña) medida.
El protagonista de "Up in the air", Ryan Bingham, es un ejecutivo de una empresa que vive días de glorias, pues se dedica a la industria del despido. Podría decirse que Ryan es un hombre-pantalla, dedicado a sustituir a los empresarios que no son capaces de comunicar cara a cara su despido al trabajador. Sus métodos son presuntamente psicológicos y hacen hincapié en el mundo de nuevas oportunidades que se abre ante el despedido. Éste no suele tomarse muy bien las noticias y Ryan debe soportar una buena ración de insultos diarios. Es su trabajo, para eso le pagan. Y bastante bien, por cierto.
Se trata sin duda de un trabajo desagradable, pero para el protagonista supone la oportunidad de llevar a cabo el estilo de vida que más le gusta: la ausencia de responsabilidades más allá de las meramente laborales. Ryan se pasa la vida entera de avión en avión. Conoce aeropuertos de medio mundo (esos terribles no-lugares, de los que hablaba Marc Augé), los trucos para llevar sólo equipaje de mano (seguramente habrá leído las guías que escribía el protagonista de "El turista accidental") y para no demorarse en las colas. Todo un profesional del viaje.
Ryan pasa más de trescientos días al año de viaje, ha realizado una cantidad increíble de millas aéreas. Posee todo tipo de tarjetas exclusivas que le dan privilegios para el uso de hoteles, restaurantes o coches de alquiler, aunque realidad todo eso no sean más que maneras de ocultar su vacío existencial, pues es un hombre sin hogar, desarraigado en una vida de lujo medido y convencional, que experimenta todas las noches la terrible soledad de una habitación individual de hotel.
Cuando conoce a una atractiva ejecutiva de vida similar, algo hace saltar un resorte en su mente y plantearse el absurdo de su existencia, su eterna huida a ninguna parte, lo cual le hace incluso volver momentáneamente a sus orígenes, visitar su antiguo instituto y pensar en un cambio de vida. A partir de ese momento la película adquiere un tono de comedia romántica, aunque esto sólo es un espejismo.
Dotada con un guión ágil e inteligente, las conclusiones que deja "Up in the air" al espectador no son nada complacientes: en el mundo hiperdarwinista actual hay empresas que prosperan gracias a la desgracia ajena y hombres que no tienen vida más allá del trabajo, que basan su felicidad en la ausencia de imprevistos emocionales.
Porque ¿es recomendable una vida como la de Ryan? En realidad, el hecho de no tomar decisiones de índole privado le hace ser más libre, aunque él ha vendido esa libertad a la compañía que le tiene dando vueltas de aeropuerto en aeropuerto a cambio de dinero.
El protagonista también imparte conferencias acerca de las responsabilidades vitales básicas, usando una mochila como metáfora. Cuanto más llena está la mochila de objetos y de personas, más agobiante va a ser nuestro caminar. Él es partidario de vivir cómodamente sólo con lo básico. George Clooney realiza con este papel la interpretación por la que quizá será más recordado.
La película plantea estos y otros muchos interrogantes. Se trata de una historia propia de nuestro tiempo. El espectador sale del cine dándole vueltas a interrogantes acerca de su propia vida, a su propia conciliación entre vida laboral, familiar y social. Y, lo que es más curioso, es capaz de notar el peso agobiante de su propia mochila vital. Una pequeña joya cinematográfica.
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