lunes, 18 de marzo de 2024

JOYLAND (2022), DE SAIM SADIQ.

Aunque está casado, Haider está obligado a vivir en la casa familiar, donde domina un irrespirable aire patriarcal (nos encontramos en Pakistán) que envuelve todos los aspectos de la existencia. Cuando consigue trabajo en una especie de teatro de variedades el protagonista comenzará una historia de amor con Biba, una artista trans por la que se siente irresistiblemente atraído, una relación que le proporciona esos espacios de libertad de los que carece en su vida cotidiana. Prohibida por obvias razones en un país como Pakistán, Joyland es un amargo canto a la libertad que se disfraza por momentos de comedia. Refleja muy bien, a través del retrato familiar que consigue, las tensiones entre la sociedad tradicional y machista y los jóvenes que desean una apertura con mayores dosis de libertad. Las mujeres pueden trabajar, pero solo como complemento al trabajo de los hombres. Cuando una de ellas manifiesta su aspiración profesional de ser decoradora de interiores, su marido le espeta: "¿Por qué decorar las casas de las otras personas, cuando puedes decorar la tuya propia?", dejando meridianamente claro cuál es su lugar en la familia. Joyland es a la vez una película muy bien realizada para conseguir ser crítica y comprometida con el retrato que se pretende de la dura realidad de Pakistan, así que viéndola el espectador puede conocer lo que significa vivir en un régimen patriarcal dominado por el pensamiento religioso.

P: 7

MODELO 77 (2022), DE ALBERTO RODRÍGUEZ.

La cárcel Modelo de Barcelona es un espacio impresionante, un centro penitenciario ya en desuso que forma parte de la historia de la ciudad. Está estructurada siguiendo como modelo el panóptico de Jeremy Bentham, una forma de control en la que todos los espacios son visibles para el vigilante, situado en un lugar central. La película describe, a través de su protagonista, el ambiente en la cárcel durante la época de la Transición, cuando muchos presos comunes tenían la esperanza de que la amnistía de la que tanto se hablaba también les alcanzara a ellos. La recreación que ha logrado Alberto Rodríguez de los espacios interiores de la cárcel hace que Modelo 77 destaque por su ambientación, con lo que el espectador puede identificarse con la sensación de falta de libertad de los distintos personajes en un espacio que en aquella época ya se encontraba decrépito por su falta de cuidados. Además, los presos se movían en aquellos años entre la esperanza sobre el nuevo régimen - una de cuyas asignaturas pendientes era la reforma de la ley de régimen penitenciario - y los abusos perpetrados por funcionarios que todavía pertenecían a la vieja escuela franquista. Una película estupenda que nos hace volver a unos ambientes poco explorados en una de las épocas más evocadas de nuestra historia reciente.

P: 7

domingo, 17 de marzo de 2024

20 DÍAS EN MARIÚPOL (2023), DE MSTYSLAV CHERNOV.

La guerra de Ucrania sigue siendo una dolorosa realidad en nuestros días. Tras más de dos años de combate su final no se ve todavía en el horizonte y sí que existen posibilidades claras de que el conflicto se extienda a otros países de la región o de que la OTAN acabe interviniendo de una manera más directa. 20 días en Mariúpol nos traslada a los primeros días de la guerra a la tristemente famosa ciudad costera de Mariúpol, donde unos periodistas nos narran el comienzo del asedio a esta ciudad, con un retrato de sus habitantes cuyas reacciones van desde la incredulidad al estupor y la desesperación. Ver la película de Chernov es una experiencia muy incómoda, porque el espectador se va a ver identificado en todo momento con la gente que sale en pantalla, personas que hasta hace poco gozaban de una existencia normal y que de un día para otro contemplan como su mundo se convierte en un verdadero infierno. Porque el documental no nos priva de todo tipo de escenas fuertes: heridas, mutilaciones o muerte de menores en directo. Todo ello con el telón de fondo de unos continuos bombardeos indiscriminados contra la población civil. Vuelve la guerra despiadada a Europa y el documental de Chernov constituye toda una advertencia de lo que esto significa, expresándolo de la manera más cruda.

P: 9


sábado, 16 de marzo de 2024

AS BESTAS (2022), DE RODRIGO SOROGOYEN.

