viernes, 29 de mayo de 2015

FANTASMAS, APARECIDOS Y MUERTOS SIN DESCANSO (2014), DE M. AGUIRRE, C. DELGADO Y A. GONZÁLEZ RIVAS (ED.). ANTROPOLOGÍA DE LO SOBRENATURAL.

La creencia humana en fantasmas y espíritus se pierde en la noche de los tiempos y ha sido una constante en la historia hasta nuestros días. A pesar de que la sociedad occidental hace tiempo que apostó por el conocimiento científico y el rechazo del pensamiento irracional, todavía sigue siendo muy significativo el número de los que piensan que los muertos pueden visitarnos, aunque las técnicas de comunicación se hayan ido adaptando a los tiempos: oija, psicofonías... Pero la esencia sigue siendo la misma, la negación de la muerte, la creencia de la dualidad entre cuerpo y espíritu. Aún hoy locuaces pseudocientíficos de apariencia respetable (o no) nos aseguran desde youtube que es posible comunicar con los seres queridos mediante procedimientos relativamente sencillos. Seguramente es tan fácil caer en esta creencia porque es una herencia del pasado que está en nuestro ADN. Es interesante constatar que el ser humano, a pesar de su avance tecnológico, sigue siendo el mismo animal asustado e irracional que teme y a la vez se ve atraído por los misterios de la muerte. 

Cualquier experiencia extraña que suframos individualmente, aún pudiendo ser explicada de manera racional, será en muchas ocasiones atribuida al mundo del más allá, reforzando la creencia en lo sobrenatural. En cualquier conversación sobre el tema, siempre habrá alguien que aporte una historia más o menos inquietante. Como escribe el especialista en Mitología de la Universidad de Bristol, Richard Buxton: 

"Los fantasmas proporcionan un campo de investigación maravilloso, ya que no solamente son fascinantes desde un punto de vista intelectual - ofreciendo como hacen la oportunidad de comparar entre culturas y periodos históricos - , sino también por el hecho de que el concepto de fantasma podría tener que ver con personas individuales hoy (...) en relación con experiencias que esas personas hayan podido tener ellas mismas. Esto se debe a que, a pesar de todas las variaciones en las ideas sobre fantasmas, todas ellas surgen de dos aspectos universales de la existencia humana: muerte y memoria."

Una de las más famosas representaciones de fantasmas, que ha hecho fortuna hasta nuestros días, fue la descrita por Plinio el Joven en el siglo I de nuestra era, respondiendo por carta a su amigo Sura, que le preguntaba acerca de la naturaleza de los espectros. El escritor romano cuenta el caso de la típica casa encantada en la que nadie quiere vivir por estar habitada por un fantasma. El filósofo Atenodoro, recién llegado a Atenas, se entera del asunto y decide alquilar la vivienda debido a su bajo precio. Esa misma noche está escribiendo en su habitación cuando se le aparece un espectro silencioso dotado de la iconografía que ha hecho fortuna hasta nuestros días: un anciano de aspecto etéreo vestido con sábanas y cadenas. El fantasma llama la atención del filósofo, que sigue un rato escribiendo hasta que le hace caso. Entonces lleva a Atenodoro a una habitación de la casa y desaparece. Al día siguiente se excava allí y aparecen unos huesos y unas cadenas: cuando se da correcta sepultura al cadáver, el fenómeno deja de suceder.

Tan espectacular relato ha servido de modelo a muchos otros y seguramente procede de una tradición que era ya antigua en los tiempos de Plinio el Joven. Ya Homero había insertado con toda naturalidad a fantasmas de héroes en la Ilíada. Eso no quiere decir que en las distintas leyendas y narraciones de diferentes pueblos y épocas los fantasmas vengan siempre en son de paz. En Europa del Este es frecuente el folklore relacionado con vampiros y muertes vivientes, en ocasiones muy agresivos con los vivos, aunque es más habitual la creencia en el espectro errante - ya sea o no agresivo - porque dejó sin completar asuntos en nuestro mundo. 

Siempre resulta interesante estudiar las creencias en este sentido, porque nos hablan del carácter y las inquietudes de una determinada sociedad. Ha habido casos de estudiosos, como Lafcadio Hearn, que se dedicaron a la recopilación de leyendas, en este caso japonesas. Fantasmas, aparecidos y muertos sin descanso está escrito por los mejores especialistas en Historia, Mitología, Filología y Arte, para ofrecernos un completo panorama del fantasma a través de distintas épocas y ublicaciones geográficas, revelándonos que estas creencias son una constante en distintas civilizaciones y seguirán siéndolo, al menos hasta que el misterio de la muerte no sea resuelto.

jueves, 28 de mayo de 2015

EL AÑO MÁS VIOLENTO (2014), DE J.C. CHANDOR. LA DECENCIA EN TIEMPOS OSCUROS.

A principios de los años ochenta Nueva York era más conocida por sus elevados índices de delincuencia e inseguridad ciudadana que por el atractivo de sus rascacielos. Los setenta habían sido unos años de profunda crisis que casi acabaron derivando en la bancarrota de la ciudad, por lo que el año 1981 será registrado como uno de los más violentos de su historia. El icono más reconocible de Nueva York no era en aquella época el World Trade Center, sino los vagones del metro repletos de grafitis, las zonas industriales abandonadas y el Bronx que en la imaginación de los niños de la época, consumidores de películas de videoclub, se nos aparecía como el lugar más peligroso del mundo. En una entrevista publicada por Newcinema, el director explica por qué ese año fue un hito:

"Es el típico caso de escalada de la violencia. Al poco miré en sitios web las estadísticas de delincuencia, mirando la historia de los datos de criminalidad en la ciudad de Nueva York en los últimos ciento cincuenta años. Los índices de criminalidad mantenían un patrón regular a lo largo de los años 70. Luego, en 1981, hubo un cambio espectacular y se convirtió en el año más violento de la historia. Al año siguiente, las cosas empezaron a mejorar rápidamente. Todo aquello transformó la ciudad y la convirtió en la que conocemos ahora. ¿Dónde se puede caminar en mitad de la noche en bikini y que nadie te moleste? Esa transformación, si rebuscas, se inicia en 1981. Pensé en hacer una película de gánsteres, usando algunos clichés clásicos del género, algo de la emoción de los tiroteos y persecuciones pero sin caer en lo convencional."

En este ambiente se mueve Abel Morales, un empresario dedicado a la distribución de combustible para calefactores, que está a punto de cerrar una compra de terrenos que le otorgará una gran ventaja sobre sus competidores. Al principio, dado el clima moral que le rodea en su actividad cotidiana, sospechamos que Abel tiene algo de mafioso, que ha construido su pequeño imperio económico a base de violencia o extorsión. Pero conforme avanza la historia, nos vamos dando cuenta de que no, de que el protagonista es una rara avis en una sociedad que le invita a cada paso a corromperse, a solucionar los problemas de la manera más expeditiva posible. Morales, como su propio apellido indica, es un ser guiado por una estricta ética personal, un camino espinoso para hacer negocios y prosperar en el Nueva York de 1981, algo que le recuerda de vez en cuando su mujer que, al ser hija de un conocido gangster, pone un permanente foco de sospecha sobre sus actividades. 

