miércoles, 16 de diciembre de 2020

CONTRA LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES (2020), DE CÉSAR RENDUELES. LA ÉTICA DEL IGUALITARISMO.

El concepto de igualdad se entiende de diferentes maneras según el pensamiento político de cada individuo. Si desde posiciones de izquierda se entiende imprescindible la intervención del Estado en la economía para compensar las desigualdades sociales entre ciudadanos, desde el ámbito liberal se defiende más la igualdad de oportunidades, para que sean los más capacitados en una competición presuntamente justa los que sean premiados con mejores puestos y retribuciones. Por supuesto, la segunda propuesta tiene mucho de falacia, ya que no existe una línea de salida ideal de la que todos los competidores-ciudadanos salgan en las mismas condiciones para establecer una contienda justa. En realidad, como bien sabemos, los mejores puestos, los que no suelen salir en las ofertas de trabajo, suelen estar destinados a miembros de familias bien relacionadas, que previamente han estudiado en los mejores colegios y universidades y han tenido oportunidad de hacer amistades con jóvenes representantes de la élite social. 

En cualquier caso, aunque las condiciones de partida fueran justas, al final seguiríamos teniendo ganadores y perdedores. Además, por mucho que se predique lo contrario, muchos de los muy ricos han conseguido su envidiable posición trabajando por establecer auténticos monopolios con los que saltarse el complicado trámite de la competencia de los iguales. Muchos de los que proclaman reducir al Estado a su mínima expresión no dudan en buscar amistades entre las altas esferas políticas que les faciliten sus negocios y, cuando se presenta una crisis económica, no dudan en solicitar ayudas urgentes a esa Administración que tanto denostaban. Lo cierto es que padecemos un sistema que premia la especulación y desprestigia económicamente a las profesiones que han resultado ser fundamentales cuando llega un momento de emergencia: médicos, enfermeros, trabajadores de supermercado, limpiadores... Ocupaciones muchas de ellas con poco glamour, pero sin cuyo concurso la sociedad no podría funcionar. 

La crisis de legitimidad de una clase política que no es más que el reflejo de la sociedad a la que representa se sustancia entre otras en la falta de consenso entre distintos grupos y la alarmante escasez de planificación a largo plazo, algo que se observa, por ejemplo, en la abundancia de leyes educativas aprobadas en los últimos años que no buscan tanto beneficiar a la comunidad escolar como imponer una determinada agenda política que será fulminada cuando los partidos de la oposición lleguen al poder. Y mientras tanto se deja de lado el cáncer del fracaso escolar o las nulas oportunidades laborales que va a sufrir un importante porcentaje de los estudiantes que carecen de las relaciones sociales necesarias para labrarse un futuro razonable. 

Rendueles no quiere que la igualdad sea un punto de partida, sino el resultado de unas políticas eficaces de las que sea partícipe el conjunto de la ciudadanía. El estado de alarma provocado por la pandemia del coronavirus ha hecho que muchas de estas políticas se aceleren y se intente avanzar en unos meses (por ejemplo, estableciendo el muy necesario ingreso mínimo garantizado) lo que se debería haber ido planificando en los años precedentes, obteniendo como resultado unas políticas de respuesta a la crisis improvisadas y caóticas, fruto de los recortes precedentes en Sanidad, Administración y equipamiento. Que nuestro país no estaba preparado para un acontecimiento de estas dimensiones, resulta ya evidente:

"La crisis del COVID-19 ha culminado este desencanto. Desde 2008, el paradigma del libre mercado era un muerto viviente, el coronavirus lo ha incinerado. La pandemia ha funcionado como un espejo de aumento de nuestra realidad social que nos ha forzado a observar concentrados procesos que normalmente podemos ignorar porque se dan a cámara lenta. Nos obligó a ver minuto a minuto las consecuencias mortales, normalmente dilatadas en el tiempo, de los recortes sanitarios; a reconocer el horror cotidiano de las residencias de mayores, convertidas en una película gore; a descubrir que llamábamos «hogar» a espacios inhóspitos donde nos derrumbamos entre cada jornada de trabajo; a comprobar las brutales carencias de la educación pública o los efectos de la desindustrialización, que nos ha convertido en un país incapaz de autoabastecerse de trozos de tela con gomitas para protegernos del contagio."

Los próximos años van a ser decisivos para el necesario cambio de paradigma necesario para contener los peores excesos del capitalismo de la desigualdad a la vez que se corrige en lo posible la catástrofe ecológica en ciernes provocada por el calentamiento global y la sobreexplotación de recursos naturales. Si no logramos dominar tamaño desafío puede incluso ser posible que la sociedad se convierta en una de esas terribles distopías de las que se nutre la mejor ciencia ficción. Todavía se está a tiempo de evitar los peores males si el Estado actúa con inteligencia y es capaz de establecer una política en la que los recursos se pongan a disposición de las mayores prioridades sociales y no de planes que salven la cara a corto plazo y ahonden en la hecatombe futura. El libro de Rendueles no hace sino recordarnos que siguen existiendo alternativas y que es posible mejorar la vida de la gente si se sabe gestionar con inteligencia una nueva política social, tarea en la que sin duda la Unión Europea tendrá mucho que aportar.

2 comentarios:

  1. Habrá que reevaluar los paradigmas, tanto del capitalismo como de las posibilidades reales de la sociedad.

    Un abrazo y feliz día

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  2. En la Realidad los Seres parecemos iguales, pero no lo somos. Y ese es el quid de la cuestión. Cada Ser está viviendo una Vida que le corresponde por razones o cuestiones, o Karma- según explican los hindúes - cuyo motivo es brindar a la persona UNA nueva oportunidad para lograr un peldaño más en su trayectoria evolutiva. Por lo tanto, este Mundo en el cual transcurren nuestras existencias temporales, es algo así como un inmenso e indescriptible mercado de tentaciones, malos pensamientos, malos sentimientos, y un largo etc. de los degradados niveles de las Consciencias. Y si aquí estamos es porque debemos escoger de acuerdo a nuestra propia e individual Consciencia. El camino más propicio es aquél en que nos inclinamos a obrar y pensar de modo positivo. Así nuestro mejor amigo aparezca ante nuestros ojos y oidos como un Narciso total, engreido hasta la enésima potencia, nosotros seguimos teniendo la humilde misión de orar por su Egolatría, por su aparente falta de sentimientos, etc. etc. El verdadero problema no es "ese amigo", sino nosotros mismos, que vemos en el OTRO aquello que somos incapaces de reconocer en nuestra persona.

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