Hermosa historia de la relación de una maestra con sus alumnos a través de los años. La película transcurre en un lugar muy humilde y un tanto remoto de Japón que se va impregnando poco a poco de los aires nacionalistas y belicistas que desembocarán en el conflicto de Manchuria y en la Segunda Guerra Mundial. Oishi no es una profesora convencional, sino alguien que hace del humanismo un método de trabajo, interesándose por las vidas de sus alumnos, muchas de ellas marcadas por la extrema pobreza. Como no podía ser de otra manera, los pupilos también tomarán un cariño desmesurado por ella, circunstancia que en manos de un director como Kinoshita consigue escenas de un lirismo impresionante. Aunque Veinticuatro ojos no cuenta con ninguna escena bélica, el belicismo impregna la película, sobre todo en su segunda mitad, cuando los alumnos varones ya son adolescentes y muchos de ellos anhelan entrar en el Ejército, no tanto por patriotismo como para librarse de la existencia de pobreza y privaciones a la que están destinados. En este sentido, la posición de Oishi como pacifista va a estar siempre presente a pesar del riesgo personal que asume exponiéndola en público y tratando de hacerla llegar a sus alumnos. Así pues, la película de Kinoshita es toda reflexión acerca del pasado más reciente de un país que había afrontado hacía pocos años la más contundente de las derrotas. Una obra algo desconocida en nuestro país, pero muy recomendable.
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