viernes, 27 de abril de 2018

HUÉ 1968 (2017), DE MARK BOWDEN. EL PUNTO DE INFLEXIÓN DE LA GUERRA DE VIETNAM.

La batalla de Hué es uno de los episodios más desconocidos de la horrenda Guerra de Vietnam. Acostumbrados a luchar y padecer en la selva, los marines de Estados Unidos tuvieron que enfrentarse durante un mes a un combate urbano para que el que no habían sido entrenados, después de que un golpe fulgurante, enmarcado en la ofensiva del Tet, el enemigo tomara una de las ciudades más antiguas del país y se hiciera fuerte en sus barrios y en su ciudadela. Al principio la presidencia estadounidense y el alto mando restaron importancia a este movimiento, tachándolo como una maniobra desesperada, aunque pronto la opinión pública americana iba a descubrir que Vietnam era un asunto más serio - y tenebroso - de lo que habían podido imaginar.

Mark Bowden describe de manera magistral todas las fases de una batalla que los generales de Estados Unidos no se tomaron en serio hasta el final. Desde el comienzo creyeron que pequeños grupos de marines podrían desalojar sin esfuerzo al enemigo de sus posiciones. Pronto descubrieron que el Vietcong había convertido Hué en un auténtico infierono y que la ciudad debería ser reconquistada metro a metro, edificio a edificio, en una batalla urbana de desgaste que pronto empezaría a cobrarse un aterrador número de víctimas, sobre todo entre una población civil atrapada en mitad de los combates. Acostumbrados a moverse en la espesura de la selva, los marines se encontraron con un laberinto de edificios plagados de morteros y francotiradores vietnamitas. Pocos soldados acabaron la batalla físicamente indemnes:

"El aire húmedo estaba impregnado de humo y los olores de combustible diésel y carne podrida. Era horroroso y nunca acababas de acostumbrarte. Cada vez que se movían les disparaban. Parecía que no hubiera lugares seguros en ningún lado." 

Respecto a vencedores y vencidos, ambos bandos perdieron algo después de la ofensiva del Tet, un balance que acabaría favoreciendo a largo plazo al Norte. Para Hanoi, el ataque iba a ser una oportunidad de expulsar al invasor estadounidense gracias a un lenvantamiento popular que se extendería por todas las ciudades del sur a la vez que la ofensiva. La tibia respuesta de la población civil, que más que combatir por su liberación, lo que anhelaba era salvar el pellejo, desilusionó estas expectativas, pero no afectó al ardor combativo de los soldados del Vietcong, dotados de una capacidad de sacrificio que rozaba el fanatismo. Para los Estados Unidos, aunque consiguió expulsar sobre el papel al enemigo de las ciudades, los primeros meses de 1968 fueron desastrosos: la opinión publica advirtió que aquella guerra no era precisamente un paseo militar y las filas de la oposición a la misma, al principio marginales, fueron nutriéndose con cada vez más ciudadanos. Para el presidente Johnson todo esto resultó un doloroso baño de realidad y en su cabeza empezó a abrirse paso la idea de ir retirando paulatinamente soldados del frente de una guerra que no podía ganarse:

"Las crónicas y fotos de Hué, en especial, tuvieron un produndo impacto. Presentaban combates a una escala comparable a la de las guerras mundiales, con una orgullosa ciudad reducida a escombros y ceniza, con las caras sucias de marines heridos y aterrados atrapados en un conflicto despiadado." 

El legado de todo ello, desde la perspectiva que dan cincuenta años no es otro que el de un conflicto absurdo cuyo fruto terminó siendo la humillación de Estados Unidos, que sacrificó a miles de soldados inútilmente en una guerra cada vez más impopular, en el que, quizá por primera y única vez, la prensa libre fue un factor decisivo a la hora de reflejar toda su crudeza.

viernes, 20 de abril de 2018

FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETEO (1818), DE MARY W. SHELLEY. EL SUEÑO DE LA RAZÓN.

