martes, 27 de octubre de 2020

EL PROFESOR UNRAT (1905), DE HEINRICH MANN Y EL ÁNGEL AZUL (1930), DE JOSEF VON STERNBERG. SUPREMA HUMILLACIÓN.

El profesor Unrat es uno de esos profesores ya maduros - lleva décadas enseñando en el mismo instituto a varias generaciones de alumnos - cuya presencia en la ciudad portuaria en la que enseña constituye ya toda una institución. Eso no quiere decir que Unrat (cuyo apodo, Basura, va pasando también de generación en generación), se sienta integrado en la sociedad en la que vive, ni siquiera en el microcosmos del centro de enseñanza. Para los demás es considerado una persona excéntrica y solitaria y él se ocupa de alimentar esa imagen, no relacionándose con sus compañeros profesores más de lo estrictamente necesario. La verdadera pasión de Unrat es la enseñanza, pero en un sentido muy retorcido: disfruta sabiéndose superior intelectualmente a sus alumnos y convierte sus clases en festines autoritarios en los que siembra un terror despótico en clase. Pero Unrat no se conforma con el dominio que ejerce en clase sobre sus alumnos: cuando se entera de las inmorales actividades nocturnas de algunos, su moral lo impulsa a actuar. Sus investigaciones lo llevan al cabaret El ángel azul.

Al entrar allí se va a encontrar de bruces con un mundo que no controla. Su presunta autoridad queda disipada en un ambiente festivo en el corre el alcohol y en el que todas las miradas están puestas en la actuación de Rosa Fröhlich, la principal artista del espectáculo. Incluso nuestro protagonista queda hechizado por su encanto, pero él le otorga un sentido distinto al de la plebe, para él Rosa es una artista sublime cuyo arte está muy por encima de su público. Venciendo su extrema timidez, entabla contacto con ella y empieza a visitarla todas las noches, ante el desconcierto de sus alumnos. Si bien al principio Rosa se toma dichas visitas como una anécdota divertida, poco a poco irá sintiendo algo de cariño por el profesor, hasta terminar casándose con él, quizá también hechizada por el prestigio de la profesión de su nuevo e inofensivo amante. Así Unrat entra en un mundo que no es el suyo y renuncia a su vida anterior, renunciando también, sin ser muy consciente de ello, a su otro gran amor: su autoridad despótica, porque controlar a Rosa no va a ser tan fácil como a sus alumnos. Uno de ellos, ya en su madurez, va a definir a su manera la psicología del profesor y lo acertado de un apodo tan popular que llega a sustituir a su nombre:

"Es el tirano que prefiere sucumbir a tolerar la más mínima restricción de su poder. Un apodo, sólo un apodo, llena de cardenales su piel, deslizándose nocturnamente por entre las cortinas purpúreas de su lecho, hasta sus sueños, y para curarse aquellas contusiones necesita bañarse en sangre. Es el inventor del delito de lesa majestad. Lo inventaría si aún fuese posible. Todo individuo es para él un rebelde. Su misantropía le devora entre tormentos indecibles. El hecho de que a su alrededor aspiren y expiren los pulmones un aliento que él no rige y regula le infunde un loco anhelo de venganza y tensa sus nervios hasta desgarrarlos. Basta ya un ligerísimo choque, una coincidencia casual de circunstancias adversas, y el tirano, presa de terror, abre al populacho las puertas del palacio, le estimula al saqueo y proclama la anarquía."

En la novela de Mann, el matrimonio se traslada a otra ciudad y empieza una vida disoluta organizando fiestas y apuestas en su casa, a la vez que se van endeudando cada vez más. Lo que ofrece la versión cinematográfica, El ángel azul, es bastante más interesante, puesto que pone el acento en el proceso de degradación del profesor que, una vez que se acaba su dinero, tiene que empezar a actuar en el espectáculo como un artista más. Cuando tiene que volver a su ciudad, es publicitado como la gran atracción del espectáculo, arrastrando a Unrat a la más cruel de las humillaciones. Mann no se opuso nunca a que se cambiara de esa manera el argumento de su novela, sino que prestó su apoyo, ya que era totalmente coherente con el carácter de su protagonista. El ángel azul es algo más que una adaptación de la novela: le aporta un ambiente único y asfixiante a la historia de Unrat, encarnado de manera magistral por un Emil Jannings al que le venían como anillo al dedo este tipo de papeles. La película constituyó una inigualable plataforma para el lanzamiento internacional de la futura estrella Marlene Dietrich y vista hoy sigue siendo una obra maestra fascinante dotada de un lenguaje cinematográfico único.

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