domingo, 15 de junio de 2025

EL SACRIFICIO DE UN CIERVO SAGRADO (2017), DE YORGOS LANTHIMOS.

Si bien el título de la película hace referencia al sacrificio de Ifigenia, la hija de Agamenón, para aplacar la ira de la ofendida diosa Artemisa (un sacrificio que, por cierto finalmente no se produjo, puesto que Ifigenia fue sustituida), en El sacrificio de un ciervo sagrado parece que la ofensa que ha cometido el protagonista tiene que ver con una mala praxis médica que deriva en la muerte de un paciente al que está operando. Posiblemente motivado por los remordimientos, el médico empieza a relacionarse con el hijo de su paciente fallecido, un joven que se va a convertir en el heraldo de la tragedia familiar que va a desencadenarse como venganza de los dioses. A partir de aquí la película se transforma en una obra absolutamente cruel, cuando hasta ese momento era meramente inquientante. A pesar del intento de racionalización de la situación, del auxilio de la ciencia a la hora de abordar la enfermedad de sus hijos, el protagonista no tendrá más remedio que llegar a la conclusión del origen sobrenatural de la tragedia que asola a su familia y tomar decisiones terribles al respecto. Un argumento muy propio de Lanthimos, que traslada los elementos de la tragedia griega a nuestro presente para ofrecer una obra marcada por el estilo de Kubrick y cuya principal misión es desconcertar en todo momento al espectador. Quizá una tragedia tan pura y tan cruel, tan falta de explicaciones racionales sea un hueso duro de roer para el espectador contemporáneo, por lo que El sacrificio de un ciervo sagrado no es de las mejores obras del director, porque abusa de la inhumanidad de su argumento sin cortapisas.

P: 6

sábado, 14 de junio de 2025

LA HORA INCÓGNITA (1963), DE MARIANO OZORES.

Resulta sorprendente que el prolífico director de una de las filmografías más zafias del cine español fuera capaz, al principio de su carrera, de rodar una obra de esta calidad. La hora incógnita parte del terror nuclear de la época (en aquellos años se produjo la crisis de los misiles de Cuba, que estuvo a punto de desencadenar la Tercera Guerra Mundial), para narrar la historia de unos personajes que se quedan varados en una ciudad provinciana que acaba de ser evacuada precipitadamente. La razón de la evacuación es que, por accidente, va a caer en la urbe una bomba nuclear. Los motivos de los que se han quedado oscilan entre el despiste, la falta de horizontes o el amor al prójimo, pero la película ofrece un magnífico retrato de personajes que transitan por una ciudad vacía que está a punto de ser destruída y lo hace con un equilibrio admirable en el retrato de los mismos y las relaciones que se establecen entre todos ellos, sobre todo al final, cuando se reúnen en la iglesia con el fin de cooperar en pos de una salvación casi imposible. La película sabe mantener la tensión en todo momento y es capaz de mostrar elementos que no serían muy bien vistos por la censura de la época: una prostituta o una pareja de adúlteros absolutamente humanizados. Si Mariano Ozores hubiera seguido por este camino, realizando este tipo de producciones que en nada tienen que envidiar al cine europeo de la época, se hubiera convertido en uno de nuestros grandes directores, pero su destino fue transformarse en uno de los cómicos más taquilleros aprovechándose plenamente de la época del destape que llegaría una década después.

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WARFARE: TIEMPO DE GUERRA (2025). DE ALEX GARLAND Y RAY MENDOZA.

Retrato de una de tantas escaramuzas protagonizadas por los soldados estadounidenses durante la ocupación de Irak, Warfare nos sumerge de forma contundentemente realista en la realidad del conflicto moderno, una guerra sin frentes definidos en la que el enemigo es prácticamente invisible. Narrada en tiempo real, la película es casi un documental acerca de los sentimientos de unos soldados que en unos pocos minutos pasan del tedio de vigilar unos edificios a la máxima tensión de un combate sangriento. Casi toda la acción transcurre dentro del edificio que los soldados han ocupado al principio de la película y el adversario constituye un ente abstracto y casi invisible que puede estar en todas partes y en ninguna. Asistimos entonces como espectadores a la misma confusión que sufren los protagonistas acerca de lo que está pasando y a la misma sensación de sentirse atrapados sin escapatoria posible en una ratonera. Porque toda la potencia de fuego disponible (impresionantes las escenas en las que un avión realiza bombardeos a ras de suelo) no es suficiente para disuadir a un grupo de hombres decididos que se confunden con la población y consiguen aterrorizar al mejor ejército del mundo. La película de Garlard y Mendoza (protagonista de los hechos que se describen en la cinta), no esconde, en su hiperrealismo, imágenes terribles de heridos y muertos. Toda una muestra contundente de lo que significa estar implicado en un combate, aunque éste fuera uno más de los cientos que se produjeron en aquellos años terribles para Irak.

P: 7

sábado, 7 de junio de 2025

MODERNIDAD EXPLOSIVA (2024), DE EVA ILLOUZ. LA INTENSIDAD DEL MUNDO.

