En cualquier caso, la autora de Sexual Personae, está segura de que no existe un solo feminismo y de que toda mujer tiene derecho a vivir su vida de la manera que mejor considere, aunque no cumpla con todos los postulados del discurso preponderante:
"Pero ¿qué es exactamente el feminismo? ¿Es una teoría, una ideología o una praxis, es decir, un método práctico? ¿Y acaso es el feminismo tan occidental en sus premisas como para no poder exportarse a otras culturas sin distorsionarlas? Cuando hallamos ideas feministas en autores medievales o renacentistas, ¿estamos proyectando ideas del presente sobre el pasado? ¿Quién es o no es feminista y quién lo define? ¿Quién le confiere legitimidad o autenticidad al feminismo? ¿Una feminista debe formar parte de un grupo o debe asimilar la ideología abanderada por alguno de sus subgrupos? ¿Quién decide, y con qué autoridad, lo que está o no está permitido pensar o decir sobre políticas de género? Y, por último, ¿el feminismo es un movimiento intrínsecamente de izquierdas o puede haber un feminismo basado en principios conservadores o religiosos?"
Quizá sea éste un discurso a tener en cuenta, un llamamiento a la responsabilidad individual frente a discursos - los más radicales - que criminalizan a enteros grupos sociales. Es una lástima que ciertas voces sean etiquetadas como de derechas o de izquierdas y que por eso sean automáticamente despreciadas como fascistas o como comunistas. Hubo un tiempo en el que las ideologías no se encontraban tan polarizadas y el debate en libertad era posible sin que se llegara de inmediato a las descalificaciones más gruesas. Sin decantarme personalmente por uno u otro lado (yo solo tomo lo que me parece más razonable de cada parte, teniendo siempre presente que puedo estar equivocado), creo que deberíamos volver a valorar esa auténtica libertad que consiste en decir claramente lo que se piensa (sin insultar a nadie) no temiendo ofender profundamente a quienes opinan diferente.
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