Fui de los que creció leyendo tebeos de Marvel, los primeros de Ediciones Forum, que empezaban a editar en unas condiciones dignas el material de Los 4 fantásticos, Los Vengadores, Thor o Daredevil que llegaba de Estados Unidos. En aquellos tiempos ya sabía que las historias que leía formaban parte de un universo más grande, pero no llegaba a plantearme el trabajo y organización requeridos para sacar al mercado todos los meses decenas de títulos que formar parte de una realidad imaginada más o menos coherente. Pero lo verdaderamente importante era que estas lecturas me hacían visitar otros mundos, me desconectaban brevemente de mi realidad y me hacían soñar.
Lo que hace este fascinante ensayo de Sean Howe es bucear en la génesis e historia de Marvel, en cómo una empresa dedicada a estimular los sueños de los más jóvenes (que posteriormente nos hemos convertido en adultos), ha podido sobrevivir durante tantas décadas usando los mismos personajes y creando otros muchos nuevos que conviven con éstos y cómo al final se ha conseguido el gran sueño de Stan Lee: la creación de un universo cinematográfico que confirma que las historias protagonizadas por estos superhéroes se pueden adaptar a cualquier época o público. Pero lo que le interesa a Howe es asomarse a las interioridades de la redacción, a los choques de egos que periodicamente se producían en la misma y en cómo se tomaban las decisiones que llevaban a la creación de historias memorables o de narraciones faltas de imaginación. El primer conflicto es el que se produjo entre los dos padres de la Marvel moderna: Stan Lee y Jack Kirby, conflicto nunca aclarado del todo, que se alimentó durante años de declaraciones contradictorias de ambas partes. En cualquier caso quedan las obras que crearon ambos y que cimentaron el universo que iba a ir construyéndose por decenas, si no cientos, de autores.
La competencia directa con DC (un universo que a lo largo de su historia resultó ser menos imaginativo, pero que a partir de los ochenta fue partícipe en importantes innovaciones en el séptimo arte), hacía que fuera difícil retener el talento en un medio tan exigente, tan dependiente de fechas de entrega y del capricho de los editores a la hora de exigir rehacer un determinado guión o dibujo. Se dio algún caso de muerte por problemas coronarios a edad temprana. Porque lo más importante eran los lectores: despertar siempre su interés en el seguimiento de sus series favoritas, así como la creación de nuevas emociones y estímulos que hicieran imposible un desenganche del espíritu Marvel. Para eso la editorial tuvo que reinventarse muchas veces, hacer que todo cambiara para que todo siguiera igual, conseguir que el caótico bullpen diera sus frutos mes tras mes. Grandes crisis como la de mitad de los noventa (con la fuga de talentos para la creación de la editorial Image) fueron superadas y hoy día Marvel, gracias a su expansión cinematográfica, es más conocida que nunca.
En España (a lo que se dedica un último capítulo escrito por Alejandro Viturtia y Julián Clemente), gracias a la labor de la extinta Ediciones Forum, heredada por Panini, la salud de los cómics Marvel no puede ser mejor: se publica casi todo lo que llega de Estados Unidos y se realiza una ingente labor de recuperación de clásicos en lujosos volúmenes. De ser un producto de kiosko, el cómic ha pasado a ser casi una exclusiva de las librerías especializadas, lugares donde pueden encontrarse todo tipo de tesoros salidos de este hito de la cultura popular. Como dejó dicho Stan Lee:
"En el principio, Marvel creó el Bullpen y el Estilo.
Y el Bullpen carecía de forma, y estaba vacío; y la oscuridad caía sobre la cara de los Artistas. Y el Espíritu de Marvel se movió sobre la cara de los Guionistas.
Y Marvel dijo: hágase Los 4 Fantásticos. Y se hicieron Los Cuatro Fantásticos. Y Marvel vio Los 4 Fantásticos. Y vio que eran buenos."
No soy lectora de este tipo de cómics, pero me encanta el post.
ResponderEliminarUn abrazo y felices fiestas
Excelente mi hermano...EXCELENTE
ResponderEliminarYo nunca he podido dejar de lado este tipo de cómic, ya que marcaron de manera profunda mi infancia y adolescencia.
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