Pero no es solo la Fiscalía de la ciudad la que presiona a Abel con permanentes investigaciones, que a su vez consiguen que el banco le corte la línea de crédito necesaria para pagar su última inversión, sino que su flota de camiones recibe permanentes ataques para robar su combustible. ¿Se puede reaccionar con decencia ante estos ataques que pueden significar una ruina inminente? ¿Es lícito, ante circunstancias tan excepcionales, recurrir a la tentación de la violencia? Mientras responde a tales preguntas a través de las acciones de tan excepcional personajes, Chandor nos muestra una sociedad deshumanizada, construida solo de ambiciones que deben ser satisfechas casi de inmediato, que intenta prosperar en un entorno de ruinas desde el que se puede contemplar el prometedor perfil de los rascacielos de Manhattan como un paraíso inalcanzable. 

A tenor de lo visto en Margin Call y en El año más violento, Chandor se está convirtiendo en uno de los grandes directores de la actualidad. Pocos realizadores son capaces de imprimir un ritmo tan pausado y a la vez tan tenso a sus películas, destacando su ejemplar técnica a la hora de rodar persecuciones. Ambas películas están orientadas a hablar de un tema muy interesante: los efectos del capitalismo en personas de caracteres dispares. Los vientos sembrados en El año más violento darían lugar a la gran tempestad desatada en Margin Call.

miércoles, 27 de mayo de 2015

ME VOY A DAR UNA VUELTA (2015), DE CRISTINA PUENTE. EL VIAJE INTERIOR.

Es famosa la aseveración de Paul Bowles, en la que distinguía al turista del viajero: "Mientras el turista se apresura por lo general a regresar a su casa al cabo de algunos meses o semanas, el viajero, que no pertenece más a un lugar que al siguiente, se desplaza con lentitud durante años de un punto a otro de la tierra". En el caso de Cristina el lapso temporal no se mide en años, sino en meses, pero el espíritu de su viaje es el mismo: deambular por el mundo rompiendo radicalmente con su existencia anterior en busca de nuevas experiencias y también, por qué no decirlo, huyendo de una realidad de un país en el que la situación económica seguía haciendo estragos. Además, su situación personal, tal y como narra en las primeras páginas de este cuaderno de bitácora que es Me voy a dar una vuelta, invitaba a un reencuentro consigo misma poniendo tierra de por medio por un tiempo.

Precisamente esa exposición de la intimidad en una primera obra es uno de los aspectos más insólitos y destacables de la misma. A Cristina no le importa hacerlo, puesto que está muy interesada en darnos a conocer las circunstancias y las razones de una ruptura tan radical con la que había sido su vida hasta el momento. Como decía el Fausto de Goethe: "¡dos almas habitan en mi pecho!". A veces nos damos cuenta de que, de pronto, podemos empezar a ser personas distintas, emprender proyectos que solo habíamos elucubrado en nuestras más locas fantasías y, cuando al fin los hacemos realidad, nos sentimos realizados y sentimos que, después de todo, no era tan difícil y que las dificultades de ciertas empresas están más en la mente que en la acción. Pero dejemos que sea la propia autora, en una reciente entrevista publicada en La Opinión de Málaga, la que exprese sus inquietudes iniciales:

"África me llamaba la atención, pero me quitaron las ganas porque era peligroso y caro, así que me fijé en Sudeste asiático. Yo quería conocer un sitio donde la gente se ría. Estaba en el ojo del huracán en una oficina de barrio, hasta donde podía ver cómo la gente se degradaba físicamente porque la crisis le hacía mella. Al final los clientes son amigos, conoces a sus hijos, a sus padres, a sus amigos."

La fuerza de la escritura de Cristina Puente estriba en su falta de pretensiones, lo que le otorga una frescura y una sencillez que la hacen altamente recomendable para cualquier tipo de lector. El hecho de que los capítulos del libro sean una versión depurada del blog que iba escribiendo durante el camino, narrando los hechos casi cuando le van sucediendo, hace de la autora casi una corresponsal de sí misma. Es difícil resumir aquí la variedad de países y de ambientes de tres continentes (Asia, Oceanía y América del Sur) que se visitan, pero sí que existe la constante vocación de aprovechar cada momento para aprender cosas nuevas, disfrutar con la aguda observación de costumbres diferentes, arquitecturas insólitas, parajes naturales de belleza indescriptible o ambientes exóticos:

"Me apasionan los mercados, son para mí una visita obligatoria en cualquier ciudad. El mercado y el cementerio. La vida y la muerte. Es la más genuina representación del pulso de una población, y te desvela casi sin querer un montón de intimidades, costumbres y secretillos de su gente, que de otra forma nunca podrías conocer."

Conocí a Cristina solo hace unos meses, por lo que no puedo decir si el viaje la cambió o no. Lo que sé es que hoy por hoy es una mujer vital, activa y dotada de una sonrisa permanente. El hecho de que haya plasmado las experiencias de su valiente viaje (aunque ella insista en asegurar que no se necesita valor para emprenderlo), realizado en su mayor parte en solitario, debe celebrarse como una excelente decisión, ya que lo que lectores buscamos precisamente, entre otras muchas cosas, es tener noticias de lo insólito, de lo diferente, de lo que está allí, esperando que lo descubramos, pero las circunstancias o nuestros propios miedos nos impiden hacerlo. 

Aún tienen la oportunidad de conocer a Cristina y a su magnífico retrato de una parte del mundo este viernes a las ocho de la tarde, en La Térmica. Y, si no pueden, siempre pueden echarle un vistazo a su blog, lleno de fotos de su viaje:

http://tourplanetario.blogspot.com.es/

martes, 26 de mayo de 2015

AMOR BAJO EL ESPINO BLANCO (2010), DE ZHANG YIMOU. EL AMOR EN LOS TIEMPOS DE LA REVOLUCIÓN CULTURAL.

