martes, 21 de abril de 2015

SONRÍE O MUERE (2011), DE BARBARA EHRENREICH. LA TRAMPA DEL PENSAMIENTO POSITIVO.

Existen realidades cotidianas que, aunque estén día a día delante de nosotros, se nos escapan, quizá porque son tan evidentes que no nos paramos a analizarlas. Una de ellas es el bombardeo de pensamiento positivo al que hemos estado sometidos en los últimos años, sobre todo como sustitutivo de verdaderas soluciones en tiempos de adversidad y crisis. Constantemente se reclama al ciudadanos que saque lo mejor de sí mismo, que se descubra poseedor de una especie de fuerza interior, usando la cual será posible cumplir todos nuestros sueños y expectativas, por muy disparatados que éstos sean. Al que está imposibilitado de encontrar trabajo se le anima a que se haga emprendedor, que cree de la nada la empresa de sus sueños y que consiga todos sus objetivos con el solo poder de su pensamiento, como postula el éxito de ventas El secreto, de Rhonda Byrne, uno de los grandes abanderados de este triunfo del pensamiento mágico.

En Sonríe o muere, Barbara Ehrenreich se propone descubir a quién beneficia este auge, partiendo de su propia experiencia como enferma de cáncer de mama. Como parte de la terapia, se le estimulaba a pensar positivamente acerca de su próxima curación, que tuviera confianza en ello para detener el avance de la enfermedad, asegurándole que dicho esfuerzo era imprescindible para que las células sanas ganaran la partida que se estaba entablando dentro de su cuerpo (toda una falacia desde el punto de vista médico). Alrededor del cáncer de mama ha florecido toda una industria de pensamiento positivo que puede resultar incluso humillante para quien necesita desahogarse por la experiencia que le ha tocado vivir y no necesita volver a sentirse una niña para afrontarla. Es curioso que dicha industria sea inexistente respecto a los afectados por cáncer de próstata. 

Pero el mayor provecho, como de costumbre, ha sido para el sistema capitalista, que ha podido lidiar con la crisis haciendo que sus víctimas se sientan culpables por no ser lo suficientemente optimista en su fe en una pronta recuperación personal:

"Otra función que se ha arrogado el pensamiento positivo es la de defender los aspectos más crueles de la economía de mercado. Dado que el optimismo es la clave para el éxito material, y dado que se puede alcanzar ese enfoque vital optimista si uno practica el pensamiento positivo, no hay excusa para el fracaso. De este modo, el reverso de “lo positivo” es la machacona insistencia en la responsabilidad individual: si tu negocio quiebra o te quedas sin trabajo, será porque no te esforzaste lo suficiente, porque no creías con la suficiente firmeza en que tu propio éxito era inevitable. Y a medida que la situación económica ha venido trayendo más suspensiones de pagos y más turbulencias financieras sobre la clase media, los promotores del pensamiento positivo se han encastillado más y más en sus juicios negativos: si te sientes decepcionado, rabioso o deprimido, es que eres una “víctima” y un “llorón”."

Una de las frases más aberrantes de las que se han escuchado en los últimos tiempos es aquella que se dirige a quien es despedido: "tómate esto como una oportunidad". Algunas empresas creen que la solución a los problemas se encuentra en la realización de cursos de motivación, caros y que ofrecen resultados muy limitados y poco estables, ofrecidos por esos coach que han visto un filón económico en esta moda. Si sus charlas motivacionales no dan el resultado previsto, siempre pueden echar la culpa al oyente, por no haber seguido sus enseñanzas con el suficiente entusiasmo.
Es bueno ser optimista, pero es mejor todavía ser realista, conocer los propios límites y saber hasta donde podemos llevar nuestras ambiciones y qué metas son insensatas para nosotros. Evitar la frustración y hasta las depresiones que conllevan constatar que aquello que creíamos que podríamos realizar fácilmente gracias a nuestra fuerza interior y el poder de nuestra mente está fuera de nuestro alcance. Ehrenreich se muestra mucho más razonable al abogar por una manera de pensar mucho más equilibrada:

"Pero no es cierto que la alternativa al pensamiento positivo sea la desesperanza. De hecho, el pensamiento negativo puede resultar tan engañoso como el otro. Las personas deprimidas tienden a proyectar su angustia a su alrededor y se ponen siempre en la peor de las situaciones, de forma que esas previsiones tan negras les sirven de refuerzo a su angustia. En ambos casos se da una incapacidad para separar la emoción de la percepción, así como un deseo de aceptar lo ilusorio como real, bien porque “te levanta el ánimo”, o bien porque –en el caso del deprimido– refuerza tus neurosis y tus pensamientos negros recurrentes. La alternativa, en ambos casos, es tratar de salir de uno mismo para ver las cosas “como son”, pintándolas lo menos posible con los colores de nuestros sentimientos y fantasías, y entendiendo que el mundo está lleno de peligros y oportunidades casi por igual, y que es posible vivir la mayor de las felicidades aunque siempre esté ahí la certeza de que vamos a morir."

Llevar hasta el extremo las ideas del pensamiento positivo puede llegar a ser esclavizador, sometiendo a las personas a un escrutinio constante de sí mismas digno de la religión calvinista, para eliminar de raíz cualquier brote de negatividad que se esté formando. Uno debe aceptar en la ecuación de su propia vida el papel del azar, de las malas circunstancias y no estimar que pueden evitarse con el solo esfuerzo de la voluntad. No se puede ir contra las leyes de la física, por mucho que nos digan que somos capaces de cualquier cosa. El libro de Ehrenreich es todo un toque de cordura frente a un modo de pensar que al final se ha convertido casi en sectáreo.

3 comentarios:

  1. La tengo en mi lista de lecturas pendientes. A ver si puedo leerla pronto.
    Gracias por la reseña. :)
    Saludos y feliz miércoles!

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  2. La tengo en mi lista de lecturas pendientes. A ver si puedo leerla pronto.
    Gracias por la reseña. :)
    Saludos y feliz miércoles!

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  3. Yo lo tenía desde hace tiempo y he descubierto que su lectura merece mucho la pena. ¡Saludos!

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