"Leer bien es uno de los mayores placeres que puede proporcionar la soledad porque, al menos según mi experiencia, es el más saludable desde un punto de vista espiritual. Hace que uno se relacione con la alteridad y por eso alivia la soledad. Leemos no sólo porque nos es imposible conocer a toda la gente que quisiéramos, sino porque la amistad es vulnerable y puede menguar o desaparecer, vencida por el espacio, el tiempo, la falta de comprensión y todas las aflicciones de la vida familiar y pasional."
Al igual que ya hizo en El canon occidental, Bloom selecciona en Cómo leer y por qué ejemplo señeros de la historia de la literatura, esos libros que, según decía Italo Calvino, nunca dejan de decir lo que tienen que decir. Harold Bloom fue uno de los grandes sabios de nuestro tiempo y eso lo captamos enseguida a través de la apabullante erudición que despliega en cada uno de sus capítulos, aunque sin resultar jamás pedante. Aunque lo hace desde un punto de vista académico, se nota que la ambición del crítico estadounidense es transmitir su entusiasmo por la literatura, comenzando por su veneración a Shakespeare un autor que condensa toda la sabiduría de lo que significa ser humano. Según Bloom, Cervantes es el único autor que puede estar a su altura. Como lector, recibo nuevas interpretaciones de algunas de mis obras favoritas: Don Quijote, Hamlet, Crimen y castigo y La montaña mágica y estímulos para emprender la tarea de acercarme a otras - la tarea de lector jamás tiene una meta - que me esperan desde hace años, incluyendo la poesía, mi gran asignatura pendiente.
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