La llamada Revolución Cultural China trastocó la vida de millones de ciudadanos, sobre todo los pertenecientes a las élites, que debían asistir a humillantes procesos de reeducación para abandonar los viejos usos burgueses y cualquier atisbo de tradición. Fruto de este proceso fue la destrucción de obras de arte, edificios, libros e incluso ataques contra la tumba de Confucio. Muchos estudiantes fueron enviados al campo, para ser influenciados por la pureza de la vida de los campesinos. La joven Jing es una de ellas. Aunque aparentemente se trata de una muchacha sana e integrada en el sistema comunista, en realidad vive bajo la tensión de ser hija de un hombre represaliado por la Revolución. Por una parte quiere creer que el sistema es bondadoso y le dará una oportunidad, pero por otra contempla el sufrimiento de su madre, una mujer consumida por la pena e intuye que el bombardeo de propaganda al que está sometida su vida y la de sus compañeros no es más que la cortina de humo de una realidad siniestra. Para el director de La linterna roja, la historia tenía mucho de autobiográfico:

"Fue una tragedia para la nación, para millones de chinos y para mí personalmente. Me mandaron al campo durante tres años y luego debí trabajar siete años en una fábrica. Mi situación era como la de Jing, incluso peor. La aterradora sensación de ser inferior me ha perseguido desde entonces. Incluso cuando aprobé el examen de ingreso en la Escuela de Cine de Pekín, estaba preocupado por si me rechazaban a causa de mi historial familiar. No se borran ese tipo de recuerdos personales y nacionales. La impresión quedará para siempre. Pero no quise hacer esta película por eso. Quise rodarla porque en la historia original, el amor y la expresión de ese amor me conmovieron. En aquella época, las personas expresaban sus emociones de otra forma, pero realmente las expresiones superaban a la época. Me dije a mí mismo que no debía mostrar las heridas. El dolor está y permanecerá en nuestros corazones, pero debemos mostrar la belleza del ser humano."

En cualquier caso, su misión en la vida es convertirse en profesora, una responsabilidad importante ante el Estado, ya que la autorización para enseñar significa que su pensamiento se considera ortodoxo. Durante la estancia en el campo y la realización de trabajos agotadores voluntarios, no debe cometer ningún error, debe aparecer como la perfecta revolucionaria. Por eso, cuando empieza a sentirse atraída por un joven militar que acampa por la zona, sus planes se vienen abajo. El amor se revela como una fuerza mucho más poderosa que la disciplina de Partido, por lo que pronto asumirá riesgos inconcebibles hasta ese momento para poder ver a Sun, un muchacho vitalista, trabajador y con su propia concepción del mundo. Una prueba de que, contra todo pronóstico, Jing es un ser humano con sentimientos derivados de una larga historia evolutiva, no una tabla rasa programable a su antojo por el Estado.

Amor bajo el espino blanco está narrada al modo clásico de las historias de amores imposibles. Con una preciosa fotografía, Zhang Yimou filma un relato intimista, el de un amor puro e inocente que debe sobrevivir en un ambiente absolutamente hostil, donde el único enamoramiento que debe expresarse en público es el relativo a los textos de Mao. El amor de Sun a Ying se expresa maravillosamente, con pequeñas atenciones que son balsámicas para la dura existencia que se le ha impuesto a la muchacha: solo el amor es capaz de ofrecer un poco de luz a un mundo gris, monótono y asfixiante. El final de la película es muy conmovedor, digno de una obra realizada a base de sensibilidad y buen gusto.

sábado, 23 de mayo de 2015

SURCOS (1951), DE JOSÉ ANTONIO NIEVES CONDE. LA CIUDAD NO ES PARA NOSOTROS.

Una de las películas más fascinantes del cine español es Surcos, un retrato preciso y sódido del Madrid de la Postguerra, que pasó milagrosamente la censura (salvo el recorte de alguna escena aislada) y ha quedado como una de las grandes realizaciones de nuestro cine. Aquí el artículo:

http://asociacioncristobalcuevas.blogspot.com.es/2015/05/surcos-de-jose-antonio-nieves-conde.html

viernes, 22 de mayo de 2015

LA CAPTACIÓN DE LAS MASAS (2005). DE CARME MOLINERO. POLÍTICA SOCIAL Y PROPAGANDA EN EL RÉGIMEN FRANQUISTA.

Una vez acabada la Guerra Civil, los vencedores tuvieron que vérselas con la realidad de un país desolado, repleto de viviendas destruídas y gente hambrienta. La sublevación se había producido en nombre de la madre patria, para salvar a los españoles, pero ahora la mayoría de ellos se veían cercados por el fantasma de la pobreza. Desarrollar una cierta política social no era ya una cuestión de prestigio para los nuevos gestores, sino un asunto de supervivencia, ya que ni siquiera podían esperar ayuda de sus aliados naturales - Italia y Alemania - ya que estos se preparaban para combatir en la inminente Segunda Guerra Mundial.

Aunque de manera brutal, algunos de los dirigentes franquistas ya daban alguna pista en 1940 de los fines, más prácticos que humanitarios, de la integración de todas las clases sociales en un proyecto colectivo de nación. Tal y como decía Serrano Suñer:

"No queremos un Estado sin pueblo; nosotros dirigimos al pueblo, pero queremos llevarle organizado jerárquicamente a su estado nacional; hacerlo partícipe en su destino y en su responsabilidad para que se sienta autor de esta gran tarea pública que tenemos encomendada, y así identificados, él será la defensa más segura contra la codicia de sus enemigos (…). Y el Partido Nacional, que tiene esta misión, no puede ser un partido de clase, es un partido de todas las clases; es al menos una selección de los mejores en la fe común de la Patria, que tiene incluso la tarea ambiciosa, pero necesaria de absorber, de ganar a la gran masa de la zona roja que no se pueda destruir."

Así pues el Estado no olvidaba su tarea de acabar con los enemigos de la España eterna, pero a la vez se daba cuenta de que estos eran tan numerosos que habría que integrar a muchos de ellos en el nuevo orden de cosas. El nuevo régimen se presentaba como una especie de tercera vía (recordemos que todavía está vigente el auge de los fascismos en Europa) entre el capitalismo y el comunismo. Es más: su discurso asegura que pretenden superar al marxismo en lo social, aunque en realidad su legislación y su actuación administrativa se decantase casi siempre por salvaguardar los intereses de los patronos poderosos que, no en vano, eran una de las columnas del régimen.

Sería injusto no decir que, aún dentro del régimen, existían figuras, sobre todo dentro del Falangismo, que querían desarrollar una política social integral, pero la falta de recursos, la corrupción imperante y los intereses económicos de unos pocos eran una oposición formidable, por lo que los avances en este campo siempre eran muy deficientes. La política de vivienda, por ejemplo, no despegó por completo hasta entrados los años cincuenta, por lo que mucha gente debía practicar el chabolismo o vivir en cuevas, sobre todo cuando se desplazaban al extrarradio de las ciudades huyendo del hambre rural.

José Antonio Girón, Ministro de Trabajo en aquellos años de hambre, fue uno de los que intentó acercarse a los trabajadores para venderles el mito de la madre patria que protege a todos sus miembros, aunque la realidad fuera tozuda: los salarios bajaban mientras los precios subían dramáticamente. Se hacía necesario, para comer, acudir a ese mercado del estraperlo que controlaban precisamente algunos de los dirigentes cuya misión se suponía que era proteger al pueblo.  Aunque no pudieran ejercitarse de manera directa, el malestar y las protestas eran continuados y motivo de preocupación constante en el gobierno, no por el sufrimiento generado, sino por la posibilidad de revueltas patrocinadas por organizaciones obreras clandestinas, sobre todo después de la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial.

