Recomiendo este ensayo encarecidamente a cualquier persona que comparta conmigo la pasión por los libros. Todos hemos pensado alguna vez que los libros nos invadían. A todos nos ha preguntado algún amigo o familiara cuando ha visitado nuestra biblioteca: "Pero, ¿has leído todo eso?". Los aficionados a la lectura somos una raza aparte, capaces de acumular material para varias vidas y aún así seguir comprando. Quizá las nuevas tecnologías resuelvan en parte nuestro problema. De todo esto, y de las dificultades de elegir títulos ante los millones de libros publicados habla el libro de Gabriel Zaid. Aquí dejo el enlace:
Gabriel Zaid es un hombre consagrado a la letras. Vinculado a las dos grandes revistas literarias mexicanas, "Vuelta" y "Letras libres", se ha convertido también en un experto en las nuevas tecnologías, que están revolucionando las formas de lectura y de edición. Quizá su ensayo más divulgado sea "Los demasiados libros", un clásico acerca de la pasión por la lectura y la escritura cuya primera edición data de 1972, cuando el panorama era muy distinto.
El comienzo del libro de Zaid es verdaderamente apocalíptico y nos da idea del tono que va a imperar en el resto del ensayo:
"Los libros se multiplican en proporción geométrica. Los lectores, en proporción aritmética. De no frenarse la pasión por publicar, vamos hacia un mundo con más autores que lectores."
Más adelante se nos informa de que en el mundo se publica un título cada medio minuto, habiéndose publicado en los últimos cincuenta años unos treinta y seis millones de títulos. Una locura. La fiebre por ver impreso cualquier escrito se da sobre todo en el ámbito universitario, pero no solo ahí. En los últimos tiempos los costes de edición se han reducido tanto que cualquiera puede encargar por un módico precio la publicación de sus propios escritos.
¿Y cómo se sienten los lectores ante este panorama? Podríamos clasificarlos en dos tipos: el lector inexperto, que se pierde en la selva de títulos, que se renuevan día a día y envejecen a gran velocidad, y no es capaz de encontrar un libro adecuado para él y el lector veterano, que es capaz de comprar y acumular muchos más volúmenes de los que será capaz de leer a lo largo de toda su vida, pero no sabe parar. No hay lector de esta última categoría que no se sienta prisionero de sus propios libros, abrumado por la responsabilidad íntima de atender a la pila de libros pendientes, agobiado por conocer las novedades y extraer de estas los títulos que considere imprescindibles.
En realidad, cualquier lector sabe en su fuero íntimo que jamás será capaz de lograr el sueño totalizador de leer todo lo que hay que leer. Cuanto más se adentra en este mundo, más consciente es de sus inmensas lagunas y de todo el conocimiento que no será capaz de abarcar, porque la vida humana es limitada y el tiempo dedicado a la lectura, comúnmente también. Lo mejor es disfrutar del libro que se tiene entre manos y no pensar en nada más, pero es complicado cuando son los propios libros los que estimulan a seguir investigando, a localizar más títulos de un autor o de una temática determinada:
"Hay más libros que estrellas en una noche en alta mar. En esta inmensidad ¿cómo puede un lector encontrar su constelación personal, esos libros que mueven su vida a conversar con el universo? Y como puede un libro, entre millones, encontrar sus lectores?"
Sin embargo, y tal como explica Zaid, dichos encuentros se producen. No siempre por casualidad, claro. Aquí entra en juego la relación del lector con otros lectores o con un buen librero. Los clubes de lectura no solo sirven para comentar un determinado título, sino para que sus miembros se recomienden libros entre ellos. No hay actividad que ofrezca tantas posibilidades, que ofrezca millones de títulos posibles para satisfacer cualquier anhelo o necesidad. Por eso es importante que el lector cuente con un sexto sentido que le haga acertar en la siguiente y difícil elección.
El autor habla también de las nuevas tecnologías, que pueden hacer posible lo que las bibliotecas de libros tradicionales, por muy grandes que sean, nunca han podido: cumplir la utopía borgiana recogida en el relato "La biblioteca de Babel", reunir todos los libros que se han publicado en la historia y ponerlos a disposición de cualquier lector en cualquier parte del mundo. Existen varias plataformas, como Google books, que se están encargando de digitalizar todos los libros que caen en sus manos y ya cuentan con cientos de miles de volúmenes a disposición de cualquier usuario.
Quiérase o no, el futuro está en el libro electrónico, que no resulta tan romántico como el libro tradicional, que puede acariciarse y olerse, pero que cuenta con la inmensa ventaja de poder almacenar miles de títulos en unos pocos centímetros cuadrados a precios irrisorios, cuando no gratuitamente. Una tentación para cualquier lector. Las previsiones dicen que el libro tradicional no desaparecerá, pero acabará convertido en un objeto de coleccionista, porque también lo harán las formas de lectura tradicionales, convirtiéndose en algo íntimo y social a la vez, al poder el lector conectarse y conversar con otros lectores o incluso con el autor. Un panorama tan revolucionario como la invención de la imprenta por Gutenberg.
Un ensayo muy original, que plantea preguntas que muchos lectores ya se habían realizado íntimamente y que comprenden que su locura, su afán por acumular volúmenes, aun a sabiendas de que nunca podrán ser atendidos, no es algo aislado, sino un virus mucho más común de lo que parece. Podemos llegar, con el autor, a esta hermosa conclusión:
"¿Y para qué leer? ¿Y para qué escribir? Después de leer cien, mil, diez mil libros en la vida, ¿qué se ha leído? Nada. Decir: Yo solo sé que no he leído nada, después de leer miles de libros, no es un acto de fingida modestia: es rigurosamente exacto, hasta la primera decimal de cero por ciento. Pero ¿no es quizás eso, exactamente, socráticamente, lo que los muchos libros deberían enseñarnos? Ser ignorantes a sabiendas, con plena aceptación. Dejar de ser simplemente ignorantes, para llegar a ser ignorantes inteligentes."
