viernes, 19 de mayo de 2017

MIGUEL STROGOFF (1876), DE JULIO VERNE. EL DESIERTO DE LOS TÁRTAROS.

La inmensa fama de Julio Verne, uno de esos escritores que pudo disfrutar de las mieles del éxito en vida, se cimentó sobre su pasión por la aventura, por la geografía de lugares exóticos para el lector europeo, por la meticulosidad de sus descripciones de paisajes y costumbres y, además, por una fecunda imaginación que le llevó a ser uno de los fundadores de la literatura de anticipación, siendo considerado un adelantado a su tiempo. Miguel Strogoff puede inscribirse más bien en la vertiente de sus aventuras exóticas, en las que el protagonista, siempre intrépido, siempre heroico, se enfrenta a mil peligros en pos de una misión casi suicida de la que, no cabe duda, terminará saliendo triunfante gracias a su valentía.

Miguel Strogoff es un paradigma de entereza, de nobleza y de fidelidad, un sencillo hijo de Siberia que encuentra en el patriotismo ruso su razón de ser y pone sus indudables habilidades al servicio de un Imperio despótico, sí, pero que también es el representante de la civilización frente a la barbarie con la que amenaza la imparable invasión tártara. El correo el zar, una vez asumida su misión, no descansa hasta conseguir los fines de la misma, aunque tenga que renegar de su propia madre para hacerlo. La patria por encima de la familia, puesto que su salvación supone el más elevado de los fines. Es evidente que la compañera que las azarosas circunstancias ponen a su lado es un vivo retrato de él mismo, pero en femenino. Se trata de una mujer inmune a los sufrimientos que impone el duro camino y que sirve incondicionalmente a los fines del héroe, aun cuando no conozca en detalle los términos de su misión. Frente a ellos, el villano perfecto, Iván Ogareff, un oficial traidor y astuto, que lidera a los tártaros en su invasión de la Rusia asiática por mera venganza.

Leyendo Miguel Strogoff, uno no puede evitar los dulces recuerdos de la infancia, de los primeros acercamientos a los libros. En este sentido, Julio Verne puede ser considerado uno de los autores más importantes de la historia, puesto que indudablemente es la puerta de entrada a la literatura para muchos lectores. La odisea del correo del zar era una de mis asignaturas pendientes con el escritor francés y siento no haberla leido hace tres décadas, porque la hubiera disfrutado todavía más. La hubiera leído con ojos más inocentes y más fascinados. Apreciando el vigor de la narración de Verne, mi yo actual sí que echa en falta un poco más de complejidad en los personajes, seres de una pieza, inamovibles en sus convicciones. Me pregunto si todavía quedan niños que se siguen acercando a Julio Verne. Si es así, bendito sea el hijo de Nantes, que todavía sigue siendo el santo apostol de la conversión de nuevos lectores.

2 comentarios:

  1. Poco espacio para tanto que decir. Efectivamente Verne es creador de lectores. Lo fue en mi caso. Sí tuve ocasión de leerla mucho más joven y me fascinó. Cuàntos viajes imaginarios por los lugares mas inexplorados fomentó con sus historias. Puede que tambien fuese catalizador del gusto por viajar. Sigue siendo para mí referencia literaria. Mil gracias por traer tan estupendos recuerdos.

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  2. Gracias a ti por leerme, Nico. Algún te contaré una historia relacionada con "Dos años de vacaciones". Abrazos.

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