sábado, 5 de junio de 2010
EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS (1899), DE JOSEPH CONRAD. NAVEGANDO HACIA EL HORROR.
Muy buenos debates ha suscitado esta novela en el seno del club de lectura. Y es que no es para menos, pues la narración de Conrad, aunque breve en extensión, es de tal densidad que trata de temas fundamentales, tanto filosóficos, morales e históricos. Esta es mi segunda lectura y puedo decir que ha sido infinititamente más rica que la que realicé hace veinte años. Aquí el enlace al artículo:
Joseph Conrad es un caso excepcional en la historia de la literatura. Polaco de nacimiento, escribió su obra en una lengua que aprendió pasados los veinte años, lo que no le impidió ser considerado uno de los mejores narradores en lengua inglesa.
La literatura de Conrad es hija de sus propias experiencias, ya que pasó muchos años navegando por todo el mundo, llevando una vida aventurera que, en suma, acabaría plasmando en sus escritos. Pero sería un error considerar a Conrad meramente un novelista del género de aventuras. Sus experiencias vitales le aportaron una visión del mundo que hacen de él un escritor complejo, cuyos textos están sujetos a diversas interpretaciones, a veces antagónicas. Ejemplo de ello es "El corazón de las tinieblas", quizá su novela más conocida.
El Congo fue un territorio explotado por los belgas desde el último tercio del siglo XIX en el contexto de la expansión imperialista de los países europeos por África. El de este territorio fue un caso singular, pues se convirtió prácticamente en una finca privada del rey Leopoldo II de Bélgica, que se sirvió de la Asociación Africana Internacional para esquilmar sus recursos naturales (sobre todo el marfil) y tratar a sus habitantes como auténticos esclavos. El rey Leopoldo fue un lobo con piel de cordero, tal y como recoge Mario Vargas Llosa ("La aventura colonial"):
"Durante un cuarto de siglo por lo menos el Congo fue desangrado, esquilmado y destruido en una de las operaciones más crueles que recuerde la historia, un horror sólo comparable al Holocausto. Pero, a diferencia de lo ocurrido con el exterminio de seis millones de judíos por el delirio racista y homicida de Hitler, ninguna sanción moral comparable a la que pesa sobre los nazis ha recaído sobre Leopoldo II y sus crímenes, al que muchos europeos, no sólo belgas, todavía recuerdan con nostalgia, como un estadista que, venciendo las limitaciones que la historia y la geografía impuso a su país, hizo de Bélgica por unos años un país imperial".
Marlow, el protagonista de la historia, se presenta al principio como alguien ingenuo, con sed de aventuras, que acaba dándose de bruces con una realidad dantesca. Alude a sus deseos de explorar los territorios que aún permanecían en blanco en los mapas. Uno de ellos es el Congo, por lo que conseguirá ser empleado en una misión de navegación a través del río del mismo nombre, un viaje al mismísimo corazón de las tinieblas para encontrarse con el enigmático Kurtz.
Muy acertadas son las reflexiones de Marlow al principio cuando, antes de comenzar a narrar su historia, reflexiona acerca del estuario del Támesis, donde están situados él y sus oyentes, en tiempos de la conquista romana. Si bien en esos momentos (finales del siglo XIX), Inglaterra es el centro de la civilización, solamente unos siglos atrás sus habitantes podían equipararse a los africanos que Marlow va a conocer. Quizá la auténtica condición del hombre sea la salvaje, ya que el hombre civilizado se encuentra indefenso cuando se enfrenta a la naturaleza en su estado más puro.
Los salvajes sometidos que Marlow va a conocer en su primer contacto con las tierras africanas son seres absolutamente pasivos, tratados por sus amos como auténticas bestias de carga de usar y tirar. De hecho la tripulación del vapor con el que va a recorrer el río Congo está compuesta mayoritariamente por caníbales, que llevan carne de hipopótamo podrida como alimento. El hecho de adentrarse cada vez más en una naturaleza silenciosa y hostil hace que la tensión del protagonista sea más acusada a cada instante, como si estuviera atravesando los diversos círculos del infierno:
"Remontar aquel río era regresar a los más tempranos orígenes del mundo, cuando la vegetación se agolpaba sobre la tierra y los grandes árboles eran los reyes. Un arroyo seco, un gran silencio, un bosque impenetrable El aire era cálido, espeso, pesado, perezoso. No había júbilo alguno en la brillantez de la luz del sol. (...) Y esta quietud de vida no se parecía en lo más mínimo a la paz. Era la quietud de una fuerza implacable que medita melancólicamente sobre una intención inescrutable".
