miércoles, 19 de agosto de 2009

SIMÓN DEL DESIERTO (1965), DE LUIS BUÑUEL. LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO.


Desde que ví por vez primera esta película, hace ya algunos años, me sentí fascinado por ella. Esa devoción me ha llevado a visionarla unas cuantas veces, convirtiéndose así en una de mis películas predilectas.

En el siglo V aparecieron en Oriente Medio los estilistas, monjes cristianos que hacían penitencia orando subidos en una columna. Podían permanecer años sin bajar al suelo. Algunos llegaron a ser muy populares y, como no podía ser de otra manera, el pueblo les atribuía poderes milagrosos. Simón aspira a la santidad de esta manera. Ofrece milagros al pueblo, sin despertar excesivo entusiasmo. Es visitado con más curiosidad que devoción. Él tampoco se hace querer demasiado. Quiere llegar a la perfección y le perturba el más pequeño defecto de alguno de sus compañeros monjes. Sus días transcurren entre la oración, tentaciones del diablo y la locura. Su lenguaje teológico-burlesco es irrepetible.

Si hay algo que me fascina en la etapa mexicana de Buñuel son las voces de sus protagonistas, y en este caso especial la interpretación de Claudio Brook. El diablo tentador está representado por una bella mujer, Silvia Pinal. En este caso lo que nos ofrece el director no es tanto una crítica a la religión como una descripción objetiva de sus miserias. La felicidad brilla por su ausencia en esas regiones desérticas. La lucha entre el bien y el mal se torna más bien en ridícula y los sacrificios de Simón de nada sirven, si no es para fomentar su orgullo exhibicionista. En realidad Simón con su actitud no parece pretender ayudar al pueblo, porque lo desprecia, sino aspirar a la santidad. La confusión entre humildad y soberbia en sus acciones está servida. Su castigo final no puede ser más cruel: soportar eternamente las banalidades de una fiesta nocturna. Simón se nos muestra al final resignado y un poco harto de tanto absurdo.

Cierto es que la película quedó al final mutilada , creo que por falta de presupuesto. Pero para mí su resolución es perfecta y ni le sobra ni le falta nada. Una obra redonda. Es posible que los Monty Python le echaran un ojo antes de emprender "La vida de Brian".

No hay comentarios:

Publicar un comentario