"Los libros se multiplican en proporción geométrica. Los lectores, en proporción aritmética. De no frenarse la pasión por publicar, vamos hacia un mundo con más autores que lectores."
Más adelante se nos informa de que en el mundo se publica un título cada medio minuto, habiéndose publicado en los últimos cincuenta años unos treinta y seis millones de títulos. Una locura. La fiebre por ver impreso cualquier escrito se da sobre todo en el ámbito universitario, pero no solo ahí. En los últimos tiempos los costes de edición se han reducido tanto que cualquiera puede encargar por un módico precio la publicación de sus propios escritos.
¿Y cómo se sienten los lectores ante este panorama? Podríamos clasificarlos en dos tipos: el lector inexperto, que se pierde en la selva de títulos, que se renuevan día a día y envejecen a gran velocidad, y no es capaz de encontrar un libro adecuado para él y el lector veterano, que es capaz de comprar y acumular muchos más volúmenes de los que será capaz de leer a lo largo de toda su vida, pero no sabe parar. No hay lector de esta última categoría que no se sienta prisionero de sus propios libros, abrumado por la responsabilidad íntima de atender a la pila de libros pendientes, agobiado por conocer las novedades y extraer de estas los títulos que considere imprescindibles.
En realidad, cualquier lector sabe en su fuero íntimo que jamás será capaz de lograr el sueño totalizador de leer todo lo que hay que leer. Cuanto más se adentra en este mundo, más consciente es de sus inmensas lagunas y de todo el conocimiento que no será capaz de abarcar, porque la vida humana es limitada y el tiempo dedicado a la lectura, comúnmente también. Lo mejor es disfrutar del libro que se tiene entre manos y no pensar en nada más, pero es complicado cuando son los propios libros los que estimulan a seguir investigando, a localizar más títulos de un autor o de una temática determinada:
"Hay más libros que estrellas en una noche en alta mar. En esta inmensidad ¿cómo puede un lector encontrar su constelación personal, esos libros que mueven su vida a conversar con el universo? Y como puede un libro, entre millones, encontrar sus lectores?"
Sin embargo, y tal como explica Zaid, dichos encuentros se producen. No siempre por casualidad, claro. Aquí entra en juego la relación del lector con otros lectores o con un buen librero. Los clubes de lectura no solo sirven para comentar un determinado título, sino para que sus miembros se recomienden libros entre ellos. No hay actividad que ofrezca tantas posibilidades, que ofrezca millones de títulos posibles para satisfacer cualquier anhelo o necesidad. Por eso es importante que el lector cuente con un sexto sentido que le haga acertar en la siguiente y difícil elección.
El autor habla también de las nuevas tecnologías, que pueden hacer posible lo que las bibliotecas de libros tradicionales, por muy grandes que sean, nunca han podido: cumplir la utopía borgiana recogida en el relato "La biblioteca de Babel", reunir todos los libros que se han publicado en la historia y ponerlos a disposición de cualquier lector en cualquier parte del mundo. Existen varias plataformas, como Google books, que se están encargando de digitalizar todos los libros que caen en sus manos y ya cuentan con cientos de miles de volúmenes a disposición de cualquier usuario.
Quiérase o no, el futuro está en el libro electrónico, que no resulta tan romántico como el libro tradicional, que puede acariciarse y olerse, pero que cuenta con la inmensa ventaja de poder almacenar miles de títulos en unos pocos centímetros cuadrados a precios irrisorios, cuando no gratuitamente. Una tentación para cualquier lector. Las previsiones dicen que el libro tradicional no desaparecerá, pero acabará convertido en un objeto de coleccionista, porque también lo harán las formas de lectura tradicionales, convirtiéndose en algo íntimo y social a la vez, al poder el lector conectarse y conversar con otros lectores o incluso con el autor. Un panorama tan revolucionario como la invención de la imprenta por Gutenberg.
Un ensayo muy original, que plantea preguntas que muchos lectores ya se habían realizado íntimamente y que comprenden que su locura, su afán por acumular volúmenes, aun a sabiendas de que nunca podrán ser atendidos, no es algo aislado, sino un virus mucho más común de lo que parece. Podemos llegar, con el autor, a esta hermosa conclusión:
"¿Y para qué leer? ¿Y para qué escribir? Después de leer cien, mil, diez mil libros en la vida, ¿qué se ha leído? Nada. Decir: Yo solo sé que no he leído nada, después de leer miles de libros, no es un acto de fingida modestia: es rigurosamente exacto, hasta la primera decimal de cero por ciento. Pero ¿no es quizás eso, exactamente, socráticamente, lo que los muchos libros deberían enseñarnos? Ser ignorantes a sabiendas, con plena aceptación. Dejar de ser simplemente ignorantes, para llegar a ser ignorantes inteligentes."
Me encanta esa pregunta de ¿Pero... los has leído todos? Pos claro que no, pero muchos, muchos, si!!
ResponderEliminarb7s
Por cierto, Miguel copie el enlace de tu artículo de suit en mi muro para que lo pudieran leer mis "amigos" feisbuseros.
ResponderEliminarb7s
Muchísimas gracias, Loli. Desde luego el libro toca la fibra sensible de los que somos aficionados a la lectura. Si quieres te lo paso cuando lo termine Fran.
ResponderEliminarSaludos.
¿alguien tiene un link para leerlo en PDF o descargarlo? desda ya gracias
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