Eva Illouz se ha consolidado desde hace tiempo como una de las voces más lúcidas en el análisis sociológico del mundo que nos ha tocado vivir. Un mundo cada vez más acelerado en el que la mente descansa rara vez, puesto que vivimos rodeados de todo tipo de estímulos que requieren nuestra atención de forma constante, una de las características del capitalismo de consumo en el que habitamos. En esta ocasión la autora de El fin del amor se dedica a analizar nuestra vida emocional a través de capítulos dedicados a la esperanza, la decepción, la envidia, la ira, el miedo, la nostalgia, el desarraigo, la vergüenza, el orgullo, los celos y el amor. Las reacciones emocionales tienen que ver con la educación, con los intereses y con lo valores del mundo en el que se desarrolla la vida del individuo:

"Las palabras de las emociones - especialmente si son destacadas en una cultura - actúan como poderosos imanes: atraen hacia ellas las partículas flotantes de nuestra interioridad. He aquí un ejemplo. Un hombre te ofende. Lo que sientas realmente, como nombres tu emoción y qué hagas con ella depende en gran medida de si eres hombre o mujer, de si te rige una ética aristocrática del honor, una ética cristiana del perdón o una ética de autocontrol racional masculino. (...) Atendemos las experiencias invocando las etiquetas emocionales que se les atribuyen y la cultura propicia esas etiquetas ayudándonos a nombrar, rotular, clasificar, categorizar e interpretar el batiburrillo de la vida interior."

Y es que, como asegura la autora, nuestra época es intensamente emocional, porque dichas emociones son reclamadas de manera constante por las instituciones políticas, empresariales y culturales. La envidia es estimulada por el mercado de consumo o la ira por la pugna política. Desde hace tiempo en la política ya no importan los resultados de las nuevas iniciativas legislativas de los gobiernos, sino ganar un relato coherente que vender a los votantes, relato que suele estar repleto de referencias al enemigo partidista, que es el verdadero culpable de que las cosas no vayan como al esforzado gobernante le gustaría. Lo vemos en la caótica gobernanza de Donald Trump, con el triste invento de los hechos alternativos y empezamos a verlo también en nuestro país, cuando el gobierno empieza a vender unos mensajes manipulados como hechos interpretables. El ciudadano solo tiene la alternativa de participar intensamente (y muchas veces irracionalmente) en un debate en el que casi nunca están presentes de manera directa sus intereses o aislarse totalmente del mismo, renunciando por puro cansancio emocional a seguir una contienda estéril.

Así pues, vivimos en una época emocioalmente contradictoria. Se nos invita a expresarnos, a sacar lo que llevamos dentro, pero ante tanto ruido, es un afán inútil. Una época a la vez apasionante y apasionada en la que es muy difícil calibrar un rumbo vital idóneo ante tantas opciones, muchas de ellas sin auténtico contenido. Lo mejor de Eva Illouz es cada capítulo es un auténtico festín intelectual planteado de modo muy atractivo, dado que ejemplifica sus afirmaciones con ejemplos extraídos del cine o de la literatura, trayendo a colación a autores como Annie Ernaux, Steven Millhauser o John Williams. Modernidad explosiva asume la tarea de tomarle el pulso emocional a nuestro mundo y deviene en un análisis brillante del mismo.

domingo, 1 de junio de 2025

VEINTICUATRO OJOS (1954), DE KEISUKE KINOSHITA.

Hermosa historia de la relación de una maestra con sus alumnos a través de los años. La película transcurre en un lugar muy humilde y un tanto remoto de Japón que se va impregnando poco a poco de los aires nacionalistas y belicistas que desembocarán en el conflicto de Manchuria y en la Segunda Guerra Mundial. Oishi no es una profesora convencional, sino alguien que hace del humanismo un método de trabajo, interesándose por las vidas de sus alumnos, muchas de ellas marcadas por la extrema pobreza. Como no podía ser de otra manera, los pupilos también tomarán un cariño desmesurado por ella, circunstancia que en manos de un director como Kinoshita consigue escenas de un lirismo impresionante. Aunque Veinticuatro ojos no cuenta con ninguna escena bélica, el belicismo impregna la película, sobre todo en su segunda mitad, cuando los alumnos varones ya son adolescentes y muchos de ellos anhelan entrar en el Ejército, no tanto por patriotismo como para librarse de la existencia de pobreza y privaciones a la que están destinados. En este sentido, la posición de Oishi como pacifista va a estar siempre presente a pesar del riesgo personal que asume exponiéndola en público y tratando de hacerla llegar a sus alumnos. Así pues, la película de Kinoshita es toda reflexión acerca del pasado más reciente de un país que había afrontado hacía pocos años la más contundente de las derrotas. Una obra algo desconocida en nuestro país, pero muy recomendable.

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sábado, 31 de mayo de 2025

PLATAFORMA (2001), DE MICHEL HOUELLEBECQ. INFIERNO EN EL PARAÍSO.