Pocas novelas han causado tanto impacto desde su misma publicación como Frankenstein o el moderno Prometeo, hasta el punto de crear un mito apropiado para los tiempos modernos: el del científico genial cuya creación se le escapa de las manos. Porque esta novela, siendo de corte fantástico, quiere basar su relato en una posibilidad científica que se encontraba muy en boga en el momento en el que fue escrita: la posibilidad de resucitar a los muertos mediante descargas eléctricas. La primera mitad del siglo XIX estuvo repleta de sesiones públicas en las que las descargas hacían moverse a cadáveres: algo tan asombroso y truculento que hizo que hasta el príncipe de Gales asistiera a una de ellas. Fue en la famosa reunión en villa Diodati - en la que Lord Byron, Mary Shelley, Percy Shelley y John Polidori acordaron, medio en serio, medio en broma, escribir cada uno un relato de terror. Aunque al principio la joven Shelley no sabía cómo empezar su composición, cuando escuchó una conversación en la que se aludía a la posibilidad de resucitar a los muertos, su mente empezó a funcionar y su subconsciente le proporcionó una pesadilla que desató el mecanismo creativo de la autora: había nacido uno de los personajes más famosos de la literatura universal.

Aunque el nombre de Frankenstein ha quedado ligado al monstruo, no hay que olvidar que éste es el apellido del protagonista, el padre de una criatura la que solo se dirigirá llamándolo demonio, entre otras lindezas. El proyecto inicial de Frankenstein es nada menos que la creación de una nueva raza que le adorase como a su creador. Pero, una vez que insufla vida en la criatura, el científico reniega de ella: es como una parodia de hombre, un monstruo grotesco de mirada acuosa que repugna a la vista. Precisamente es un sentimiento tan irracional como el rechazo a lo que es diferente lo que le hace renegar de su obra y con ello encuentra su perdición y la de su familia. Pero el llamado monstruo de Frankenstein es una criatura rousseiana, por lo que ha nacido inocente y libre de toda culpa. Su corazón al principio es bondadoso. Se siente parte de la naturaleza e intenta acercarse a otros hombres: primero se esconde para aprender de ellos, pero en cuanto se muestra, el rechazo es total: esto es lo que lo corrompe y le hace declararse un enemigo de la humanidad, especialmente de su creador, al que llega a reprocharle lo siguiente:

"Recordad que soy vuestra criatura. Debía ser vuestro Adán, pero soy más bien el ángel caído al que negáis toda dicha. Doquiera que mire, veo felicidad de la cual sólo yo estoy irrevocablemente excluido. Yo era bueno y cariñoso; el sufrimiento me ha envilecido. Concededme la felicidad, y volveré a ser virtuoso."

En suma, Frankenstein es la historia de un hijo rechazado por su padre. Un hombre de aspecto monstruoso, pero virtuoso, que se revuelve contra el mundo cuando se encuentra solo. Lo más siniestro es que, aun siendo humano, el personaje goza de algunas cualidades casi sobrenaturales: es capaz de sobrevivir en los ambientes más hostiles, de pasar largos periodos de tiempo escondido y espiar a su creador sin ser visto en ningún momento. Quizá el mayor defecto de esta obra maestra sean los diálogos entre padre e hijo, demasiado forzados, demasiado teatrales, aunque sean parte fundamental del drama. La última oportunidad de redención llega con la petición de que se le cree una compañera, un ser tan marginal como él y que, por tanto, sea capaz de amarle:

"Si no estoy ligado a nadie ni amo a nadie, el vicio y el crimen deberán ser, forzosamente, mi objetivo. El cariño de otra persona destruiría la razón de ser de mis crímenes. (...) Mis vicios son los vástagos de una soledad y que aborrezco y mis virtudes surgirían necesariamente cuando viviera en armonía con un semejante. Sentiría el afecto de otro ser y me incorporaría a la cadena de existencia y de sucesos de la cual ahora quedo excluido."

Como hijo de la razón, la criatura es un ser razonable, capaz de diferenciar entre el bien y el mal y, por lo tanto, un ser que busca la felicidad, aunque las circunstancias le lleven siempre al extremo del dolor y la soledad. Al final se convierte en un ser tan siniestro que es capaz de burlarse de su creador cuando remata su tarea de venganza en la noche de bodas de aquel. Escenas como ésta son las que suscitaron un gran escándalo cuando se supo que la autora de la novela era una mujer. ¿Cómo podía una mujer haber imaginado una historia tan escabrosa? ¿Cómo podía haber tomado con tanto acierto el espíritu científico de la época y transformarlo en una pesadilla? Auqnue muy popular en su época y hasta nuestros días, la novela tardó casi dos siglos en ser tomada en serio en círculos académicos. Es preciso leer Frankenstein como una obra total e independiente de sus versiones cinematógraficas que, si bien han conseguido agrandar el mito, han desvirtuado en parte la esencia de un ser que, lejos de ser enteramente monstruoso, en cada ocasión que se le deja hablar, discurre como un auténtico filósofo, un filósofo atrapado en el sueño del razón que deviene en pesadilla.

viernes, 13 de abril de 2018

ARMAS DE DESTRUCCIÓN MATEMÁTICA (2016), DE CATHY O´NEIL. CÓMO EL BIG DATA AUMENTA LA DESIGUALDAD Y AMENAZA LA DEMOCRACIA.