Es curioso constatar que algunos de los escasos avances de la época se consiguieron a pesar de la oposición de sectores poderosos, como los médicos, que se opusieron frontalmente a la creación de un Seguro Obligatorio por Enfermedad porque "creían que pretendía socializar la medicina y,  por tanto, la profesión (...) iba a sufrir un considerable desprestigio". La marea blanca, al revés.

En realidad todas estas actuaciones se hacían con un único objetivo: la propaganda. Se intentaba así transmitir una imagen aceptable al exterior, a la vez que se aprovechaba para adoctrinar a sus presuntos beneficiarios, haciendo pasar por justicia social lo que no eran más - en la mayoría de las ocasiones - que migajas de caridad presentadas como la política social más avanzada del momento en Europa. Instituciones como Auxilio Social eran más humillantes para sus presuntos beneficiarios que otra cosa. Además la Iglesia Católica veía en ellas una intromisión en sus atribuciones tradicionales de caridad con los pobres.

En resumen, la política social del primer franquismo estuvo marcada más por el voluntarismo que por una verdadera efectividad. La falta de fondos, la voluntad política de no molestar a los sectores económicos más poderosos, la escasez de militantes y voluntarios para llevarlas a cabo y, por qué no decirlo, la percepción de las clases trabajadoras como el enemigo reciente, llevaron a que sus resultados fueran muy pobres, más orientados a la exaltación propagandística del régimen y su cabeza visible que de remediar la desastrosa situación de las clases más desfavorecidas. Habría que esperar a los años sesenta para que las nuevas políticas tecnócratas, la emigración masiva a países europeos y el fin del aislamiento español produjeran algo de alivio.

jueves, 21 de mayo de 2015

LA SAL DE LA TIERRA (2014), DE WIM WENDERS Y JULIANO RIBEIRO SALGADO. EL HOMBRE TRAS LA CÁMARA.

Todavía recuerdo el impacto que me produjeron, hace muchos años ya, las fotografías de la mina de Serra Pelada en El País Semanal. El nombre de su autor me era desconocido por aquel entonces, pero mirando esas imágenes se intuía que Sebastiao Salgado debía ser poseedor de un don sobrenatural para disparar su cámara en el momento justo para que la composición del río humano que era aquella caótica mina reflejara una increible armonía. El instante como obra de arte.

Salgado mira a la cámara y sus palabras transmiten gran serenidad. La serenidad de quien ha comprendido en toda su crudeza la naturaleza humana pero no puede dar por perdido al hombre. Después de visitar zonas de conflicto, asistir a genocidios y conocer situaciones de hambruna bíblica, sabe que es necesario dar testimonio de estos hechos. A diferencia de otros fotógrafos, él no se limita a acudir al lugar, disparar la cámara y volver a casa cuanto antes, sino que intenta convivir en la medida de lo posible con los protagonistas de sus imágenes, para comprender su vida y sus motivaciones. Esta comprensión se va a ver reflejada después en las fotografías. Tal y como explica Wim Wenders en una entrevista publicada en caramelfilms.es:

"Para él fue muy difícil estar detrás de la cámara y para nosotros también porque algunos de los relatos y viajes son muy inquietantes, y algunos realmente terribles. A Sebastião le pareció que estaba volviendo a esos lugares, y para nosotros, todos esos viajes "al corazón de la oscuridad" también fueron abrumadores. A veces teníamos que parar y yo me iba a dar un paseo para distanciarme por un momento de lo que acababa de ver y oír. En lo que se refiere a si sus fotografías son demasiado bellas o estéticas, no estoy nada de acuerdo con esas críticas. Cuando fotografías la pobreza y el sufrimiento tienes que darle cierta dignidad al sujeto y evitar caer en el voyeurismo. No es fácil. Sólo se puede lograr si estableces una buena relación con la gente que está delante de la cámara, y consigues entrar en sus vidas y en su situación. Muy pocos fotógrafos lo consiguen. La mayoría llegan a un sitio, hacen unas cuantas fotos y se largan. Sebastião no trabaja así. Pasa tiempo con la gente a la que fotografía para comprender su situación, vive con ellos, simpatiza con ellos, y comparte sus vidas en la medida de lo posible. Empatiza con ellos. Hace este trabajo para la gente, para darles voz. Las imágenes tomadas sobre la marcha y las fotografías al estilo "documental" no pueden transmitir las mismas cosas. Si encuentras la forma de transmitir una situación de forma convincente, estarás más cerca de un lenguaje que corresponde a lo que estás ilustrando y al sujeto que está delante de ti. Cuanto más te esfuerces en hacer una "buena foto" más nobleza tendrá tu sujeto y más destacará. Creo que Sebastião sabía cómo revestir de dignidad a toda esa gente que se ponía delante de su cámara. ¡Sus fotografías no son sobre él sino sobre toda esa gente!"

En algunas de las secuencias de La Sal de la Tierra Wenders capta a Salgado trabajando. Un maestro de las imágenes capturando el trabajo de otro. Es sorprendente la paciencia infinita de que hace gala el fotógrafo para conseguir la imagen que quiere. Puede pasarse días esperando, como un francotirador pacífico, hasta conseguir su disparo perfecto. Pero este no debió ser el caso en su visita a las minas de Serra Pelada. Sin duda era imposible conseguir un disparo sereno enmedio de ese caos en constante movimiento, subiendo y bajando escaleras que daban al abismo, caminando entre cientos de personas, casi muertos en vida, hechizadas por la posibilidad de encontrar oro. Muy pocos lo consiguen, pero eso no es óbice para que permanezcan allí, jugándose la vida e insistiendo día tras día en su búsqueda, componiendo imágenes que parecen extraídas de los tiempos bíblicos.

La sal de la Tierra es un magnífico acercamiento a la obra de uno de los grandes fotógrafos de todos los tiempos. Si hubiera que ponerle un pero, sería que la implicación absoluta de Salgado y de su hijo en su realización le otorgan una especie de halo de santidad al personaje. Pero en cualquier caso, el documental no es tanto sobre Salgado como de su trabajo. La historia de la renuncia de un economista a una prometedora carrera por el súbito enamoramiento de una cámara de fotos, que derivó en la pasión de toda una vida.

miércoles, 20 de mayo de 2015

DEMIAN (1919), DE HERMAN HESSE. EL ESTIGMA DE CAÍN.

