martes, 11 de mayo de 2021

CÓMO LEER Y POR QUÉ (2000), DE HAROLD BLOOM. APOTEOSIS DE LA LITERATURA.

La lectura es una actividad solitaria. Puede que después podamos comentar el libro que acabamos de leer con alguien o incluso, los más afortunados, en el seno de su club de lectura. Pero mientras pasamos los ojos por las palabras escritas en el interior del volumen que sostenemos con nuestras manos, somos nosotros en solitario los que emprendemos el viaje que nos propone el texto, los que sentimos placer o nos aburrimos soberanamente y los que sacamos provecho de la sabiduría de las páginas a las que acabamos de acercarnos. En este sentido muchos pueden considerar pasar horas leyendo como una manifestación de egoísmo, pues mientras lo hacemos no atendemos a los demás, desaparecemos del mundo físico para entrar en uno espiritual que a veces nos encandila más que el cotidiano. Afortunadamente pocos llegan al extremo de don Quijote, que transformó su existencia para acomodarla a sus fantasías literarias. La mayoría de los grandes lectores que conozco son la gente más lúcida a la que tengo el placer de tratar. Lo más habitual es trasladar las enseñanzas de los libros a la vida. Así se construye el progreso, tanto individual como social:

"Leer bien es uno de los mayores placeres que puede proporcionar la soledad porque, al menos según mi experiencia, es el más saludable desde un punto de vista espiritual. Hace que uno se relacione con la alteridad y por eso alivia la soledad. Leemos no sólo porque nos es imposible conocer a toda la gente que quisiéramos, sino porque la amistad es vulnerable y puede menguar o desaparecer, vencida por el espacio, el tiempo, la falta de comprensión y todas las aflicciones de la vida familiar y pasional."

Al igual que ya hizo en El canon occidental, Bloom selecciona en Cómo leer y por qué ejemplo señeros de la historia de la literatura, esos libros que, según decía Italo Calvino, nunca dejan de decir lo que tienen que decir. Harold Bloom fue uno de los grandes sabios de nuestro tiempo y eso lo captamos enseguida a través de la apabullante erudición que despliega en cada uno de sus capítulos, aunque sin resultar jamás pedante. Aunque lo hace desde un punto de vista académico, se nota que la ambición del crítico estadounidense es transmitir su entusiasmo por la literatura, comenzando por su veneración a Shakespeare un autor que condensa toda la sabiduría de lo que significa ser humano. Según Bloom, Cervantes es el único autor que puede estar a su altura. Como lector, recibo nuevas interpretaciones de algunas de mis obras favoritas: Don Quijote, Hamlet, Crimen y castigo y La montaña mágica y estímulos para emprender la tarea de acercarme a otras - la tarea de lector jamás tiene una meta - que me esperan desde hace años, incluyendo la poesía, mi gran asignatura pendiente. 

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