miércoles, 15 de agosto de 2018

CALÍGULA (1944), DE ALBERT CAMUS. EL DELIRIO DEL PODER.

Calígula, escrita cuando la Segunda Guerra Mundial llegaba a su fin, puede inscribirse, junto a El extranjero, en un modelo de literatura de un existencialismo que entronca con el nihilismo, con el absurdo de la existencia humana. Los horrores que se habían presenciado en la contienda eran difícilmente asimilables por los intelectuales: no había referencias a las que aferrarse y todo aquel espectáculo de muerte y destrucción era demasiado desmesurado como para ser descrito. Pero cabía centrarse en el pensamiento de un solo hombre, de un Calígula que era representante del poder absoluto que produce monstruos.

El desencadenante del drama del emperador es la muerte de su hermana y amante Drusila. En aquel instante Calígula toma conciencia de que el poder terrenal no es capaz de amoldar la realidad a gusto de su poseedor y de que "los hombres mueren y no son felices". A pesar de desencadenar una política de terror entre los patricios del círculo que le rodea (lo que recuerda mucho a la actuación de Stalin en los años treinta), el emperador es un hombre angustiado, que envidia el poder de los dioses y sabe que la vida es impredecible:

"Me gusta la seguridad, la necesito. La mayoría de los hombres son como yo. Les resulta imposible vivir en un universo en el que, en un segundo, el pensamiento más extravagante puede penetrar en la realidad, en el que, las más de las veces, ese pensamiento penetra en ella como un cuchillo en el corazón. Yo tampoco quiero vivir en semejante universo. Prefiero saber por dónde piso."

Al final, en la culminación de su locura, el protagonista de que jamás va a poder alcanzar la felicidad, ni siquiera cierta serenidad de espíritu. Su carácter inquieto le hace preguntarse constantemente acerca de su condición humana, lo que le acerca y a la vez le aleja de sus súbditos. El mundo, tal y como es, dista mucho de estar hecho a la medida de los hombres. O uno se conforma e intenta adaptarse - y esta opción no es para él - o sale de él. Este Calígula, tan egocéntrico, de humor tan cambiante y caprichoso, recuerda inquietantemente a un personaje contemporáneo, a Donald Trump. 

Albert Camus resumió así el espíritu de su obra:

"Es la historia del más humano y el más trágico de los errores. Infiel a los seres humanos a causa de su excesiva lealtad a sí mismo, Calígula consiente en morir después de darse cuenta de que no se puede salvar solo y que nadie puede ser libre en contra de otros."

1 comentario: