miércoles, 23 de junio de 2010
EN TIERRA DE NADIE (2001), DE DANIS TANOVIC. CARNAVAL EN LOS BALCANES.
Pregúntenle a personas de cualquier edad. Seguro que han crecido viendo distintas guerras en el telediario y se han habituado (como un servidor) a que las matanzas, en sus distintas modalidades, sean una sección fija en las noticias de mediodía. Para mí que a la primera guerra que asistí en directo con pleno uso de razón fue la del Golfo (la primera, la de Bush padre), que se ajustó plenamente al guión concebido meses antes y de cuyas manipulaciones nos enteramos meses después, no como la de Bush hijo, una auténtica chapuza en todos los sentidos.
La Guerra de los Balcanes tomó pronto el relevo de la del Golfo, durando en antena varias temporadas, una guerra con escenas más explícitas y brutales que la anterior. Es innegable que las guerras civiles están dotadas de un encanto especial para los periodistas, ya que a los contendientes les han debido lavar el cerebro a base de bien para ponerlos a disparar contra el vecino de toda la vida.
Yugoeslavia fue un ejemplo canónico de como la voluntad férrea de un solo hombre (Tito) es capaz de mantener unida a una nación heterogénea. Una vez muerto el padre, las disputas soterradas de los hijos salen a la luz y los nacionalismos campan a sus anchas vertiendo sobre la población todos sus excesos y manipulaciones. Es la guerra de todos contra todos. Sarajevo se convierte en gran plató desde el que se retransmite un gran espectáculo televisivo sazonado de muertos que hacían cola para comprar el pan. Occidente interviene tarde y mal. Los soldados de Naciones Unidas deambulan penosamente por las carreteras tratando de no meterse en muchos líos.
Es este el escenario de la gran película de Tanovic, galardona justamente con el Oscar a la mejor película extranjera de 2002, quizá en un intento de Hollywood de desmarcarse de las flamantes (en aquel momento) aventuras bélicas de su presidente. Aquí asistimos a una situación que podriamos calificar de kafkiana. Dos soldados, uno serbio y bisoño en las artes de la guerra, el otro bosnio y mucho más fogueado, que por circunstancias del destino se encuentran atrapados en una trinchera en medio de los dos ejércitos. Para más inri un compañero del segundo está herido encima de una mina que estallará si se levanta.
En esta tesitura, un casco azul francés decide, contra las órdenes de sus superiores, salir de su inactividad y tratar de echar una mano para resolver la situación. Una periodista en busca de carnaza, que recuerda mucho al inolvidable Chuck Tatum interpretado por Kirk Douglas en "El gran carnaval" (Billy Wilder, 1951), cree encontrar en esta historia un filón para alimentar a una audiencia televisiva ávida de "historias humanas" como ésta.
Con estos elementos y con gran economía de medios, Tanovic construye una tragicomedia impresionante. Lo que menos importa es la triste realidad de unos soldados que, a falta de motivaciones reales para luchar, se limitan a acusar al enemigo de "haber iniciado la guerra", sin saber muy bien lo que se disputa en la misma. Lo realmente importante para la periodista es captar imágenes impactantes y hacer actuar a una UNPROFOR que no tiene más remedio que implicarse en la situación si no quiere cosechar críticas negativas. Y es que eso es lo que prima en el mundo de las redes de información: no importan los resultados, lo que interesa es que el público valore positivamente tus acciones y sienta cierto descargo de conciencia a través de las mismas.
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Terrible e impresionante película, por la historia y por lo que lleva detrás. Muy buenas tus críticas de cine que siempre aportan algo más que lo puramente cinematográfico.
ResponderEliminarUn abrazo
Victoria
Muchas gracias, Victoria. Lo cierto es que casi siempre improviso, no hay nada planificado...
ResponderEliminarOtro abrazo para tí.