Sinclair es un niño que ha nacido en una familia acomodada. Bajo la sombra del padre, habita en un mundo de luz, organizado en torno al hogar, a la escuela y a la religión. Pero también intuye que existe una realidad alternativa, un mundo sombrío y a la vez atractivo, en el que existen el sexo, el crimen y la perdición. Es el mundo de los sirvientes y el de algunos alumnos de su colegio, como Franz Kromer, que somete a Sinclair a chantaje después de que éste ha querido pavonearse ante sus amigos. Solo la intervención de Max Demian, otro alumno, de misteriosa sabiduría y cualidades casi divinas, salvará al protagonista de su enemigo. Pero ¿quién es en realidad Demián? ¿alguien que sigue un camino de luz o de oscuridad? Lo cierto es que Sinclair no puede evitar verse atraído por la personalidad del joven puesto que "la tranquilidad que emanaba de su persona fue inundándome lentamente". La admiración es recíproca, puesto que Sinclair lleva dentro de sí la simbólica marca de Caín, algo que le diferencia de la mayoría de sus semejantes, siempre teniendo en cuenta que cada hombre es único:

"Pero cada uno de los hombres no es tan sólo él mismo; es también el punto único, particularísimo, importante siempre y singular, en el que se cruzan los fenómenos del Mundo, sólo una vez de aquel modo y nunca más. Así la historia de cada hombre es esencial, eterna y divina, y cada hombre, mientras vive en alguna parte y cumple la voluntad de la Naturaleza, es algo maravilloso y digno de toda atención. En cada uno de los hombres se ha hecho forma el espíritu, en cada uno padece la criatura, en cada uno de ellos es crucificado un redentor."

Recién acabada la Primera Guerra Mundial con una espantosa derrota, la generación de jóvenes que había sufrido en las trincheras acogió con enorme interés esta historia que les hablaba de una existencia alternativa, entre lo espiritual y lo corporal. En realidad el Sinclair del principio es un ser tan desorientado como estos adolescentes burgueses de existencia más o menos apacible que un día fueron instigados a tomar las armas en nombre de la Patria (el bien) y se encontraron inmersos en el más inimaginable de los infiernos. Sinclair está a punto de perderse en más de una ocasión, pero siempre es capaz de reanudar su búsqueda, instigado no solo por Demian, sino por otros personajes como Pistorius, un ser solitario con ideas esotéricas que a veces remiten a postulados jungianos, Beatrice, una joven con la que jamás toma contacto, pero cuya sola visión basta para hacerle tomar conciencia de la idea de pureza o
Knauer, un joven que le hace ver que él mismo puede acabar convertido en maestro de otros.

Una de las particularidades más interesantes de Demian es la invocación de Abraxas, una especie de dios que invocaban las sectas gnósticas y que representaba a la vez al bien y al mal, un dios totalizador que abarcaba dentro de sí a las dos mitades del mundo. En este sentido, Demian rechaza las interpretaciones literales de la Biblia que se transmiten en la escuela oficial y prefiere buscar sus propias explicaciones a distintos episodios, como el de Caín y Abel. Si el mundo no es absolutamente bueno ni absolutamente malo, quizá dios se parezca al mundo. 

Otra de las piedras angulares de la doctrina a la que intentan acercarse los personajes de la novela es la de la importancia del mundo interior, mucho más real que el exterior:

"- Las cosas que vemos - dijo Pistorius con voz apagada - son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos vive tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría."

En el fondo, el mensaje de Demian abunda en el eterno debate entre la visión del mundo de los apocalípticos (una minoría) y los integrados (la gran masa). Herman Hesse, en palabras de Thomas Mann, intenta una conciliación entre lo antiguo (la doctrina tradicional europea) y lo nuevo. Quizá esta novela no sea tan redonda como El lobo estepario, pero sigue siendo una lectura fascinante un siglo después.

martes, 19 de mayo de 2015

MAD MAX, FURIA EN LA CARRETERA (2015), DE GEORGE MILLER. LOS DIABLOS SOBRE RUEDAS.

Uno de mis recuerdos más entrañables que atesoro de los años ochenta son las conversaciones con los amigos acerca de cómo se podría sobrevivir a un ataque nuclear. Todos habíamos visto la mítica El día después y sabiamos que la Tercera Guerra Mundial no sería ninguna broma si llegaba a producirse. Muchos cómics de la época se acercaban al tema, siempre desde el punto de vista tremendista que correspondería a un acontecimiento semejante y revistas como Muy interesante o Algo Nuevo dedicaban muchas de sus portadas a llamativas imágenes de ciudades devastadas y supervivientes arrastrándose por ellas provistos de máscaras antigás.

En este ambiente surgió Mad Max, película mítica para mi generación, de esas que tenías que ver junto a los amigos, para reir a carcajadas, en vez de estremecerte, con las salvajadas que se veían en pantalla. Pero por muy divertido que nos pareciera, sabíamos que en el fondo la historia de Mad Max era trágica: la de unos seres humanos abandonados por los dioses que trataban de sobrevivir en un mundo sin gasolina, sin agua y ultradarwinista. El mismo George Miller, responsable de las tres entregas que se filmaron en los ochenta, ha querido volver a poner su mirada en su personaje, adaptándolo a los nuevos tiempos, lo cual es sinónimo de más espectacularidad, mejores efectos visuales, salvajadas aún más crueles y una fotografía increíble.

Lo más interesante de Mad Max, Furia en la carretera es la recreación de un mundo nuevo, con nuevas reglas y absolutamente alejado de nuestros valores.  El protagonista es un ser errante que bordea la locura y constantemente cae en ella, padeciendo visiones de su hija muerta, a la que previsiblemente no pudo salvar en algún terrible episodio cotidiano de esa realidad. Cuando es capturado por una de las comunidades que han podido sobrevivir a base de salvajismo y matanzas de enemigos, podemos atisbar, dentro de su base, cuales son las condiciones de vida infernales de esa gente, seres poco empáticos que solo mantienen un fuerte instinto de supervivencia que no es incompatible con tendencias suicidas cuando intuyen que van a sacrificarse por su gente y por su dios, el omnipotente Inmortan Joe, poseedor de riquezas inconcebibles: agua, gasolina y cinco jóvenes sanas que podrán darle descendencia.

Paradójicamente, la auténtica protagonista de Mad Max, Furia en la carretera va a ser una mujer, la Furiosa que interpreta Charlize Theron, que lo va a arriesgar todo para rescatar a las jóvenes, quizá una reminiscencia de reivindicación feminista en un mundo que ha barrido cualquier atisbo del pasado. Pero dejemos que sea el propio George Miller el que hable de las motivaciones del personaje:

"Esta película comenzó con una idea muy simple, iba a tratar de una persecución. Decidimos que la razón por la que unos iban a perseguir a otros no sería apoderarse de un objeto, sino de un ser, un cargamento de seres humanos. Las cinco esposas, los únicos seres humanos saludables en este páramo, capaces de dar a luz a un heredero de Inmortan Joe, son el botín. Necesitábamos a un guerrero de la carretera y queríamos que fuese una mujer. (...) La verdad es que no recuerdo que haya existido ningún personaje en el cine como Furiosa."