Desviándose de los tópicos del cine español, As Bestas es un thriller rural de carácter realista que se ambienta en uno de los numerosos paisajes de la llamada España vaciada. La pareja protagonista, Antoine y Olga, se instalaron hace tiempo en unas tierras con la ilusión de cultivarlas con mimo y sacarles rendimiento. La tensión se va a desatar cuando no acepten la oferta de una multinacional para instalar en el paraje molinos de energía eólica, ya que si alguno de los propietarios rechaza la oferta, no podrá realizarse dicha instalación. Aquí entra en escena la España más negra, la de Gutiérrez Solana y el mejor Camilo José Cela, con una violencia que va subiendo poco a poco de grado, desde la meramente oral hasta la física. As bestas refleja un mundo duro y salvaje que todavía está presente en nuestro país, esa España abandonada que nunca recibe la atención de los políticos más que para nombrarla esporádicamente en sus campañas electorales. Sorogoyen refleja ese primitivismo todavía latente en la que también hay tiempo para conocer los anhelos y aspiraciones de unos hermanos (los que van a desatar la violencia) que quieren prosperar a toda costa y salir de un mundo que solo les ha traído miseria. Una película ejemplar, que resume lo que debería ser el cine español: temas poco explorados que reflejen una visión valiente de las realidades de nuestro país, además de una realización excelente.

P: 8

viernes, 15 de marzo de 2024

LOS DERECHOS EN BROMA (2023), DE PABLO DE LORA. LA MORALIZACIÓN DE LA POLÍTICA EN LAS DEMOCRACIAS LIBERALES.

Desde hace tiempo asistimos estupefactos a la degradación de la política, a debates estériles, luchas fratricidas en el seno de los partidos políticos y a un populismo desatado por parte de izquierda y derecha que atiende a los temas más llamativos y estériles y deja de lado los auténticos problemas de los ciudadanos, como el acceso a la vivienda, las listas de espera en la sanidad o la poca calidad del empleo existente. Toda esta putrefacción, con los partidos acusándose mutuamente de casos de corrupción más graves que los propios, inevitablemente se refleja también en la calidad de nuestra legislación que, como denuncia Pablo de Lora, cada vez es más retórica (en el sentido más vacío del término) y menos práctica. Es decir, que muchas de nuestras leyes no son más que declaraciones de intenciones muy voluntariosas que en la práctica no resuelven nada, solo dejar claras las benéficas intenciones morales del legislador, un fenómeno que el autor denomina legislación santimonia:

"En la legislación santimonia, el legislador aprovecha para imponer un cierto relato, como ha destacado el constitucionalista Andrés Betancor. La retórica del relato se traslada de la exposición de motivos —frecuentemente profusa y gratuitamente extensa como sabemos— a un articulado en el que se expresa más que se prescribe; se anuncia más que se ordena; se desea más que se regula. Y todo con el afán, apenas disimulado, de mostrar músculo moral. Cuando este libro termina de escribirse, la Comunidad Autónoma de Aragón ha promulgado una «Ley de Cultura de la Paz en Aragón». En su exposición de motivos (ocupa la mitad de una ley que cuenta con nueve artículos), el legislador aragonés da cuenta de que «antropólogos e historiadores han demostrado que los seres humanos están programados para la cooperación y la ayuda mutua» y que «en Aragón, la cultura de la paz tiene un fuerte arraigo, vinculado con la fuerza del pacto como tradición». El legislador aragonés se remonta a las «asambleas de paz y tregua», del siglo XII, o al Compromiso de Caspe, de 1412. Mejor no remontarse a julio de 1938 cuando empezó a librarse la batalla del Ebro."

Todo esto consigue una especie de infantilización de lo público. Las leyes se convierten en admoniciones de la moral imperante en la que se deja de lado lo práctico y se abusa de lo emocional, llegándose en alguna exposición de motivos a la increíble actitud de afear la legislación del gobierno anterior nombrando sus siglas políticas. Pero lo peor es que, siendo leyes tan loables, usualmente se olvida poner a disposición de la administración los recursos públicos para su cumplimiento o al menos para el desarrollo de las intenciones del legislador. Entonces de lo que se trata es de una especie de maquillaje de la realidad para que parezca que el Estado está preocupándose y abordando los problemas de los ciudadanos, cuando en realidad toda esta retórica se traduce en puro humo. Así pues, lo único que importa en la política española es parecer más virtuoso que el adversario y cercano a unos ciudadanos que se dejan engañar con suma facilidad (solo hay que analizar las promesas de las campañas frente a la realidad de la gestión diaria). Un problema que se agudizado más en los últimos tiempos cuando el gobierno ha dedicado todos sus esfuerzos en sacar adelante una ley de amnistía frente al sentir de la mayoría de la gente.

