domingo, 25 de noviembre de 2012

SE ESCAPÓ LA SUERTE (1947), DE JACQUES BECKER. EL AZAR Y LA NECESIDAD.


Se escapó la suerte comienza como un relato costumbrista, donde se muestra al espectador la vida en la Francia de la postguerra: un París, que tras la pesadilla de la ocupación alemana va recuperando poco a poco la alegría de vivir. Becker muestra el mundo del trabajo de los más humildes: un medio para alcanzar pasito a pasito una vida mejor. Pero existen otras posibilidades: las posibilidades que ofrece el azar. Un simple billete de lotería puede ser el pasaporte inmediato a  un cambio radical, al cumplimiento de los sueños más inalcanzables.

A partir de que el protagonista descubre (a la mitad del relato) que el billete de lotería de su mujer está premiado, su ansiedad se transmite al espectador. Todos hemos pensado alguna vez cómo actuaríamos en caso de vernos en esa tesitura: de pronto un simple trozo de papel se convierte en el elemento más importante de nuestra existencia y protegerlo hasta que esté en manos seguras, la más sagrada de las misiones. Perder la fortuna que tan caprichosamente ha llegado a nuestras manos es la peor de las pesadillas: precisamente lo que le sucede a Antoine.

Si bien hasta entonces su existencia ha sido feliz en sus humildes expectativas junto a su mujer, la pérdida del billete de lotería premiado le sume en la más absoluta desesperación: como si el destino quisiera reírse de él, le ofrece la fortuna para inmediatamente quitársela. Un suceso así puede marcar una vida que hasta entonces creía saber donde estaba su sitio. La lotería no era más que un pequeño aliciente que no se tomaba demasiado en serio. Antoinette, que era quien había comprado el décimo, lo había olvidado por completo y ni siquiera se había molestado en mirar si estaba premiado. El azar hace que su marido lo compruebe para distraer la atención de una pequeña disputa entre los dos. De pronto, el mundo en el que vivían sufre una convulsión: llegan los planes y la ilusión parece convertirse por una vez en realidad. Que escriban sus deseos en un espejo es muy significativo, puesto que corren el peligro de transformarse en un mero espejismo...

La película de Becker anticipa algunas de las técnicas de la nouvelle vague: algunas de sus imágenes parecen sacadas de un documental, como si no estuvieran planificadas previamente, quizá para conseguir que el espectador se identifique más plenamente con la pareja protagonista. Sí que es cierto que, desde mi punto de vista, la película abusa de la presentación de personajes, abusa de anécdotas intrascendentes y tarda en entrar en materia, pero todo eso no empaña el resultado final de un film excelentemente dirigido y con un azaroso mensaje.

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