jueves, 20 de agosto de 2009

BLOG CERRADO POR VACACIONES.


Cierro temporalmente el blog hasta finales de mes. Me voy a pasar unos días a Asturias y Castilla-León. Un saludo a todos los lectores.

miércoles, 19 de agosto de 2009

SIMÓN DEL DESIERTO (1965), DE LUIS BUÑUEL. LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO.


Desde que ví por vez primera esta película, hace ya algunos años, me sentí fascinado por ella. Esa devoción me ha llevado a visionarla unas cuantas veces, convirtiéndose así en una de mis películas predilectas.

En el siglo V aparecieron en Oriente Medio los estilistas, monjes cristianos que hacían penitencia orando subidos en una columna. Podían permanecer años sin bajar al suelo. Algunos llegaron a ser muy populares y, como no podía ser de otra manera, el pueblo les atribuía poderes milagrosos. Simón aspira a la santidad de esta manera. Ofrece milagros al pueblo, sin despertar excesivo entusiasmo. Es visitado con más curiosidad que devoción. Él tampoco se hace querer demasiado. Quiere llegar a la perfección y le perturba el más pequeño defecto de alguno de sus compañeros monjes. Sus días transcurren entre la oración, tentaciones del diablo y la locura. Su lenguaje teológico-burlesco es irrepetible.

Si hay algo que me fascina en la etapa mexicana de Buñuel son las voces de sus protagonistas, y en este caso especial la interpretación de Claudio Brook. El diablo tentador está representado por una bella mujer, Silvia Pinal. En este caso lo que nos ofrece el director no es tanto una crítica a la religión como una descripción objetiva de sus miserias. La felicidad brilla por su ausencia en esas regiones desérticas. La lucha entre el bien y el mal se torna más bien en ridícula y los sacrificios de Simón de nada sirven, si no es para fomentar su orgullo exhibicionista. En realidad Simón con su actitud no parece pretender ayudar al pueblo, porque lo desprecia, sino aspirar a la santidad. La confusión entre humildad y soberbia en sus acciones está servida. Su castigo final no puede ser más cruel: soportar eternamente las banalidades de una fiesta nocturna. Simón se nos muestra al final resignado y un poco harto de tanto absurdo.

Cierto es que la película quedó al final mutilada , creo que por falta de presupuesto. Pero para mí su resolución es perfecta y ni le sobra ni le falta nada. Una obra redonda. Es posible que los Monty Python le echaran un ojo antes de emprender "La vida de Brian".

LA RUEDA DE LA VIDA (1997), DE ELIZABETH KÜBLER ROSS. FOTOGRAFIANDO HADAS.


Leo este libro motivado por el prestigio de su autora en el tema de la muerte y los moribundos. La autora es famosa por haber establecido las fases psicológicas de las que se compone el conocimiento de la propia muerte en el ser humano.

Se que el libro es una autobiografía y espero mucho de ella al comenzar su lectura. Espero encontrar a una autora que nos narre el rigor de sus trabajos y sus descubrimientos, que nos explique como llega a las conclusiones que llega acerca de la supervivencia de la conciencia después de la muerte... y todo ello desde un punto de vista lo más científico posible. Pero no encuentro apenas nada de esto.

La autora comienza a rememorar desde su más tierna infancia, sus anhelos de ser doctora, de ayudar a los demás, sus relaciones con el resto de los miembros de su familia. Personalmente encuentro un relato interesante en el fondo, pero muy poco atrayente en las formas: un relato demasiado egocéntrico, donde Kübler Ross es una especie de elegida que ha venido con una misión: la de redimirnos y ofrecernos el verdadero conocimiento de quienes somos y adonde vamos, ahí es nada. Si la infancia y juventud no aportan demasiado al lector, aparte de lo loable de sus intenciones y su esfuerzo por ayudar a los demás, la cosa se pone más interesante cuando la doctora Ross empieza a ejercer y se interesa por los moribundos. Sus mejores esfuerzos van encaminados a interesarse por ellos, a decirles la verdad sobre su estado y ayudarles a morir lo mejor posible, con oposición del resto de sus colegas, bien es cierto. Hasta ahí nada que objetar, más bien admirar las intenciones de la autora y estar de acuerdo en su propósito de humanizar la asistencia médica en los últimos momentos a enfermos deshauciados. No he leído las famosas obras dedicadas a estos asuntos, pero supongo que no estarán faltas de interés.

Pero la cosa se empieza a desmadrar a partir de la narración, con toda la naturalidad del mundo, del encuentro con un fantasma en un ascensor, que porta un mensaje especial para ella. Desde ese momento, como lector paso verdaderos momentos de vergüenza ajena con los intentos de la autora de justificar su militancia en una extraña secta que se dedicaba a invocar espíritus en la oscuridad (mientras, según se supo después, el líder mantenía relaciones sexuales con algunas adeptas), con una extraña explicación: por un lado admite que todo fue un fraude, pero por otro, según cuenta, los espíritus con los que hablaba en las sesiones siguen apareciéndosele como Pedro por su casa y "guiándole espiritualmente". Entre otros desvaríos, también narra el episodio de una mujer que tenía hadas en su jardín y las fotografías que les hizo. No solo llegó a fotografiar a tales hadas, sino también a su espíritu guardían, según cuenta. Claro que, desgraciadamente, todas esas pruebas desaparecieron en el incendio de su casa. Una lástima. Como colofón final, llega a hablar con el mismísimo Jesús, que le confirma como una elegida para iluminarnos.