LIVING (2022), DE OLIVER HERMANUS.

No sabemos si era necesario recrear de nuevo la imprescindible película de Kurosawa, sobre todo a través de un remake que transcurre en la misma época que ésta, aunque ambientado en Inglaterra. Living se beneficia sobre todo de la fabulosa actuación de Bill Nighy y de la espléndida fotografía (casi podríamos calificarla de retro) que evoca perfectamente esos años de posguerra en Londres. La historia en sí misma no cambia demasiado respecto a la original: un funcionario que lleva una existencia monótona y aburrida y que además no es nada productivo en su trabajo, cambia repentinamente de actitud cuando le diagnostican un cáncer terminal. A partir de ahí, sacando parte de sus ahorros del banco, intenta divertirse - aunque debe pedir ayuda, porque no sabe cómo hacerlo - y finalmente decide dejar un modesto pero importante legado para la posteridad: la construcción, tantas veces postergada por el Ayuntamiento de un parque infantil en una zona anegada por aguas residuales. Living sigue siendo la misma fábula del hombre que despierta a las puertas de la muerte e intenta hacer feliz a su entorno, algo que no se le había ocurrido nunca, pero tiene entidad propia como para que su visionado sea una experiencia muy agradable.

P: 7

jueves, 14 de marzo de 2024

HADJI MURAT (1912), DE LEV TOLSTÓI. EL HÉROE DEL CAÚCASO.

Durante buena parte de la primera mitad del siglo XIX Rusia estuvo en guerra en el territorio del Cáucaso, una de las zonas naturales de expansión del imperio. Aquello era un avispero repleto de pueblos diferentes que en muchas ocasiones se encontraban en conflictos territoriales, por lo que la política más eficaz era establecer alianzas para afianzar los avances. Todo esto lo conocía muy bien un Tolstói, que llegó en 1851 (mismo año en el que transcurre la novela) al Cáucaso como soldado y pudo recopilar material de sobra para escribir en el futuro la que sería su última obra. 

En la figura de Hadji Murat se resume la nobleza del guerrero, algo que es reconocido también por los mismos rusos, los enemigos a los que se entrega para poder combatir contra su rival, el imán Shamil, que mantiene como rehenes a los miembros de su familia. El guerrero tiene en estas circunstancias las manos atadas y necesita que los rusos negocien con su enemigo para liberar a su familia y así poder pagar su deuda con sus habilidades legendarias para el combate al servicio del Imperio. La figura del héroe impresiona a sus distintos interlocutores. El gran enemigo se ha convertido de forma inesperada en un aliado y es una circunstancia que los rusos quieren aprovechar con inteligencia, aunque es preciso antes informar a las altas instancias para que decidan sobre el ilustre prisionero.

Destaca en Hadji Murat la riqueza de personajes que imprime Tolstói al desarrollo del relato. Todos tienen una psicología compleja y el autor es capaz de conseguir que el lector establezca una relación de cariño con todos ellos, protagonistas de un conflicto de baja intensidad, repleto de emboscadas y enfrentamientos entre pequeños grupos de hombres. También hay espacio de que aparezca el mismísimo zar, en un capítulo memorable en el que se detallan algunas de sus augustas costumbres. 

Al igual que la planta que el autor describe al principio, Murat es un luchador implacable, un hombre amable en las distancias cortas, pero capaz de matar en un instante a cualquiera si las circunstancias lo requieren. Su espíritu es rebelde y está entregado al objetivo de salvar a su familia, por lo que acaba tomando medidas extremas al respecto, lo que desencadena el drama final. Para Harold Bloom Hadji Murat "representa lo sublime en la prosa de ficción y lo considero el mejor relato del mundo, o al menos el mejor que yo he leído."