La misión encomendada a Marlow es la búsqueda de Kurtz, un agente comercial que ha permanecido demasiado tiempo en el corazón de la selva y que parece una especie de dios para los nativos. Aunque solo aparece al final, Kurtz está presente durante todo el relato, como un símbolo de la perdición del hombre o quizá de la auténtica sabiduría.
Lo cierto es que Kurtz es un ser superior en el sentido nietzschezano del término, un ser guiado meramente por su enérgica voluntad y que es capaz de subyugar a los demás con el mero poder de su palabra, un hombre que está más allá del bien y del mal, porque no sigue moral alguna.
"El corazón de las tinieblas", se interprete como se interprete, constituye, entre otras cosas, una crítica brutal al imperialismo europeo, a la rapiña generalizada que se abatió durante décadas sobre el continente africano y de la que aún no se ha recuperado. Los europeos son presentados como carroñeros y los indígenas como salvajes indignos. Se trata del relato de un hombre que puede ofrecer sus impresiones de primera mano, cuyas experiencias allí han cambiado para siempre su visión de la naturaleza humana.
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muy buen blog. gracias por el aporte a la literatura que haces. si bien no soy de mucho leer, tus anàlisis me entusiasman para hacerlo. un abrazo.
ResponderEliminarLas relecturas pasado el tiempo suelen ser muy gratificantes.
ResponderEliminar"Somos aquello que hemos sido y leído, aquello que hemos pensado y amado, aquello que hemos realizado y omitido...
Hay que leer y a partir de cierta edad hay que releer. ¡Ay de quién no relea, porque eso supone que sólo leyó por mera curiosidad o forzada necesidad y que los libros no echaron raíces en su ser! Hay que volver, y no por nostalgia de pasado sino por ambición de futuro, a aquellos libros que nos fundan para siempre, porque nos abren los horizontes definitivos de la vida. Lecturas que nos descubrieron ideales y otras que nos forzaron a ver la verdad dura y desnuda a pesar de nuestra tentación de ocultarla o negarla. Libros de amigos y de enemigos, para no edificar sobre el orgullo, el odio o el resentimiento",
Extraído de OLEGARIO GONZALEZ DE CARDEDAL, teólogo y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, publicado en ABC el 23 de agosto de 2007.
Gracias, siempre serán insuficientes, por tu blog
Muchas gracias a los dos, me siento muy feliz de que disfrutéis con el blog. Es verdad, Juan de Dios, que con todo lo que llevo ya leído, ya voy teniendo edad para disfrutar de la relecturas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y aparte de las relecturas, está la cuestión de los libros que quedan pendientes. Tras dura lucha contra mi propia alma estoy avanzando con "En busca del tiempo perdido".
ResponderEliminarHay otras cosas por el estilo, como leerse la Biblia, la Odisea o el Quijote. Ahora que lo pienso, yo tampoco me terminé "La Divina Comedia".
Lo del "Corazón de las tinieblas" fue una magnífica idea. Sólo me quedaba la "impresión general" de la obra de la primera vez que lo leí. Ahora me surgen ciertas ideas.
El mundo de la civilización es ruin y con poco sentido, y el mundo primitivo es horrible, pero en medio queda el héroe, ea.
Tranquilo Francisco, que te va a dar una lipotimia. Hay que asumir que en la vida no va a dar tiempo a leer todo lo que nos gustaría, aunque, por otra parte, todas esas lagunas hay que cubrirlas...
ResponderEliminarUn saludo.
Miguel, se lleva una sorpresas con las relecturas y es verda que no es lo mismo un libro leído en la soledad sin tener con quién comentarlo, que en nuestro club, con tantas opiniones y enriquecido por todos. Me alegra mucho que te unieras al club, y que entre todos hagamos más ricas y sabrosas las lecturas. Juan de Dios lleva razón.
ResponderEliminarFrancisco, en la vida además de leer hay que vivir, no te olvides.
Abrazos
Yo también me alegro muchísimo de haberme unido al club, y eso que al principio me lo pensé, porque no estaba seguro de tener tiempo...
ResponderEliminarOtro abrazo para tí.
No lo lei,todavia.
ResponderEliminarPero me lo recomendaron como un libro maginifico.
Pues leélo en cuanto puedas Dani, que es de los que dejan huella.
ResponderEliminarSaludos.