Con todo ello lo único que consigue, al menos en mi caso, es que no llegue a creerme nada, ni siquiera lo que puede sonar a razonable. Bien es cierto que existen muchos misterios en torno a la muerte, pero no creo que ella los haya descubierto con ese método de misticismo intuitivo. Sí que es cierto que la doctora Ross hizo buenas aportaciones en el campo médico en cuanto a la humanización de la muerte, pero este libro va más de los dislates arriba descritos que de ese interesante trabajo. He echado un vistazo a las críticas que hay escritas sobre este libro por internet. Curiosamente todas pasan de puntillas por el contacto con espíritus y utilizan palabras muy parecidas a las de la contraportada para describir el libro. No he encontrado ninguna opinión negativa. O bien yo soy muy raro o este no es el libro apropiado para mí. Quizá soy una persona demasiado racional y necesito pruebas para creer ciertas cosas.

martes, 18 de agosto de 2009

¡OLVÍDATE DE MÍ! (2004), DE MICHEL GONDRY. SOMOS LO QUE RECORDAMOS.


Siguiendo en la estela de comentarios de películas originales, nos encontramos con esta, de espantoso título en España, (el auténtico lo tienen en el cartel) y sostenida por un maravilloso guión de Charlie Kaufman que consigue sacar lo mejor de Jim Carrey y protagonizar una de las pocas películas buenas que tiene en su haber.

Se cuenta aquí la historia de una pareja que sostiene una relación de amor-odio. Se trata de dos personas inestables, de caracteres contrapuestos. Como ella es una impulsiva, encuentra una solución radical: borrarse todos los recuerdos de esta relación y ser capaz de volver a empezar. Al enterarse, él decide someterse al mismo procedimiento. A partir de aquí iniciamos un extraño viaje por la mente de Joel, por los recuerdos de su relación y su interpretación de los mismos. Presente y pasado se entrecruzan en la película, sutilmente diferenciados por detalles como el cambio de color de pelo de Clementine, con lo cual no se despista en ningún momento al espectador. Como era de esperar, Joel se arrepiente a mitad del experimento y debe luchar en el interior de su propia mente por retener algo que forma parte de su propia vida y que considera digno de ser rememorado.

Todos sabemos que nuestros recuerdos y experiencias son lo que nos define como personas. Perderlos sería como mutilarnos en cierto modo. Pero no es este el único dilema ético que se nos plantea. Los encargados de llevar a cabo estos procedimientos son unos auténticos chapuceros, que acaban aprovechando los recuerdos de sus "pacientes" para su propio deleite personal.

En cualquier caso ya nos advirtió Borges, entre otros, que la historia es circular. Aún amnésicos, los amantes se buscan inconscientemente y se encuentran. La vida es siempre volver a empezar.

EL LADO OSCURO DEL CORAZÓN (1992), DE ELISEO SUBIELA. LA VOZ DEL POETA.


Todo resulta en principio estimulante en esta película, desde su cartel hasta su contenido. La historia de un poeta enamorado de una prostituta está tratada, valga la redundancia, de un modo intensamente poético. Y es que es la voz de Oliverio la que escuchamos todo el tiempo, tomando prestados los poemas de Benedetti para expresar sentimientos que no pueden ser expresados. Él busca lo imposible: una mujer que le haga volar. El mismísimo Benedetti hará acto de presencia en un par de escenas, paradójicamente recitando poemas en alemán.

La impresión general de film a veces es turbadora, a veces irritante, por las impresiones tan diversas que produce el personaje protagonista. De insolente y sabelotodo pasa a ignorante y desgraciado ante nuestros ojos. Es un ser en constante metamorfosis, que no es capaz de encontrarse a sí mismo si no es a través del amor. Vive de su propio aliento poético. Una mujer que se nos muestra como de belleza sobrenatural, al menos por la noche, "una mujer desnuda y en lo oscuro", (Sandra Ballesteros), será el objeto de su deseo. Rechazado por el materialismo de ella, no ceja en su empeño, ofreciéndole su corazón y su espíritu.

Una de las películas más originales que se han realizado en los últimos años, no apta para todos los públicos. Hay que dejarse llevar por ella, olvidando la narrativa cinematográfica tradicional. Es como un poema que se hace imágenes. No es fácil de visionar, pero deja muy buen sabor de boca.

lunes, 17 de agosto de 2009

TODOS ESTAMOS INVITADOS (2008), DE MANUEL GUTIÉRREZ ARAGÓN. ANATOMÍA DEL MIEDO.


