domingo, 26 de junio de 2016

EXPEDIENTE WARREN: EL CASO ENFIELD (2016), DE JAMES WAN. ENTRE REALIDAD Y FICCIÓN.

Respecto al cine, jamás me he definido como amante de un género concreto. Me gusta cualquier películar bien dirigida y poseedora de un guión inteligente, me da igual que sea un western, un drama, una comedia o una historia romántica. Bien es cierto que hay áreas concretas que pueden suscitarme más expectativas que otras como cuando, por ejemplo, se anuncia el estreno de una producción de ciencia ficción - o de superhéroes, para qué nos vamos a engañar - que eté avalada por un director solvente. Digo esto porque, como espectador, me gusta saber diferenciar, cuando contemplo una película, entre realidad y ficción. Es decir, tener la certeza de si lo que estoy viendo está basado más o menos fielmente en hechos reales o es mera invención.

De partida con este Expediente Warren (y con el anterior), tengo ese problema. Las dos partes insisten desde el primer momento en transmitir que lo que vamos a contemplar son estrictas historias reales. Y yo considero que esa es una manera muy burda de engañar al espectador. Está muy bien que se creen historias de terror paranormal en un universo de ficción, pero de ahí a pretender que son una estricta traslación de hechos sucedidos en nuestro mundo, existe un enorme trecho. Bien es cierto que son palabras que pueden crear ambiente, para que la historia resulte más impactantes, pero personalmente creo que esta técnica lo único que hace es elevar a los altares a los Warren, una pareja (estos sí que son reales, aunque mucho menos atractivos que los actores que los interpretan), que iba por el mundo desfaciendo entuertos de carácter demoniaco y vendiendo luego sus actuaciones como victorias de Fe (ellos dicen actuar en nombre de una Iglesia) contra las fuerzas de la oscuridad. Algo más propio de la Edad Media que de nuestros días, si no fuera porque sigue habiendo mucha gente absolutamente crédula.

Lo cierto es que, analizando fríamente los casos resueltos por los Warren, se nos suscitan varias preguntas. Si todo lo que vivieron los Warren es real, ¿cómo es posible que ningún científico haya dado por buenas las cientos de presuntas pruebas que habrán obtenido de sus casos? Y, lo que es más importante: si realmente esta es la forma que tiene el infierno de actuar en la Tierra, ¿por qué se dedican los demonios a atormentar a una pobre familia? ¿qué sentido tiene? ¿no cuentan con medios para realizar maldades más ambiciosas? Un poco absurdo todo. Buen argumento para pasar miedo en el cine, pero pésimo para hacernos creer que esas cosas son reales. 

¿Y cómo es Expediente Warren: El caso Enfield como película? Pues muy parecida a la primera parte, pero sin la capacidad de sorpresa que poseía aquella. Wan parece haberse subido al carro del éxito de la anterior para filmar una película muy rutinaria, bien dirigida, pero sin ningún aspecto original que resalar. El esquema sigue siendo más o menos el mismo: una fotografía oscura, cierta utilización del temor subliminal y los típicos sustos - muy previsibles - en los que se abusa del aumento del volumen de la banda sonora. No es que aburra en ningún momento, puesto que Wan es un director con oficio, pero lo único destacable es la interpretación de Vera Farmiga y Patrick Wilson, que parecen haber tomado la medida de sus reales-ficticios personajes. Si van a verla, que no sea con la idea de que van a contemplar hechos históricos ni nada parecido.

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