A todos nos ha pasado alguna vez: hemos realizado alguna búsqueda en internet - vuelos, libros, ropa... - y curiosamente la publicidad de las páginas que visitamos habitualmente se transforma y se vuelve más tentadora, se adapta a nuestros gustos e intenta seducirnos. Si no consumimos en aquella búsqueda, para que lo hagamos esta vez. Si lo hicimos, para que consumamos más. Internet analiza nuestra navegación y cada vez hila más fino para actuar en consecuencia. A las internacionales no le interesan tanto nuestros datos personales como nuestros gustos y debilidades de consumo. Cuando nos conocen un poco en este aspecto, nos clasifican, nos analizan y nos vuelven a clasificar junto a otros miles de usuarios que son nuestras almas gemelas en cuanto a gustos y compras.

Durante años Cathy O´Neil, brillante matemática, trabajó desarrollando algoritmos para empresas que estaban empeñadas en racionalizar el casi infinito torrente de datos que destila internet cada minuto y aprovecharlo para lanzar nuevos productos, desechar cierto tipo de clientes o para potenciar otros. Se trata de clasificar y clasificar hasta simplificar el procedimiento y filosofía de ventas y detectar necesidades (reales o ficticias) y vulnerabilidades psicológicas en el consumidor:

"El mundo real, con todo su desorden, es considerado (...) como un mundo aparte. Tienden a sustituir a las personas por rastros de datos y convertirlas así en compradores, votantes o trabajadores más eficaces con el propósito de optimizar ciertos objetivos. Es fácil de hacer y de justificar cuando el éxito llega como puntuación anónima y las personas afectadas son tan abstractas como los números que van pasando por la pantalla." 

En Armas de destrucción matemática O´Neil denuncia ante todo el aprovechamiento de este nuevo petróleo que son los datos por parte de las clases más acomodadas para consolidar - aún más - su poder y su dinero. Además, utilizan un arma aséptica, contra la que su víctimas no pueden rebelarse, puesto que no existe un ser humano al que culpar de los errores que pueden cometer los algoritmos. Pero la utilización del Big Data no solo se usa para comerciar: también las administraciones públicas empiezan a conocer su peligroso atractivo. Ya se han realizado experimientos con la policía, analizando las zonas dónde es más probable que se cometan delitos, las horas y e incluso quienes son los potenciales delincuentes, lo que hace que muchos inocentes se vuelvan de repente sospechosos (por contar con una serie de características que ha localizado el algoritmo) y sean acosados por las fuerzas del orden. Pero lo más atractivo para los políticos es la posibilidad de dirigirse a cada votante con el mensaje que cada cual quiere escuchar, conociendo las inquietudes de ciertas zonas y de ciertos tipos de personas. Ya hay sospechas, muy fundamentadas, de que se ha empezado a utilizar este mecanismo perverso en la campaña que llevó a la Casa Blanca a Donald Trump:

"La convergencia del big data y el marketing de consumo ha entregado a los políticos nuevas herramientas mucho más poderosas. Ahora pueden dirigirse a microgrupos de ciudadanos para conseguir votos o dinero y para atraerlos con un mensaje meticulosamente pulido, un mensaje que probablemente nadie más vea. Puede ser un banner de Facebook o un correo electrónico solicitando fondos. Y cada uno de ellos permite a los candidatos vender silenciosamente múltiples versiones de sí mismos... y nadie sabe qué versión será la que ocupará el despacho después de la toma de posesión."

El Big Data ya está afectando - casi siempre negativamente - a la vida de muchos ciudadanos, sobre todo en Estados Unidos, país pionero en todo tipo de tendencias que se extienden rápidamente por todo el mundo. Trabajadores que han de enfrentarse a horarios de locos en pos de la eficiciencia de la empresa, servidos en bandeja por programas que analizan el flujo de clientes hora a hora. Gente sin empleo, muy vulnerable, a las que se les ofrece carísimos cursos universitarios bajo la promesa de prestigio y un empleo seguro y a los que en realidad se somete a una espiral de deudas o gente que es clasificada, muy a su pesar, en ciertos grupos de riesgo, lo cual los somete a primas de seguro abusivas. 