No voy a comenzar diciendo las típicas palabras que calificarían esta cinta como "imprescindible" o "necesaria". Si nos atenemos a los valores estrictamente cinematográficos de esta obra nos encontramos ante un trabajo estimable, pero fallido. Los personajes están demasiado estereotipados, apenas tienen matices. Quizá en el caso de los etarras esa sea la tristísima realidad y sean realmente así, una especie de muchachos no muy inteligentes a los que unos señores más listos que ellos les ha lavado el cerebro para que crean que luchan a favor de un pueblo oprimido. El caso del profesor que interpreta José Coronado más que un asunto de valentía, lo es de temeridad. Conociendo la situación del lugar donde vive y trabaja, sabe que unas declaraciones tan honestas son una especie de condena a muerte: primero civil y después física. El profesor debería aprender de los dirigentes del PNV, que a base de ambigüedades y dobles sentidos en sus palabras llevan años sacando réditos políticos.

Si comentamos la película objetivamente, sin atenernos a criterios artísticos, hay que decir en primer lugar que es un retrato valiente de una situación, la del País Vasco, donde, digámoslo claro, la democracia no funciona como en el resto del país. La libertad de expresión está vetada en esos territorios, controlados por una mafia del pensamiento que, si bien son una minoría, amedrentan a todo el mundo, como bien refleja la película. Es muy buena la escena en la que el profesor es amenazado públicamente por su propio amigo en un banquete y el resto de comensales hacen como que no escuchan. Una metáfora de la situación de una sociedad enferma. Yo no vivo allí, pero en una visita que hice hace algunos años pude advertir una atmósfera enrarecida, una especie de ley del silencio. Supongo que si me tocara trabajar allí, tendría que tener cuidado, como todos. Pocas personas sienten la vocación de ser héroes.

En cualquier caso, como ya dije en una entrada anterior, los telediarios engrandecen constantemente a estos "luchadores de la libertad". Cualquier acción que en otro lugar sería calificada como meramente de gamberrismo allí se denomina pomposamente "lucha callejera", a la mafia se le denomina "grupo terrorista" o "movimiento de liberación vasco", según quien se refiera a ellos y los asesinatos son siempre notorios, noticias de portada, lo cual engrandece a los asesinos y da lugar a declaraciones tópicas de unos y otros que siguen haciendo girar la misma rueda de siempre. Al final siempre acaban pagando los ingenuos que se atreven a llamar las cosas por su nombre.

domingo, 16 de agosto de 2009

LÍNEA MORTAL (1990), DE JOEL SCHUMACHER. VIDA DESPUÉS DE LA VIDA.


Joel Schumacher es un cineasta que oscila entre lo horrendo y lo correcto. Del primer grupo cabe destacar la cuarta película de Batman, "Batman y Robín", comparable a "Superman IV" en el apartado de mayores despropósitos de la historia del cine. En el segundo grupo habría que colocar películas estimables, como "Un día de furia" o "Última llamada".

"Línea mortal" trata el espinoso tema de las experiencias cercanas a la muerte (ECM), con un planteamiento a priori interesante: un grupo de estudiantes de medicina deciden experimentar estas experiencias en sus propias carnes, realizándose paradas cardiorespiratorias controladas. Tan interesante planteamiento deriva al final en un discurso moral sobre los errores del pasado a través de un argumento que tiene mucho de películas de terror para adolescentes.

En cualquier caso la película es entretenida y está bien sostenida por un buen elenco de jóvenes intérpretes. Otra cosa es que sean creibles las relaciones entre ellos: todo bordería y malos modos. ¿Cómo confiar la propia vida a gente que ni siquiera te cae bien? También llama la atención la estética, con reminiscencias de "Blade Runner" y absolutamente influida por los videoclips de los años ochenta. Ciertamente en una escena llega a salir humo hasta de un inodoro.

Lo cierto es que el tema está desaprovechado. Las ECM son una realidad muy controvertida, que actualmente está siendo objeto de rigurosos estudios científicos a través del denominado Proyecto Aware. Para quién no lo sepa, se trata de las experiencias que dicen tener las personas que han estado clínicamente muertas. Los estudios dicen que apróximadamente un veinte por ciento de estas personas afirman haberlas tenido. En casi todas ellas el paciente siente como sale de su cuerpo en pos de una luz y puede verse a sí mismo en la mesa de operaciones, sintiendo a la vez una gran paz y sentimientos placenteros y revisando a la vez la propia vida en unos segundos. Las teorías más racionales hablan de sentimientos inducidos por el propio cerebro moribundo, que en los últimos momentos ayuda a bien morir segregando sustancias parecidas a la morfina. Es como si el cerebro se apagara de la mejor forma posible. Estas experiencias pueden ser inducidas artificialmente con el consumo de ciertas drogas como la ketamina. Hay otro grupo de científicos a los que algunas características de las ECM no les encaja del todo en esta explicación: ¿cómo puede un cerebro muerto seguir generando actividad? Esto se explicaría a través de una actividad cerebral residual, que no pueden recoger los aparatos que se usan hoy por hoy. ¿Por qué en algunos casos el paciente describe perfectamente la operación a la que ha sido sometido y puede repetir las conversaciones de los médicos? Habría que estudiar caso por caso.

