martes, 11 de julio de 2017

LAS CHICAS (2016), DE EMMA CLINE. UN PASEO POR EL LADO OSCURO.

Evie es una adolescente, hija de unos padres de posición social acomodada. Como muchas de las chicas de su edad, la protagonista se siente un poco excluida y fuera de lugar en los círculos en los que debería moverse. La gota que desborda el vaso de su situación se produce cuando sufre el desprecio de su mejor amiga. Evie está sola. No hay más remedio que buscar compañías alternativas y las encuentra en un extraño grupo de jóvenes con un estilo de vida cercano al hippismo, pero con un matiz inquietante: veneran al líder de la pequeña comunidad, un tal Russell - trasunto del tristemente famoso asesino Charles Mason -, hasta el punto de que todas las chicas aceptan mantener relaciones sexuales con él con una naturalidad pasmosa. Russell es un ser seductor y a la vez extrañamente perturbador, uno de esos tipos capaces de hacer con la gente lo que quiere, sobre todo si es gente con poca autoestima.

Nos encontramos en 1969 y la sociedad estadounidense poco tiene que ver con la de la década anterior. El amor libre y el consumo de drogas se han institucionalizado entre muchos grupos de gente y la búsqueda de un gurú espiritual, de un ser superior que sea capaz de hacer de la vida algo trascendente se convierte en un motor vital para numerosas personas. Que la forma de vida que instituye Russell-Mason en su selecto grupo sea cada vez más miserable, que la existencia transcurra entre basuras y detritos, no afecta ni un ápice al prestigio de un líder que cada vez se siente más resentido, ya que el mundo parece no estar preparado para reconocer su absoluta genialidad como artista. Y esta situación tan injusta, sentencia Russell, tiene un culpable, el amigo que no hizo lo suficiente para promocionarle, por lo que la venganza contra éste está plenamente justificada. Mientras la prepara, adoctrina a su grupo en el rechazo de los valores tradicionales de la sociedad, en una vida nueva que está por encima de toda moral:

"Si repudiabas ese viejo contrato, nos decía Russell, si rechazabas todas esas chorradas intimidatorias de las clases de civismo, los libros de oraciones y la oficina del director, veías que no existían el bien y el mal. Sus ecuaciones permisivas reducían ambos conceptos a reliquias vacías, como las medallas de un régimen que ya no ostentaba el poder." 

Las chicas, una memorable novela con la que Emma Cline debuta como escritora, es, entre otras muchas cosas, una advertencia contra esos gurús seductores que tanta facilidad son capaces de manipular a sus seguidores y hacerles cometer actos innombrables. La narración resume en sus páginas la locura, entre sublime y tenebrosa, que fueron los años sesenta, una especie de sueño agitado que derivó en la pesadilla de los setenta. Lo más perturbador es la frialdad con la que una Evie adulta evoca sus errores de adolescente, cuando buscó el compañerismo que faltaba en su vida en un grupo que se movía ante todo por un afecto falso, pero del que era muy difícil sustraerse. Se trata de una mujer arrepentida de haberse relacionado con ese grupo (y que tuvo la suerte de ensuciarse las manos de sangre), pero a la vez intenta justificar sus acciones como las de alguien inconsciente, atraída por Suzanne, una de las líderes del grupo que fue para ella, mucho más que Russell, la culpable de verse seducida por el lado oscuro. Una lectura que evoca lo banales que son las razones que llevan a cometer las peores atrocidades.

4 comentarios:

  1. Hola Miguel, tu reseña ha despertado mi curiosidad. Ando buscando novelas que tengan por protagonistas a adolescentes y que les puedan gustar a lectores adolescentes. ¿Esta novela encajaría en ese perfil? Un cordial saludo.

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  2. Bueno, la novela solo cumple el primero de los requisitos, el segundo no. Es una novela para lectores adultos, a no ser que se trate de un adolescente muy maduro y que no tema tratar con temas un poco escabrosos. Un cordial saludo, Ardilla.

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  3. Un hecho interesante de la biografía de Manson es que se trataba de un maleante de una época anterior al rollo hippy y que había sido proxeneta. Es decir: Manson, aunque se recicló de imagen tras su última salida de prisión -delincuente habitual- comportaba "valores clásicos" de dominio sobre mujeres. Así que el punto de vista de la autora parece certero: Manson no es el problema, pues siempre ha habido rufianes, sino que la cuestión es el desconcierto y las expectativas de unas chicas a la hora de enfrentarse a una naciente libertad.

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  4. Has captado admirablemente el espíritu de la novela. No hay que olvidar que se trataba de chicas adolescentes que veían el albor de un mundo nuevo más libre y, por lo tanto, eran fácilmente impresionables por cualquier tipo mediamente carismático y "misterioso".

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