La reciente polémica auspiciada por el presidente mexicano López Obrador, en torno a la legitimidad de la conquista de México por parte de Hernán Cortés, ha vuelto a poner de actualidad, quinientos años después de los acontecimientos, a una de las figuras más singulares de nuestra historia. El relato de la vida de Hernán Cortés es tan improbable que solo puede ser cierto. Que un hombre que a los treinta y tres años (una edad ya bastante avanzada en el siglo XVI) era todavía un perfecto desconocido, se embarcara en la aventura de desembarcar con un puñado de hombres en la costa de las desconocidas tierras mexicanas y fuera capaz de liderar una exitosa campaña de conquista contra una civilización muy desarrollada, no deja de ser toda una hazaña, se valore ésta como se valore.
En cualquier caso, para bien o para mal, Cortés fue el hombre que alumbró el México actual, que surgió después de tres siglos de una dominación española que tuvo sombras y luces, pero sin la cual no puede entenderse la realidad del país latinoamericano, como ya señalaron Octavio Paz o Carlos Fuentes. Lo cierto es que el conquistador no se encontró ni mucho menos con un territorio pacífico cuando puso pie en México. Las querellas y conflictos entre tribus indígenas eran constantes, así como las tristemente célebres prácticas de sacrificios humanos. Cortés supo aprovechar esas divisiones en su beneficio:
"Cortés tuvo a su lado lugartenientes y colaboradores de gran valía. Sin embargo, el genio del comandante, el talento de sus compañeros y la evidente superioridad militar de los españoles no habrían sido suficientes para el triunfo de la empresa. Éste se logró gracias a los conflictos existentes en el seno del mundo indígena, por el antagonismo entre los pueblos y por la oposición al reciente y gravoso dominio de los mexicas."
Los rápidos avances por tierras mexicanas y el descubrimiento de civilizaciones muy avanzadas, capaces de construir ciudades tan fabulosas como Tenochtilan (que acabó siendo destruida casi por completo), estimularon la imaginación de los europeos en cuanto empezaron a llegar noticias de las hazañas de Hernán Cortés. La figura del conquistador de Medellín se convirtió en aquellas tierras casi en objeto de veneración. Las querellas entre españoles, que fueron frecuentes debido a las disputas en cuanto al reparto del poder en las nuevas tierras, jamás quebrantaron la aureola de gran líder casi divino de la gozaba Cortés. En una carta de Jerónimo López al emperador se expresan bien estos sentimientos:
"A Cortés, no solo le obedecían en lo que mandaba, pero lo que pensaba, si lo alcanzaban a saber, con tanto calor, fervor, amor y diligencia que era cosa admirable de lo ver, por manera que en cosa alguna había falta ni rebelión ni imaginación dél."
Si hubiera querido, éste hubiera podido convertirse en una especie de soberano de las nuevas tierras, pero su fidelidad a Carlos V siempre fue inquebrantable, aunque durante mucho tiempo arrastrara la amargura de no considerarse suficientemente pagado por los servicios prestados a un rey que le exigía para la corona "todo el oro que pudiese conseguir". No hay que olvidar que en los mismos años que se producía la conquista de México el emperador tenía que atender a diversos asuntos que arruinaban los fondos de la corona: la proclamación como emperador de Alemania, los conflictos con los protestantes, la piratería en el Mediterráneo...
La figura de Hernán Cortés, con sus luces y sus sombras, con sus aciertos estratégicos y sus empresas temerarias, que también las protagonizó, con su fidelidad a la corona y con su avaricia personal en cuanto a acaparación de bienes de la conquista, se alza como una figura histórica inimitable, porque no solo fue un guerrero, sino también un político que supo amar las tierras que conquistaba e intentó organizarlas en torno a sus creencias y sus ideales, aunque a la postre, eso significara la imposición de un régimen de explotación laboral para muchos habitantes de aquellas tierras. En cualquier caso, no se produjo un exterminio, sino una especie de convivencia que duró tres siglos entre conquistadores y indígenas y que dejó en herencia un México mestizo, tanto étnica como culturalmente.
Un libro sobre una leyenda, qué biografías o anotaciones de vidas muy especiales
ResponderEliminarUn abrazo y feliz tarde, gracias por compartir
Hernán Cortés es una figura que puede compararse íten por íten con militares de la talla de Aníbal, Bonaparte, Alejandro Magno o Julio César pues con un puñado de hombres conquistó a un Imperio tan avanzado y vasto como la propia España.
ResponderEliminarY en cuanto a lo dicho por el Presidente mexicano, te agradecería que pasaras por tigrero donde hablo acerca de esa fulana carta ¿cuento con eso?
Me ha llamado la atención eso de la "aureola" de Hernán Cortés como líder. Cuando muy jovencito, leí sobre los Pizarro en el Perú. Allí las disputas acabaron con la vida de Francisco Pizarro, lo que demuestra que no fue muy respetado por sus mismos hombres.
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