Lo cierto es que las personas que viven una ECM suelen cambiar y perder completamente el miedo a la muerte, no dudando de que la experiencia por la que han pasado es completamente real. Mi opinión personal es que se trata de una experiencia generada por el cerebro, tan realista como las alucinaciones que producen el consumo de ciertas drogas, y que tiene mucho que ver con las creencias anteriores del individuo. Creer lo contrario sería defender que la conciencia puede tener vida fuera del cerebro, algo científicamente imposible. En cualquier caso, creo que se debe seguir investigando, pues se trata de un campo apasionante, por el que se puede conocer mejor los procesos mentales del ser humano. Si algún día llegara a demostrarse que estas experiencias tienen base real, que la conciencia sobrevive a la muerte del cuerpo, nos encontrariamos ante el hecho más revolucionario de la historia del hombre. Merece la pena indagar.

Dejo aquí un debate sobre este asunto que encontré en la red:

http://www.periodistadigital.com/foros/viewtopic.php?t=26229&postdays=0&postorder=asc&start=0&sid=43e8154623f31eae32832f3df26bc133

Y aquí un interesante documental de Documentos TV:

http://video.google.com/videoplay?docid=-5871030730528748908

ENEMIGOS PÚBLICOS (2009), DE MICHAEL MANN. QUIÉN ROBA A UN LADRÓN...


Hace setenta años Estados Unidos vivía una situación muy similar a la de ahora, solo que peor. La crisis del 29 fue auténticamente brutal y dejó a millones de personas en la calle y sin expectativas. Los grandes bancos aprovecharon para reforzarse y sentar las bases de nuevas ganancias. Es música conocida, que se repite cíclicamente. En este contexto, las "hazañas" de John Dilinger, un atracador de bancos ansioso de fama, llamaron pronto la atención. Dilinger, como un experto en marketing, se llevaba los fondos de la sucursal, pero respetaba el dinero de los ciudadanos humildes que allí se encontraran. Bien pronto fue declarado el "enemigo público número uno". Era más sencillo que perseguir a los banqueros.

La película de Mann intenta recrear con fidelidad la carrera de Dilinger y consigue su objetivo pero, eso sí, con frialdad extrema. La interpretación de Johny Deep es correcta y carismática, pero poco más. No consigue transmitirnos complejidad alguna en el personaje, más allá de su osadía personal y su falta de expectativas de futuro, siempre mostrando la misma expresión retadora y resabiada. En ningún momento consigue empatizar conmigo como espectador. Se que al final va a morir acribillado y no me preocupa. La relación que establece con "su chica", es francamente risible. Ella cae embelesada a sus pies desde el primer momento como una cabeza hueca, sin realizarse el más mínimo planteamiento de donde se está metiendo, sin la más mínima personalidad, solo obedeciendo los dictados de su gángster. Todo esto no nos produce ni la más mínima emoción. El personaje del perseguidor de Dilinger, Melvin Purvis, está interpretado con sobriedad por Christian Bale, pero está lastrado también por la falta de conocimiento de su presente y pasado. Solo le vemos en su trabajo, persiguiendo con saña a los criminales, pero nada sabemos de su vida cotidiana fuera de él o de como le afecta psicológicamente su labor diaria. Al final un letrero nos informa de que se suicidó muchos años después, como dándonos a entender que su profesión pudo con él. Pero cualquiera sabe... La escena en la que los dos personajes se encuentran, en la que Purvis observa a un encarcelado Dilinger como si de un trofeo se tratara sí que resulta interesante y remite a la magistral "Heat", donde sí que se les daba un tratamiento profundo y humanista a los personajes. La presencia de J. Edgar Hoover en sus comienzos, un personaje que tanto iba a dar que hablar en el futuro, podría haber dado mucho más juego, pero sus apariciones son meramente circunstanciales.

Si los personajes no están bien dibujados, quizá pudiéramos aferrarnos al retrato de época que nos ofrece el director. Tampoco aquí la película destaca demasiado. La fotografía digital tan marcada no ayuda a identificar la realización como de género negro y el retrato del Chicago de los años treinta desmerece mucho del que nos ofreció, por poner un ejemplo, Brian de Palma en "Los intocables". Las escenas de acción pretenden ser el punto fuerte, pero la planificación de las mismas resulta bastante confusa demasiadas veces. Muchos tiros, mucha espectacularidad, pero el espectador no llega a enterarse de quien dispara a quien y se marea a menudo con los continuos movimientos de cámara. Se usa y abusa durante todo el metraje de primeros planos y planos intermedios. El trabajo correcto, pero mediocre, de los actores no invita demasiado a ello.

Una película decepcionante, de un Michael Mann que nos está acostumbrando a una de cal y otra de arena. A priori, poseía todos los elementos para estar a la altura de "Heat" o "Colateral", pero se queda desgraciadamente muy atrás. Las expectativas eran altas, por lo cual he salido decepcionado. Todo ello no quiere decir que la trama carezca de puntos de interés o que su visión sea una absoluta pérdida de tiempo, sobre todo en estos meses veraniegos, cuando se concentra toda la morralla cinematográfica en nuestras salas, pero a Michael Mann cabe exigirle mucho más.


