La época de entreguerras en Alemania, espantosa en el ámbito económico, resultó floreciente en las artes. El cine, la pintura, la literatura y el pensamiento se desarrollaron al calor del régimen de libertades que representaba la República de Weimar. Como sucedería más tarde con la Segunda República en España, la llegada de un régimen autoritario al poder supondría una auténtica diáspora de intelectuales, cuya visión de la existencia era reprimida en favor del pensamiento único del Estado.

Herman Hesse tuvo en sus primeros años una rígida educación religiosa que posteriormente rechazaría por completo, pues no toleraba ningún corsé a su libertad creativa. Con la llegada de la Primera Guerra Mundial fue declarado inútil para el combate, lo cual no le impidió vivir de cerca el conflicto y tomar conciencia de la peligrosidad de las ideas nacionalistas, separadoras de los hombres. Fue uno de los mayores opositores a los nazis desde primera hora, a través de la publicación de artículos en la prensa. Junto a escritores como Thomas Mann o Bertolt Brecht fue considerado un apestado en su propio país, por lo que tomó el camino del exilio.

"El lobo estepario" es una obra que ha cautivado a diferentes generaciones de lectores y cada una de ellas ha sabido extraerle distintas ideas aplicables a los problemas de su tiempo. Se trata de una obra con múltiples lecturas, que solo se puede interpretar correctamente conociendo la vida e ideas de su autor. Además, se trata de la típica obra que los aficionados a la literatura leen de jóvenes, cuando todavía se posee una personalidad sumamente impresionable. Muy distinta es la lectura (como sucede con casi todos los libros, dicho sea de paso) que se realiza en la madurez, que suele ser mucho más serena y menos idealista.

La novela tiene una estructura compleja, de relatos dentro de relatos. Comienza con la narración de un testigo secundario, que nos presenta las anotaciones de Harry Haller, que a su vez contienen un pequeño ensayo el "Tractat del lobo estepario", un retrato anónimo del propio Haller. El protagonista es un ser voluntariamente solitario, no antipático, pero sí antisocial. Haller busca la soledad, pero su alma está torturada por una especie de dualismo (aunque pronto le llegará la revelación de que los hombres poseen almas casi infinitas), una lucha entre su parte racional y la irracional, que quisiera huir de todo y poner fín a su vida:

"Por lo que se refería a los demás, a cuantos lo rodeaban, no dejaba de hacer constantemente los intentos más heroicos y serios para quererlos, para hacerles justicia, para no hacerles daño, pues el "ama a tu prójimo" lo tenía tan hondamente inculcado como el odio a sí mismo. Y de este modo, fue toda su vida una prueba de que sin amor a la propia persona es también imposible el amor al prójimo, de que el odio de uno mismo es exactamente igual y, en fín de cuentas produce el mismo horrible aislamiento y la misma desesperación que el egoísmo más rabioso."

Aunque no sabemos demasiado de su pasado, sí que conocemos que en otro tiempo Harry formó una familia convencional burguesa, pero una serie de circunstancias le hicieron quedar solo. Desde entonces abomina de la sociedad y sus costumbres. Entre otros asuntos, se escandaliza de lo fácilmente manipulable que es el ser humano, que no es capaz de esfuerzo alguno en pos de un pensamiento crítico e independiente respecto al poder, lo cual aprovecha Hesse para denunciar el rápido crecimiento de la ideología nazi entre sus compatriotas (la novela fue publicada en 1928) a través de este texto profético:

"(...) son trabajados, exhortados, excitados, los van haciendo descontentos y malvados, y el objetivo y fin de todo esto es la guerra otra vez, la guerra próxima que se acerca, que será aún más horrorosa de lo que ha sido esta última. Todo esto es claro y sencillo; todo hombre podría comprenderlo, podría llegar a la misma conclusión con una sola hora de meditación. Pero ninguno quiere eso, ninguno quiere evitar la guerra próxima, ninguno quiere ahorrarse a sí mismo y a sus hijos la próxima matanza de millones de seres, si no puede tenerlo más barato. Meditar una hora, entrar un rato dentro de sí e inquirir hasta que punto tiene uno parte y es correponsable en el desorden y en la maldad del mundo; mira, eso no lo quiere nadie. (...) para dos o tres hombres que hacen esto, hay día por día miles de periódicos, revistas, discursos, sesiones públicas y secretas que aspiran a lo contrario y lo consiguen."

La actualidad de Hesse es tan absoluta que el texto podría aplicarse perfectamente a la sociedad de nuestros días, demasiado ocupada por el fútbol y las noticias del corazón como para meditar con profundidad acerca del esquilmamiento al que se está sometiendo a sus derechos más básicos.

Para Heller la cultura es algo puro, que no debe ser contaminado por la vulgaridad imperante. El conocimiento de una seductora y misteriosa mujer, llamada Armanda, que parece conocer demasiado bien su interior, va a trastocar por completo su existencia, pues será incitado a experimentar los placeres más mundanos que siempre había despreciado. Si el comienzo de la novela es absolutamente realista, rebosante de introspección psicológica, poco a poco va derivando hacia un delirante final en llamado "Teatro mágico", donde el lector puede atisbar la influencia de la filosofía y religiones orientales en el pensamiento de Hesse.

¿Cómo debe interpretarse esta famosa novela? Muchos la han visto como una exaltación del hombre superior, del que está por encima de la vulgaridad imperante, del superhombre. En realidad, Harry Haller es un personaje que tiene bastante de patético, de misántropo que necesita ser rescatado de su propio interior, que es un pozo insondable que le hace devorarse a sí mismo día a día. Tal y como apunta Mario Vargas Llosa en su ensayo "La verdad en las mentiras", en el capítulo dedicado a esta novela:

"Hesse creó un prototipo al que se pliegan innumerables individuos de nuestro tiempo: solitarios acérrimos, confinados en alguna forma de neurastenia que dificulta o anula su posibilidad de comunicarse con los demás, su vida es un exilio en el que rumian su amargura y su cólera contra un mundo que no aceptan y del que se sienten también rechazados."

En conclusión, Harry Haller está cargado de razones cuando arremete contra la ceguera y vulgaridad de la mayoría de los hombres, pero no es capaz de reparar en su propia falta de humorismo: su seriedad le ciega a él también y le provoca intensos sufrimientos que podría evitarse si mirara a la vida con otros ojos y fuera capaz de no tomársela tan en serio, relajarse y disfrutar de vez en cuando de forma frívola. Todos los sabios de la historia han practicado este inofensivo pasatiempo. Y han comprendido que la existencia tiene una parte nada desdeñable de absurdo y comedia.