Advierto que esto no es para todos los públicos y es comprensible que para muchos la propuesta de Miller resulte excesiva y falta de sentido. Hay que ir a ver esta película preparado para recibir una portentosa descarga de adrenalina, pues casi todo el metraje está dedicado a narrar una larga persecución de factura impecable y en la que, en los breves momentos de descanso, jamás cesa la sensación de peligro. El guión es muy simple, apenas hay diálogos, pero lo que vemos en la pantalla es puro lenguaje cinematográfico, puro goce: excesos y salvajismo, sí, pero también una panorámica completa de un mundo estremecedor como pocos. Y todo esto tiene mucho mérito.

lunes, 18 de mayo de 2015

LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA (1971), DE EDUARDO GALEANO. EL CONTINENTE HUMILLADO.

Algunos años después de publicar Las venas abiertas de América Latina, Galeano vuelve a asomarse a su texto y constata que todo lo que escribió sigue vigente y en algunos casos multiplicado, como en Chile, donde Pinochet se había instalado cómodamente en el poder con el apoyo de los Estados Unidos. Y se pregunta a sí mismo para qué escribió el libro y sobre la repercusión que ha tenido entre sus principales destinatarios: los habitantes de Sudámerica:

 "Uno escribe para tratar de responder a las preguntas que le zumban en la cabeza, moscas tenaces que perturban el sueño, y lo que uno escribe puede cobrar sentido colectivo cuando de alguna manera coincide con la necesidad social de respuesta. Escribí Las venas para difundir ideas ajenas y experiencias propias que quizás ayuden un poquito, en su realista medida, a despejar las interrogantes que nos persiguen desde siempre: ¿Es América Latina una región del mundo condenada a la humillación y a la pobreza? ¿Condenada por quién? ¿Culpa de Dios, culpa de la naturaleza? ¿El clima agobiante, las razas inferiores? ¿La religión, las costumbres? ¿No será la desgracia un producto de la historia, hecha por los hombres y que por los hombres puede, por lo tanto, ser deshecha?"

Lo cierto es que, leído hoy día, el libro de Galeano sigue siendo uno de los grandes pilares de las injusticias históricas que los países del Norte, encabezados por Estados Unidos, siguen ejerciendo sobre los del Sur. La conquista de América fue un proceso muy diferente en ambos hemisferios. En el Sur se trató de la explotación brutal de la mano de obra indígena con el fin de saquear los inmensos recursos naturales de esas tierras. El Imperio Español dilapidó esta fortuna en guerras, en lujos de la clase dirigente y en la construcción de templos cada vez más suntuosos. La independencia de estos países solo significó la consolidación del poder de los dueños de la tierra. En el Norte el procedimiento fue distinto, quizá porque la población indígena no era tan numerosa. Los mismos emigrantes fueron los que se pusieron a trabajar en la creación de una tierra próspera que se convertiría en el futuro en el autodenominado faro de la libertad. Pero esta prosperidad acabaría asentándose en la pobreza perpetua de otros muchos.

Porque, una vez que España se replegó del continente fueron otras dos potencias, primero Gran Bretaña y después Estados Unidos, las que empezaron a aprovechar las inmensas posibilidades que ofrecían los flamantes países recién independizados y lo hicieron de una manera mucho más inteligente: practicando un colonialismo económico que les aseguraría unos beneficios mucho más elevados y permanentes en una relación de eterna dependencia. Con unas instituciones internacionales doblegadas a sus intereses y unas multinacionales con hambre insaciable de beneficios, la tarea se emprendió de modo implacable. Los recursos naturales son vendidos a los países del norte a precios irrisorios, o explotados directamente por estas mismas multinacionales y estos países proveen de bienes materiales, esta vez sí, a precios de mercado, con lo que los beneficios son descomunales, ya que la mano de obra en América Latina tiene salarios de hambre. Lo importante es que ni la industria ni la innovación se desarrollen en estos países, ni siquiera el pensamiento independiente. Cuando esto sucede, se organiza un golpe de Estado o incluso una guerra para derrocar al régimen rebelde. Hijos de esta situación fueron la dictadura de Pinochet en Chile, la de Videla en Argentina o, en sentido contrario, la revolución cubana.

Libro de permanente actualidad, Las venas abiertas de América Latina fue de nuevo noticia a nivel mundial cuando el fallecido Hugo Chávez regaló públicamente un ejemplar a Barack Obama. El de Eduardo Galeano es uno de esos ensayos sometidos a permanente controversia. Quizá tienen razón los que postulan que poner toda la responsabilidad de la situación de América Latina sobre los hombros de Estados Unidos es francamente exagerado, pero es indudable que esta nación ha intervenido en múltiples ocasiones en lo que debieran ser asuntos internos de la soberanía de cada país, sobre todo en el contexto de la Guerra Fría, con la excusa de parar los pies a la expansión del enemigo comunista. 

Gran parte de la prosperidad de los países del hemisferio norte se asienta sobre la explotación de un ejército de trabajadores oprimidos. Y hoy en día no sucede solo en América Latina, una región que ha realizado enormes progresos de democratización en los últimos años, pero cuyas enormes desigualdades sociales siguen siendo un cáncer para dicho progreso. Los múltiples ejemplos de injusticias que expone Galeano - algo desordenados, sin ser sistemático, pero expuestos de manera impecable -  nos dan la medida del esfuerzo que queda por realizar para que sean compensados y algún día estos países puedan gozar de una libertad económica en condiciones de igualdad, tal y como postulan (solo en teoría) los defensores del libre mercado. 

sábado, 16 de mayo de 2015

LA SAL DE LA VIDA (2009), DE ANNA GAVALDA. LA GRAN ESCAPADA.

No esperaba encontrar en La sal de la vida una de mis novelas favoritas, pero sí al menos descubrir y saborear las razones por las que Anna Gavalda se ha convertido en una de las narradoras más exitosas de Europa. Me he quedado con las ganas. Aquí el artículo:

http://asociacioncristobalcuevas.blogspot.com.es/2015/05/la-sal-de-la-vida-de-anna-gavalda.html

jueves, 14 de mayo de 2015

CAMINO DE LA CRUZ (2014), DE DIETRICH BRÜGGEMANN. LA ESTACIÓN DE PENITENCIA.

María escucha con atención las palabras del padre Weber, que asegura que ella y los otros jóvenes que están allí sentados son los soldados de Cristo y que su misión es evangelizar a los demás en la verdadera religión, con su ejemplo y sus renuncias cotidianas. El padre Weber utiliza el método socrático, realizando constantes preguntas cuyas respuestas deben ser evidentes para un cristiano que está a punto de recibir el sacramento de la confirmación. Pero cuando María le cuestiona acerca de los niños enfermos, como su propio hermano, el religioso apela a la típica apelación a los designios inexcrutables de Dios. La reunión se produce en la Sociedad de san Pío X, un grupo católico integrista que considera que la iglesia actual ha perdido la esencia de sus tradiciones y pretende volver a los tiempos anteriores al Concilio: misas en latín, comunión directamente en la boca y control estricto de las obras y los pensamientos de los creyentes.