Este es el nuevo mundo al que nos enfrentamos, un futuro inevitable, ya que todos aportamos nuestros granito de arena otorgando datos de nuestros gustos, costumbres, itinerarios, salud o estudios en redes sociales, navegación por la web o a través de aplicaciones de teléfonos móviles. Por muy prudentes que seamos a nivel individual, si tenemos la desgracia de ser clasificados en ciertos grupos de riesgo, nuestra existencia se puede ver dificultada en los más diversos aspectos. Armas de destrucción matemática se convierte así en una advertencia amarga escrita por una profunda conocedora de las interioridades que construyen la nueva realidad a la que ya estamos siendo sometidos.

viernes, 6 de abril de 2018

UN ANDAR SOLITARIO ENTRE LA GENTE (2018), DE ANTONIO MUÑOZ MOLINA. LAS ENSOÑACIONES DEL PASEANTE SOLITARIO.

Caminar no solo sirve para desplazarnos de un lado a otro. También sirve para hacer ejercicio y, sobre todo, para observar a nuestros semejantes, las arquitecturas que nos rodean y reflexionar acerca de la forma de vida capitalista que hemos adoptado como propia. Con este propósito parte el libro más experimental de Antonio Muñoz Molina, uno de los escritores españoles que más prestigio internacional ha adquirido en las últimas décadas. Un andar solitario entre la gente se compone de literatura de fragmentos. De reflexiones del caminante que se van plasmando en un cuaderno. Pero el escritor lleva su propuesta un poco más allá. Quiere ser un observador total, registrar cada fragmento de realidad (en muchas ocasiones va grabando todos los sonidos de los lugares por los que pasa con su móvil), como si se tratara de una especie de cronista del presente inmediato. Por eso no es raro que lo que más llame su atención sean los anuncios que se encuentran a cada paso, esas frases dirigidas en primera persona al lector, que lo tutean e intentan seducirlo para que adquiera un producto. Cada uno de los párrafos del libro van precedidos de una de estas frases que pretenden ser impactantes y que, hoy por hoy, también son una forma de literatura.

Uno de los aspectos que más llaman la atención de la nueva propuesta de Muñoz Molina es que su elaboración se ha tornado una especie de obsesión por parte del autor, recopilando horas de grabación y cientos de páginas de escritura, para poder seguir con el vicio de caminar cada día al encuentro del azar:

"No elijo los itinerarios más rápidos, sino los que me parece que serán más provechosos. Casi no voy en bicicleta y nunca en taxi. Voy caminando o en metro. Las preocupaciones y las obsesiones se disuelven en la observación incesante. Soy no lo que pienso o recuerdo o imagino, sino lo que van viendo mis ojos y lo que escuchan mis oídos, el espía en la misión secreta de percibirlo todo, de coleccionarlo todo."

Pero el escritor no está solo en sus caminatas, se hace acompañar por ilustres predecesores, como Thomas de Quincey, Edgar Allan Poe, Charles Baudelaire y, sobre todo, por ese mártir de la literatura y el conocimiento que fue Walter Benjamin. Muñoz Molina intenta a veces seguir sus pasos - cuando está en París o en Nueva York - como si sus pisadas fantasma de sus antiguos itinerarios siguieran impresas en las aceras. Mientras tanto, hay tiempo para hablar de todo, para describirlo todo. El torrente verbal del autor de Sefarad encuentra una nueva versión en esta historia sin principio ni final, caótica como la vida misma, tomando unos riesgos muy propios de un escritor que ya ha demostrado su capacidad en el pasado:

"Me gusta la literatura que me trastorna y me embriaga como vino o música, que me saca de mí, que me fuerza a leerla en voz alta y a favorecer su contagio, que me explica el mundo y me pone en pie de guerra con el mundo y me refugia de él y me revela con la misma vehemencia todo su horror y toda su belleza."

Un andar solitario entre la gente no es un libro propio para todos los paladares. Para abordarlo es necesario contar con un estado de ánimo sereno y disfrutar con las observaciones, a veces puntillosas hasta lo obsesivo, de un escritor que quiere explicar el mundo o al menos una parte del mismo. Y después de la lectura, lanzarse a recorrer caminatas propias que nos permitan observarlo todo y analizarlo todo, aunque nunca lleguemos a entender nada del todo.