SUPERMAN IV, EN BUSCA DE LA PAZ (1987) , DE SIDNEY J. FURIE. HOMENAJE A UN ACTOR.


No quiero comenzar esta entrada sin dejar de agradecer a todos mis lectores, a todo el que se ha pasado alguna vez por aquí, su visita. El haber llegado a las diez mil visitas es importante para mí, y me anima a seguir. Muchísimas gracias a todos.

Es difícil (o quizá insultantemente fácil) hablar de una película como este "Superman IV". Normalmente procuro evitar productos de ínfima calidad como el que nos ocupa. Mi tiempo, como el de cualquiera, es limitado y no es cuestión de perderlo en estas cosas, existiendo infinidad de obras maestras que todavía no he visto. Pero, en esta ocasión, me pudo la nostalgia. Esta cuarta parte de Superman es la única que no había visto y estaba bien advertido de lo pésima que era en todos sus aspectos. No voy a hablar de los ridículos efectos especiales, del casi inexistente guión, de Luthor y su innombrable sobrino, del aspecto del enemigo de Superman, el Hombre Nuclear, muy propio para haber coprotagonizado "Brüno". Solo quiero rendir un homenaje a Christopher Reeve que, contra viento y marea, una vez más consigue una actuación digna del gran profesional que era. Recuerdo que la primera vez que ví "Superman", cuando era pequeño, me sorprendí mucho cuando me contaron que era el mismo actor el que hacía de Clark Kent y de Superman. No podía creerlo. Entonces era verdad que con unas gafas, un cambio de peinado y unas dosis de torpeza, Superman podía disfrazarse y andar entre personas corrientes... Pocos intérpretes están capacitados para conseguir algo así. Christopher Reeve consiguió imprimirle grandeza y humildad al personaje en dosis similares. Por eso consigue deleitarnos en todas las entregas, incluida esta.

El cruel destino de este gran actor es bien conocido. Es una lástima que se tuviera que despedir de su personaje con esta joya del cine cutre, pero eso no desmerece ni un ápice su trabajo. Descanse en paz.

martes, 11 de agosto de 2009

LA VIDA DE LOS OTROS (2006), DE FLORIAN HENCKEL VON DONNERSMARCK. CLIMA ORWELLIANO.


El cine alemán comienza a ajustar cuentas con su pasado. Sin miedo. "El hundimiento" o Hitler en clave de tragedia, "Mein Führer" o Hitler en clave de comedia. "Good bye Lenin", o la RDA en clave de comedia dramática, "La vida de los otros" o la RDA en clave de drama absoluto. Quizá algún día podamos ver algo parecido en el cine español. Algún día.

"La vida de los otros" retrata a la perfección lo que supone la vida en un país totalitario y neurótico. La policía secreta alemana, la Stasi, estaba habitualmente presente en la vida cotidiana de los ciudadanos. Se estima que uno de cada cincuenta alemanes del este eran informadores, lo cual supone que potencialmente toda la ciudadanía se encontraba vigilada de un modo u otro, algo no muy lejano a lo que retrató George Orwell en su fundamental "1984". La psicosis del gobierno de considerar a toda la población como potenciales enemigos del Estado acabó en la más estrepitosa autodestrucción por corrosión interna. Es difícil de entender, pero este mal sueño estuvo vigente hasta hace escasamente veinte años, es decir, hasta antes de ayer.

Gerd Wiesler es un perfeccionista que ama su trabajo como oficial de la Stasi, pero la misión de vigilar al presunto escritor disidente Georg Dreyman va a cambiar su forma de ver las cosas. El director retrata esta transformación de manera sutil, apoyado en el extraordinario trabajo de Ulrich Mühe (la escena del encuentro con el niño, que en su inocencia le enuncia una verdad absoluta es impagable). Pero el film no es solo eso: describe el trabajo rutinario de los espias, la tristeza y oscuridad del Berlín comunista y la prudencia obligada de sus habitantes. Todo este juego, en el que el Estado se comporta como un niño caprichoso y asustadizo va a tener dramáticas consecuencias.

Los informes de la Stasi siguen archivados y cualquiera que haya sido espiado puede solicitar su consulta. Supongo que será interesante, a la par que estremecedor, conocer el día a día de la propia vida narrado por un observador externo y omniscente. Como ser protagonista de una novela ya conocida. Esta es la rutina de los regimenes totalitarios, de los que la RDA fue un modelo: la explotación del miedo. Miedo del Estado a cualquier disidencia, miedo de los ciudadanos a ser descubiertos en la más mínima herejía. Un sistema que solo es capaz de sacar lo más miserable del ser humano y, lo que es peor, en nombre de una utopía que se supone liberadora e igualitaria. En este caso, las sospechas recaen sobre un escritor (en realidad la intelectualidad en estos casos no está nunca libre de sospecha). Para un escritor medianamente honesto no debe ser tarea fácil tener que medir sus palabras, pues la libertad en este oficio es un instrumento de trabajo fundamental.

Una película necesaria y de obligada visión para todo aquel interesado en la historia y en la filosofía.