Porque en realidad la Sociedad de san Pío X no es otra cosa que un instrumento de control social que somete a familias enteras a un sistema de vida retrógrado y estricto, cuyas normas son imposibles de cumplir, lo que estimula una continua ansiedad culpable, sobre todo en los más jóvenes, puesto que incluso la música rock o el soul están proscritos como instrumentos de Satanás. No es extraño que María sea vista como un ser extraño ante sus compañeros. Para ellos es un ejemplo, sí, pero no de virtudes, sino de beatitud, en el sentido más peyorativo del término. Y los jóvenes son crueles con quien es diferente...

Recuerdo una vez que me aleccionaron en clase de religión a que no comiera carne los viernes de Cuaresma y lo mal que me sentí cuando tuve que hacerlo, a pesar de mis protestas ante mi madre: me sentía un gran pecador. En mi caso aquello no pasó de una anécdota, pero en el caso de María, presionada por su familia, la sola posibilidad de sentirse atraída por un compañero de la clase de al lado le provoca un gran tormento que desencadena un par de mentiras inocentes que, a los ojos de su severísima madre, constituyen un descarrío intolerable, el primer escalón hacia una perdición cierta. Presionada y confundida, el infierno interior del remordimiento no tarda en desencadenarse para la protagonista, que debe luchar contra los impulsos naturales de cualquier adolescente creyendo que es su alma lo que está en juego.

Camino de la Cruz está estructurada magistralmente en catorce planos secuencia que se corresponden con el típico recorrido de un vía crucis, una metáfora evidente del estado de ánimo de la protagonista, que oscila entre la poderosa tentación de la atracción física y su deseo de renuncia y sacrificio. Brüggemann nos recuerda con su obra las tenebrosas consecuencias que engendra una visión fanática y excluyente de la existencia, sobre todo cuando se organiza a través de una cárcel familiar que anula por completo cualquier atisbo de pensamiento independiente en los hijos. Un director desconocido hasta ahora, pero muy a tener en cuenta.

martes, 12 de mayo de 2015

LOS VENGADORES: LA ERA DE ULTRÓN (2015), DE JOSS WHEDON. MITOLOGÍAS DE NUESTRO TIEMPO.

Todas las épocas necesitan contar con una mitología. Con una serie de héroes y villanos que ayuden a narrar la historia del mundo de forma metafórica. En nuestro tiempo se ha elegido a los superhéroes, unos personajes que ya se parecen poco a los de sus orígenes, allá por los años treinta, cuando Supermán representaba el anhelo de perfección de todo ser humano. Los héroes de los cómics de hoy día son sufridos e imperfectos, capaces de cometer graves errores y están sometidos a la presión de un universo cada día más cruel. Como dice el filósofo Tom V. Morris:

"Los cómics de superhéroes (...) han causado un impacto inconfudible en gran cantidad de culturas. Incluso el observador más despreocupado sabe que son relatos llenos de acción, aventuras, intriga y un trabajo artístico de primera. Pero lo que no se ha comprendido aún con la debida claridad es que merecen una atención intelectual seria, porque nos presentan temas e ideas hondamente filosóficos y lo hacen de un modo fascinante, al tiempo que desarrollan de forma vívida algunas de las cuestiones más importantes e interesantes a las que se enfrentan todos los seres humanos: cuestiones relativas a la ética, a la responsabilidad personal y social, la justicia, la delincuencia y el castigo, el pensamiento y las emociones humanas, la identidad personal, el alma, el concepto de destino, el sentido de nuestras vidas, cómo pensamos sobre la ciencia y la naturaleza, la función de la fe en nuestro turbulento mundo, la importancia de la amistad, el significado verdadero del amor, la naturaleza de la famila, virtudes clásicas como el coraje y otros muchos temas de relevancia."

Quizá las palabras del autor de El arte de vivir estoico puedan resultar algo exageradas, a tenor de que la mayoría de los cómics de superhéroes que se producen son un mero producto de consumo inmediato que recicla mil historias anteriores para justificar malamente el típico combate a puñetazos o a través de cualquier poder. Pero entre toda esta vulgaridad, a veces se encuentran joyas como El retorno del señor de la noche, de Frank Miller, Watchmen, de Alan Moore, Arma X, de Barry Windsor Smith o (a un nivel un poco inferior) la saga Civil War de Mark Millar, en la que quiere basarse la próxima película de Marvel, siguiendo ese meditado plan de ir desarrollando la mitología Marvel bebiendo directamente de la fuente de los cómics, pero mostrando a la vez una personalidad propia, más de nuestro tiempo, tal y como lo hacían las versiones Ultimate de los superhéroes.

Ya el comienzo de Los Vengadores: la era de Ultrón es toda una declaración de intenciones por parte de su director. El asalto a la fortaleza del barón Strucker, uno de los villanos clásicos de Marvel, es lo suficientemente adrenalínico como para conseguir lo que el director se propone: que el espectador se quede pegado al asiento y las dos horas y pico de película se conviertan en pura diversión, con hitos tan magníficos como la pelea entre Hulk e Iron Man o la presentación de un viejo conocido de quienes leíamos estos cómics de jovenes: el androide Visión.

Quizá el mayor problema de la propuesta de Whedon es que, si bien el protagonismo de personajes de tanto peso está bien equilibrado y existe muy buena química entre ellos (destacando quizá el desarrollo de Ojo de Halcón, que fue el gran relegado de la anterior entrega, hasta el punto de que podemos asomarnos a su vida cotidiana), este equilibrio no se mantiene entre las escenas de acción y las que requieren mayor sosiego, decantándose claramente el director por las primeras, lo que lleva a cierta saturación, aunque en cierto modo se trate de una gozosa saturación, que sigue con rigor la línea marcada en la primera parte en cuanto a la manera de filmarlas.

Lo que sí que resulta un poco decepcionante es el tratamiento dado al villano de la función, un Ultrón con una presencia física apabullante, pero cuyos planes son tan confusos y absurdos que lastran un poco el tercio final de una película que en general da lo que promete: un buen espectáculo mitológico de nuestro tiempo. Habrá que esperar al desarrollo de la Guerra Civil, de la que se atisban las primeras chispas, para evaluar el verdadero potencial de Los Vengadores en la gran pantalla.

sábado, 9 de mayo de 2015

LUNA DE CARBÓN (2014), DE CARLOS TORRES MONTAÑÉS. MÁLAGA EN LLAMAS.

Casi todas las urbes guardan episodios históricos espantosos. Pasear por las aceras de la memoria de Málaga implica evocar los meses de Guerra Civil: la ciudad abandonada a su suerte por el Gobierno Republicano, mientras se cerraba lentamente el cerco por tierra mar y aire. La gente huyendo de los pueblos para caer en la trampa del hambre en un lugar aislado que carecía de casi todo, los bombaredeos aéreos, una amarga novedad de las guerras modernas y como gran final, la masacre de la carretera de Almería, capítulo tan infame de nuestra historia que se intentó silenciar por ambas partes.

