jueves, 17 de agosto de 2017

EL PRIMER AMOR (1860), DE IVÁN TURGUÉNEV. INOCENCIA Y DESPERTAR.

Después de una cena, solo queda una pequeña reunión de hombres maduros. Deciden hablar de un tema interesante y evocador: el primer amor, pero solo uno de ellos tiene una historia que contar. En cualquier caso, se trata de una historia que no puede ser narrada de viva voz, por lo que habrá que esperar unos días para conocerla, hasta que sea plasmada en papel.

El primer amor está concebido como un relato en primera persona en el que un hombre de cuarenta años intenta ponerse en la piel de su yo adolescente, evocar sus sentimientos y describir algo tan indescriptible como el enamoramiento ofuscado de un ser que empieza a vivir y todavía no entiende muy bien qué mecanismos mueven el mundo. Vladimir no entiende muy bien qué es lo que le está pasando, de donde vienen esas sensaciones a la vez deliciosas y aterradoras, pues ha sido víctima de ese atontamiento temporal del alma del que hablaba Ortega y Gasset:

"(...) me pasaba el tiempo recitando versos en voz alta, sabía muchos de memoria, la sangre me hervía y en el corazón experimentaba un dolor dulce y cómic, esperaba algo, sentía una extraña timidez, me asombraba de todo y permanecía como al acecho; mi fantasía volaba, moviéndose en torno a unas mismas ideas, como los vencejos al amanecer en torno al campanario, solía quedarme pensativo, triste, y hasta lloraba; pero, por encima de las lágrimas, por encima de la tristeza que despertaba en mí un verso sonoro o un bello ocaso, brotaba, como la hierba primaveral, la alegría de la vida joven y efervescente."

La causante de esta catarata de sentimientos encontrados es una bellísima joven de veintiún años, cinco más que el protagonista, vecina de éste. La diferencia de edad es un abismo entre ambos. Ella ya es alguien maduro, que cuenta con una corte de aduladores que atiende al menor de sus deseos y a quienes maneja como quiere. Vladimir pasa a formar parte de esa corte - hasta llegará a tener el cargo de paje de la misma - con tal de estar cerca de Zinaida, que se ha convertido en una diosa para él. Ella es verdaderamente encantadora pero, por desgracia para sus adoradores, es muy consciente de su belleza y del poder que tiene sobre los hombres, por lo que su relación con ellos se transforma en un juego en el que ella siempre impone las reglas. Para el autor, fue su personaje femenino más logrado:

"De todos mis tipos femeninos el que más me satisface es el Zinaida de El primer amor. En ella logré presentar un personaje verdadero, vivo; coqueta por naturaleza pero una coqueta en verdad atrayente."

Como el mismo Tuguénev confesó, la novela se basa en una experiencia de juventud. Lo mejor de todo es que posee un trasfondo escabroso y realmente cruel para el protagonista. La verdad de lo que está sucediendo, algo que el lector ya ve venir desde la mitad de la narración, es devastadora para Vladimir (y el final del relato, uno de los mejores que he leído, lo es para el lector), pero su balance de la experiencia es mucho más paradójico:

"No quisiera que se repitiera, pero me consideraría muy desgraciado si no lo hubiera experimentado nunca."

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