UN TIPO CORRIENTE (2001), DE EDUARDO MILEWICZ. EL WOODY ALLEN ARGENTINO.


Samuel es un escritor en crisis, que trabaja guionizando un programa humorístico de televisión, aunque su trabajo es cada vez peor valorado. Su verdadera meta es escribir una novela, que va aplazando año tras año. Se siente diferente al resto de la gente, la crisis de los cuarenta está a punto de alcanzarle en un momento de fracaso. En estas circunstancias va a conocer a una alocada muchacha que le va a cambiar la vida. Puro Woody Allen, pero en Buenos Aires. Una película entretenida, donde agrada ver el trabajo de Ricardo Darín, ya que el guión parece concebido para su lucimiento.

El título resume bien la esencia de la película: algo muy corriente, para pasar el rato, aunque con algún buen hallazgo, como la química entre Ricardo Darín y la actriz que hace de su madre.

lunes, 10 de agosto de 2009

ODA A LA MISERIA (2008), DE DANIEL BARREDO. BREVARIO DE PODREDUMBRE.


Comentar un libro nunca es tarea fácil, sobre todo cuando las impresiones personales quedan reflejadas en un blog, un espacio que se pretende público, al que cualquiera puede acceder buscando una determinada información. Personalmente me sentiré satisfecho si lo que escribo puede servir a alguien, aún siendo muy consciente de las limitaciones de mi escritura. Cuando se intenta hablar acerca del libro de un buen amigo, que además es de poesía, un género del que no puedo decir que tenga lagunas, sino más bien un oceáno, es todo un reto ser objetivo, tal y como me pidió Daniel.

Daniel Barredo es profesor de instituto en Málaga. A pesar de su juventud, acumula muchas experiencias y viajes, que se reflejan perfectamente en su escritura y en su amena conversación. Aunque este es un apunte muy personal, he de agradecerle infinitamente haberme liberado de mis prejuicios en cuanto al uso de las bibliotecas públicas. Mi bolsillo lo agradece enormemente.

"Oda a la miseria" es un libro extremadamente original. Cuando pensamos en la palabra "poesía" nos vienen a la cabeza campos floridos y hermosos amores. Para Barredo la poesía también puede ser utilizada para mirar con otros ojos lo cotidiano, la miseria urbana que nos rodea en nuestro deambular diario. Escrita en un barrio deprimido de Leeds, sus poemas pueden ser extrapolados perfectamente a nuestra querida ciudad de Málaga. Daniel se fija en un naranjo seco y evoca sus pasados esplendores, homenajea la triste utilidad de una papelera o de una farola y anima a las palomas callejeras a descubrir los placeres del campo. "El libro es un canto a lo mínimo, a lo invisible, a lo que jamás aparecería en un medio de comunicación porque no es extraordinario ni está de moda", dice el autor en una entrevista al diario Deia.

Como ya he comentado, no soy lector habitual de poesía. La poesía requiere un tipo de lectura, comparada con la prosa, mucho más sosegada. La poesía necesita un lector que implique sus propios sentimientos y que pueda penetrar en las palabras, que las saboree en sus diferentes y esquivos significados. Daniel lo ha conseguido sin que yo tenga que esforzarme mucho. Todo un logro. Si es cierto aquello de que un libro admite tantas lecturas como lectores tiene, a este humilde lector la experiencia le ha servido para dar un nuevo sentido a los pequeños detalles, por muy humildes o miserables que sean, que conforman nuestra realidad. Todo es importante, todo tiene su función. Incluso lo desagradable, que el poeta torna en atractivo a través de la magia de su escritura.

Dejo este poema como muestra, muy apropiado para estas fechas. No necesita comentarios:

PAISAJE DEVASTADO DE UNA PLAYA EN AGOSTO.

Toalla con toalla
la playa exhibe un sucio mercadillo
del que escapan los peces y las algas.

Los cuerpos se amontonan como sacos
en estrés de palabras y palabras,
sobre todo palabras y vacío.

Las huestes invasoras avasallan
al tímido cangrejo
en un pulso entre cremas y sandalias.

-Dónde están las arenas de los sueños,
-protesta la gaviota deshauciada-,
en qué lugar el aire puro y libre-.

Toalla con toalla
el agua enseña un luto de piscina,
la arena se transforma en telaraña,
y huele a cementerio
al esplendor dorado de la playa,

Los cuerpos se amontonan como sacos
en estrés de palabras y palabras,
sobre todo palabras y vacío.

Solo me cabe felicitar a Daniel y agradecerle el haberme hecho pasar un rato tan provechoso y agradable. Dejo el enlace con la entrevista en Deia:

http://www.deia.com/es/impresa/2009/07/26/bizkaia/kultura/581522.php


jueves, 6 de agosto de 2009

DESGRACIA (1999) DE J.M. COETZEE. EL HOMBRE DESPLAZADO.


David Lurie lleva una vida acomodada. Es profesor universitario, divorciado dos veces y mujeriego siempre que se presenta la ocasión. Su último devaneo con una alumna será piedra de escándalo. No hará nada por defenderse y será expulsado de su paraíso universitario. Sin otro lugar a donde ir, va a vivir con su hija, que es propietaria de una pequeña granja en la Sudáfrica profunda.