Michel es un hombre gris y desencantado, aunque goza de características vitales para no serlo. Se trata de un funcionario del Ministerio de Cultura francés con un buen sueldo, con un trabajo nada estresante y que acaba de heredar una importante cantidad de dinero tras la muerte de su padre. Intentado cambiar un poco de aires y, sobre todo, en busca de sexo fácil con jóvenes prostitutas tailandesas, emprende un viaje organizado a aquel país. Todo el primer tercio de la novela es una especie de disección de las características del turismo organizado (cuando ya era, hace veinticinco años, un fenómeno de masas). A través de su personaje Houellebecq analiza los microgrupos y la sociedad efímera que se organiza entre los participantes en el viaje y se aventura a imaginarse la vida de todos ellos. Resulta curioso que, después de utilizar los servicios de prostitutas de manera absolutamente indiscreta, Michel acabe en una relación amorosa con otra viajera. Y además, Valérie le va a regalar el mejor sexo de su vida.

A partir de aqui comienza el periodo feliz en la vida del protagonista. Ha conseguido lo que nunca se atrevió a soñar, una mujer complaciente a la que le gusta el sexo tanto o más que a él y que además es una alta ejecutiva del sector del turismo. A partir de aquí, Michel ofrecerá su sabiduría para ayudar a Valérie y a su compañero de fatigas, el también ejecutivo Jean-Yves, a planificar una auténtica revolución en el sector. No teniendo ninguna duda de que lo que en el fondo buscan la mayoría de los turistas solitarios son aventuras sexuales, Michel les propone, medio en broma, medio en serio, que la multinacional para la que trabajan se plantee atender esta demanda oculta sin complejos de ningún tipo: permitiendo que las prostitutas locales que rodean los centros vacacionales puedan acceder a los mismos. Aquí Houellebecq se muestra absolutamente cínico, puesto que está retratando a un capitalismo que es capaz de corromperse cada vez un poco más en busca de cantidades de dinero cada vez más obscenas. Y todo aprovechando un declive sexual en occidente que no ha ido más que acrecentándose en las últimas décadas:

"Lo que los occidentales ya no saben hacer es precisamente eso: ofrecer su cuerpo como objeto agradable, dar placer de manera gratuita. Han perdido por completo el sentido de la entrega. Por mucho que se esfuercen, no consiguen que el sexo sea algo natural. No solo se avergüenzan de su propio cuerpo, que no está a la altura de las exigencias del porno, sino que, por los mismos motivos, no sienten la menor atracción hacia el cuerpo de los demás. Es imposible hacer el amor sin un cierto abandono, sin la aceptación, al menos temporal, de un cierto estado de dependencia y de debilidad. La exaltación sentimental y la obsesión sexual tienen el mismo origen, las dos proceden del olvido parcial de uno mismo; no es un terreno en el que podamos realizarnos sin perdernos. Nos hemos vuelto fríos, racionales, extremadamente conscientes de nuestra existencia individual y de nuestros derechos; ante todo, queremos evitar la alienación y la dependencia; para colmo estamos obsesionados con la salud y con la higiene: esas no son las condiciones ideales para hacer el amor. En Occidente hemos llegado a un punto en que la profesionalización de la sexualidad se ha vuelto inevitable."

El final de Plataforma deja al lector helado, ya que irrumpe lo inesperado de la forma más cruel posible. Entonces se vuelve a un mundo sin esperanzas que en buena parte estaba presente al principio de la novela. Como todos los libros del autor francés, su fuerza radica en que su narrador no tiene pelos en la lengua y utiliza un lenguaje directo, sin filtros, para describir la realidad de un mundo que no ha hecho más que ahondar, desde que el libro se publicó, en todos los males que están presentes en su trama.

domingo, 25 de mayo de 2025

LA LUZ QUE IMAGINAMOS (2024), DE PAYAL KAPADIA.

Lo primero que llama la atención del espectador de La luz que imaginamos es el preciso retrato de la megalópolis de Mumbai (la antigua Bombay) que ofrece. Una ciudad superpoblada, cuya miseria se palpa en las calles, una auténtica jungla urbana que sería intolerable para cualquier occidental en la que sobreviven las dos protagonistas. Prabha y Anu son enfermeras que comparten piso. Su situación sentimental es muy distinta. La primera se casó no hace mucho, pero hace un año que no sabe nada de su marido, a quien apenas conoce y que se fue a trabajar a Alemania. Anu se encuentra en pleno romance con un joven musulmán, a quien debe ver casi a escondidas, dado que dicha relación no sería bien vista por el resto de enfermeras. Sus vidas transcurren en un ambiente neblinoso y solo verán un poco de luz cuando acompañen a otra enfermera a su pueblo, ya que debe abandonar la ciudad debido a una importante subida de precio en el apartamento en el que habita. Las tres enfermeras han materializo su apuesta de supuesta libertad abandonando la vida opresiva en el pueblo y ahora están atrapadas en una existencia igualmente opresiva que les ofrece pocas alternativas. La directora Payal Kapadia ofrece una película de fotografía preciosista y repleta de disgresiones filosóficas que dañan el ritmo del interesante relato principal. Si La luz que imaginamos hubiera desarrollado con más profundidad la historia de las dos enfermeras en vez de abusar de los simbolismos, nos encontrariamos ante una obra mucho más apreciable, al menos desde mi punto de vista.

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