Interesante aproximación biográfica a Oscar Wilde que se centra sobre todo en sus relaciones homosexuales, sobre todo con Alfred Douglas, relación que conllevaría una condena a trabajos forzados que destruiría su vida y su arte. El trabajo de Gilbert peca un tanto de academicismo. El director no arriesga, filma de forma correcta pero no deja una impronta personal en la película. La verdadera estrella aquí es Stephen Fry, que ofrece una auténtica lección interpretativa y da vida a un Wilde muy creíble, muy humano, aunque excesivamente amante de los aforismos y las frases ingeniosas en cualquier conversación. Aunque el canto a la tolerancia con todos los tipos de sexualidad es obvio, Wilde no deja de mostrar un retrato un tanto sórdido de las relaciones de su protagonista con muchachos mucho más jóvenes que él, una constante mientras fue un artista poderoso y admirado. Destaca también un sorprendente Jude Law componiendo a un Alfred Douglas que es a la vez ángel y demonio. Una interesante aproximación a la existencia de uno de los escritores más leídos de todos los tiempos.
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