Esto no es más que el anuncio de la desgracia a la que alude el título. La vida en el campo va a ser un descenso al primitivismo para el civilizado Lurie. La agresión de que son objeto por parte de un grupo de semisalvajes le va a hacer plantearse muchas cosas. Su hija ha sido violada y él es incapaz de acercarse a ella para consolarla, para aliviarle su infierno interno. Él mismo se siente viejo e inútil, casi como los perros abandonados que ayuda a curar y, a veces, a morir. Todo se derrumba a su alrededor y siente como crece su ira, a la vez que su impotencia. Las soluciones occidentales, su educación, no sirven ante la cultura de los salvajes abandonados, a medio civilizar por los misioneros europeos, una lógica machista y violenta que choca con nuestros exquisitos valores. Él mismo es un ser contradictorio pues, aunque en ningún momento se siente un violador, sí que es consciente de haber abusado de su posición de poder en la relación con su alumna. En este caso, en la lucha entre el instinto y la racionalidad, acaba ganando el instinto, el deseo primigenio. Quizá sus agresores se han dejado llevar por unos sentimientos parecidos, sin las barreras impuestas por la educación.

Coetzee nos hace penetrar en los sentimientos del protagonista y nos deja instalados en ellos durante toda la narración, por lo que esta nos resulta incómoda y apasionante a partes iguales, con ayuda de una escritura cortante y precisa, como el bisturí de un cirujano. Habrá que seguir la obra de este escritor, ganador del Nobel de hace cinco años. Estoy deseando ver la película basada en la novela, recién estrenada en España.

MI NOCHE CON MAUD (1969), DE ERIC ROHMER. LA APUESTA PASCALIANA.


Para mi vergüenza, he de decir que es la primera vez que veo una película de Eric Rohmer. Para mi vergüenza, seguramente tendré que seguir diciendo esto muchas veces en el futuro, ya que el cine europeo está lleno de lagunas para mí. Tengo voluntad de ir solventándolas.

Este es un tipo de cine no apto para todos los públicos. Se trata de "cine filosófico", perteneciente a la serie de los Cuentos morales de Rohmer. Por lo tanto, lo esencial de esta realización es seguir con atención los diálogos y las actitudes de los protagonistas. Y reflexionar. El protagonista es un católico convencido. Pero como casi todo católico, lo es de cara al exterior, porque es imposible cumplir con todos los preceptos, especialmente los relacionados con la abstinencia sexual, pues van contra la naturaleza humana. Además, la vida va a poner a prueba continuamente en ese sentido a un soltero de treinta y cuatro años. Jean-Louis encuentra a un antiguo amigo y juntos visitan a una amiga de este, una mujer divorciada y hedonista, que pondrá a prueba su resistencia a la tentación. Parece que acaba venciéndola, pero algo se rompe en su interior.

Su amigo le ha hablado de Pascal, de su famosa apuesta, que para mí es una trampa del pensamiento, un autoengaño. Apostar por lo menos probable, por si acaso, no creo que sea lo que más complaciera a Dios, en caso de existir. Pero esas son las contradicciones a las que se enfrenta la fe. ¿Se tiene por miedo, por costumbre...? Realmente al final resulta que la fe interior, la verdadera práctica de lo que se manifiesta creer, se deja a un lado cuando conviene y los demás no van a enterarse. Continuos autoengaños e hipocresías. Ya se dice en la película que es bien difícil aspirar a ser santo.

Mi conclusión es que hay que dejarse guiar por la naturaleza humana y no reprimir los deseos, siempre que no se trate de deseos criminales, se sobreentiende. La represión no nos hace más humanos, sino que nos amarga. Y el estado de amargura no casa con el ideal de humanidad. Al menos con el mío. Es mejor no desperdiciar la vida a base de continuos remordimientos. Elegir vivir conforme a ciertos estrictos dogmas de fe puede significar no conocer las mejores experiencias. O vivirlas con complejo de culpabilidad. Hermosa película.

miércoles, 5 de agosto de 2009

ZEITGEIST (2007), DE PETER JOSEPH. LA VISIÓN DISTORSIONADA.



Cuando uno visiona un documental de estas característas la primera reacción consiste en intentar ordenar el mar de dudas que surgen de inmediato. Si todo lo expuesto es cierto, vivimos sumidos en el engaño, como auténticos esclavos. Y hay asuntos que suenan muy razonables. Pero acusaciones o afirmaciones de ese calibre deben ser respaldadas por pruebas sólidas. Vayamos por partes.

El primer tercio del documental está dedicado a la religión, mostrada como uno de los grandes fraudes a los que se enfrenta la humanidad. Ya hablé con más profundidad de ese tema en la entrada "Dios no es bueno". Cabe mencionar las similitudes, más que obvias, entre Jesús y otros personajes de mitologías y religiones anteriores, aparte de sus relaciones con la divinidad solar y los estudios astrológicos.

El segundo tercio se dedica al espinoso asunto del 11 de septiembre, sosteniendo que fue un ataque orquestado por el propio gobierno de los Estados Unidos, algo difícil de creer, aunque no descartable por completo. Se tratan asuntos ya conocidos: la presunta demolición de las torres gemelas, el misil sobre el Pentágono, las relaciones entre los Bush y los Bin Laden... Sería algo monstruoso de ser cierto. Hay precedentes. Se sabe que en Pearl Harbour, Rooselvelt "dejó hacer" a los japoneses para crear un casus belli
. Se sabe que la entrada de EE UU en la guerra de Vietnam fue fabricada. Pero nunca había ocurrido algo así, un ataque contra los propios ciudadanos. Lo cierto es que el gobierno aprovechó bien el clima de miedo para restringir libertades e iniciar una guerra interminable contra el "terrorismo" que prácticamente lo justifica todo y que hace ganar montones de dinero a los de siempre. Es de suponer que nunca se sabrá la realidad exacta de lo que sucedió, de como fue posible un ataque de esas características perpetrado por un grupito de personas que habían tomado unas clases de vuelo.

En la tercera parte se nos habla de dinero, tema fundamental de "Zeitgeist Addendum", de como la economía está controlada por unos pocos, que provocan crisis a voluntad para reforzar su poder, cuyo último fín sería establecer un gobierno mundial controlado por ellos mismos. Algo realmente estremecedor.

"Zeitgeist" es un gran documental, de realización impecable y que mantiene al espectador pegado al asiento, reflexionando constantemente acerca de lo que ve en la pantalla. Pocas realizaciones consiguen esto. Otro asunto es la veracidad de lo que se cuenta. Se dan por sentadas afirmaciones tremendas sin apenas pruebas, solo a base de efectismo. Ciertamente, tienen cierta base, pero el conjunto de lo que se nos muestra, una gran conspiración, requiere mucha más reflexión y contraste de fuentes. Pero es un buen comienzo para reflexionar sobre las bases que sustentan el mundo donde vivimos y quienes son realmente quienes toman las decisiones. En este sentido el documental es muy valiente, haciendo afirmaciones que otros no se atreven.

A mí particularmente cada vez me gusta menos la sociedad en la que vivo. Tenemos fácil acceso al conocimiento, a opiniones de personas inteligentes, tenemos libertad para reflexionar... Pero la gente sigue quedándose con el fútbol, las revistas del corazón y la vida de las personas de su entorno inmediato. Nadie quiere mirar más allá, y en ello se sustenta el éxito de los que están arriba: carecemos de espíritu crítico, simplemente por comodidad. Solo nos preocupan los problemas más inmediatos, pero carecemos de una visión de conjunto. Solo un pequeño porcentaje de la población está interesado en ocuparse seriamente de estos temas.

Dejo aquí el enlace, para que vean el documental y puedan participar en este debate a escala mundial. No les defraudará.

http://www.mubees.com/peliculas/5567/zeitgeist-the-movie-vos


martes, 4 de agosto de 2009

CASINO (1995), DE MARTIN SCORSESE. EL REY DEL JUEGO.


Nada más comenzar la película, una de las mejores de este gran maestro, se nos muestra una vista aérea de Las Vegas, llena de luz. Pero la cámara se va alejando. Las Vegas se va haciendo cada vez más pequeña. El desierto la rodea, como queriendo engullirla. Los protagonistas han ascendido desde una criminalidad humilde, de barrio, a formar parte imprescindible de la gran maquinaria de hacer (y lavar) dinero que es Las Vegas. Sam Rothstein (Robert de Niro) es un apostador impecable. Ha estudiado todos los mecanismos del juego y sabe apostar siempre sobre seguro. El desierto acechante parece estar lejos mientras mantiene el control. Pero todo se le va a volver en contra cuando, contra su costumbre, realice una apuesta de riesgo.

La apuesta resulta ser una mala mujer, interpretada por Sharon Stone, de la que se enamora perdidamente. La historia que narra Scorsese es la del auge y caída de un imperio. El casino que regenta Sam es un lugar de apariencia legal, donde todo funciona tal como quieren los capos. Él es una pieza más del perfecto engranaje donde todos ganas asombrosas cantidades de dinero. El juego es una tapadera perfecta. Sam se encarga de que ningún cliente gane demasiado. Quién gana más de la cuenta es sospechoso. Y Sam conoce todos los trucos. Como de costumbre Scorsese retrata a personajes corruptos hasta la médula, para los que la corrupción es una forma de vida natural. Toda esta armonía va a ser interrumpida por la presencia ya mencionada de la mujer y por la llegada de un viejo amigo del protagonista, un violento Joe Pesci, extraordinario en su papel. Al final el mundo soñado de la brillante Las Vegas se va a transformar en una especie de parque temático para familias y jubilados, perdiendo así la esencia que la definía, como ha ocurrido con tantos otros lugares.

Me encanta la forma de narrar de Scorsese. La voz en off de los protagonistas hace que el paso del tiempo suceda de forma muy ágil y que las tres horas de duración de la película transcurran en un suspiro.