Ser un malagueño en la primera mitad del siglo XX no debía ser nada fácil. La ciudad, que había experimentado un auge industrial décadas atrás, intentaba recuperarse del esplendor perdido (aunque nunca existieron tiempos esplendorosos para los trabajadores) y se convirtió en un puerto estratégico en la estéril guerra de Marruecos. El protagonista de Luna de carbón, Pepe Fuentes, es uno de tantos soldados reclutados prácticamente a la fuerza y enviados a pelear en un conflicto cuyas causas pocos de ellos conocían. Así pues, su único interés durante esos meses va a ser la supervivencia, mientras se suceden las masacres de españoles, mal entrenados y peor motivados. Su amor por Pilar, una muchacha malagueña, y su amistad con varios compañeros, van ser su principal sostén en tan complicada situación.

La de Pepe Fuentes, es la historia  de una generación de españoles que fue engullida por una serie de acontencimientos históricos incontrolables, que pusieron sus vidas patas arriba, la de la gente sencilla que prefería no entrar en debates políticos y que fue masacrada por un conflicto que no podían entender. Una biografía con muchos puntos en común con la del Arturo Barea de La forja de un rebelde, aunque Pepe no es un intelectual, sino solo alguien que hubiera querido una vida discreta junto a su familia.

La Guerra Civil sorprendió a mucha gente practicando algo que pronto se convertiría en un anhelo impensable: la normalidad de la existencia cotidiana:

"Recuerdo aquellos días como un tiempo extraño, el mundo había enloquecido y el que estaba antes en un sitio, ahora estaba en el contrario. A cada paso te sorprendías con la muerte de alguien o con el poder exagerado que otro había alcanzado desde la nada. El día a día lo cambiaba todo.

Cada nuevo bombardeo traía nuevos muertos, nuevas represalias y nuevos hombres fuertes y poderosos, pero también miles de desarrapados, hambrientos y pordioseros que unos meses atrás habían sido personas normales que sólo querían dar de comer a su familia. Cualquiera podía volver a tu vida en aquellos días, y podía hacerlo convertido en tu peor enemigo, o en tu mejor amigo."

Carlos Torres ha sabido insuflar vida a un personaje inolvidable, sometido a las leyes del destino en una época marcada por el triunfo de los más canallas, que acabaron aplastando el proyecto ilusionante de una República integradora de las clases más humildes en un proyecto progresista. Las heridas cicatrizaron (o eso espero), hace mucho tiempo, pero las lecciones permanecen ahí, para quien quiera aprender de ellas.

martes, 5 de mayo de 2015

THE IMITATION GAME (2014), DE MORTEN TYLDUM. EL ENIGMA TURING.

En 1940, después de la caída de Francia y de la evacuación milagrosa del ejército en Dunquerque, Inglaterra se enfrentaba sola a la aparentemente invencible maquinaria bélica hitleriana. Muchas voces en el gobierno británico abogaban por una rendición honrosa, pero el recién nombrado Primer Ministro, Churchill, no quería oír hablar de pactos con el dictador alemán y el país se disponía a resistir con todos los medios a su alcance, una más que probable invasión marítima.

Mientras sucedían estos hechos, unas pocas personas libraban una guerra oculta, casi tan importante como la de los campos de batalla, en el apartado rincón de Bletchley Park, un grupo de matemáticos y criptógrafos trataban de descifrar la clave de la máquina Enigma, el instrumento por el cual los alemanes cifraban todos sus mensajes. Fue el talento de Alan Turing, en el que Churchill confió personalmente, el que encontró la clave: construir la primera computadora de la historia, destinada a evaluar rápidamente los millones de posibilidades que presentaban los códigos cifrados alemanes. Esta victoria secreta, de la que el público no tuvo noticia hasta finales de los años sesenta, permitió acortar la guerra dos años, entre otras cosas porque la información se utilizó sabiamente, sin que los alemanes se percataran de que sus secretos habían quedado al descubierto. Sin Ultra, los Aliados probablemente hubieran ganado igualmente, pero el coste hubiera sido mucho más alto. 

La película de Tyldum se dedica a glosar la figura de Turing, y tiene mucho de homenaje a una figura que sufrió uno de los destinos más injustos y humillantes: cuando se descubrió que era homosexual, se le impuso la castración química, si no quería pisar la cárcel. El héroe secreto que había prestado tan inmenso servicio a las democracias, se veía fustigado por una ley que parecía más propia del régimen nazi. Las sustancias que se vio obligado a tomar, acabaron con él: su capacidad intelectual se vino abajo y él prefirió el camino del suicidio.

The imitation game está sostenida por la prodigiosa interpretación de Benedict Cumberbatch, que compone un personaje con muchos puntos en común con el Sherlock que tanta fama televisiva le ha otorgado. Su rostro expresa las contradicciones de un hombre apasionado por la ciencia, por el desarrollo del lenguaje de la máquina y a la vez distante de otros seres humanos, aunque con su trabajo salvara a millones. Es triste que a mediados del siglo XX, en un país como Inglaterra, estuvieran vigentes esas leyes inquisitoriales. Esta película contribuye a arrojar luz sobre el personaje y popularizarlo. No en vano, se trata del padre de la informática, de esa ciencia que se ha hecho imprescindible en nuestra vida cotidiana y sin la cual yo no podría difundir este humilde artículo.

domingo, 3 de mayo de 2015

CLUBES DE LECTURA EN MÁLAGA EN MAYO. LIBROS JUNTO AL MAR.

Es curioso que la palabra feria sirva para designar dos eventos que para mí son absolutamente contrapuestos. La feria del libro es una de las fiestas supremas de la cultura, la de agosto es... otra cosa. Desde hace un par de años la feria del libro ha cambiado su ubicación. Los puestos reciben directamente la brisa del mar en esta calurosa primavera que estamos viviendo. La ubicación es ideal para dar un tranquilo paseo observando las novedades literarias o asistiendo a la presentación de una novela de algún autor de nuestra tierra. Además, al fondo del Palmeral de las Sorpresas espera otro lugar mágico: el flamante museo Pompidou, que aún no he tenido el placer de visitar, pero espero hacerlo en breve.

Bien es cierto que, si tuviera que poner un pero a tanta perfección sería el observar que cada año hay menos casetas y que los libros se repiten en prácticamente todas. El ensayo, que es el género que más me gusta comprar en las librerías, brilla por su ausencia, salvo honrosas excepciones. Es decir, la feria está bien para el paseante que no suele visitar librerías, pero para los lectores empedernidos no es más que una reiteración de lo ya sabido, aunque hay ciertas reiteraciones que se experimentan de manera muy agradable. 

Paso a resumir los interesantes clubes de lectura de este mes:

En el club de lectura de Más Libros Libres, uno de los grandes clásicos de la literatura, que fue objeto de una muy personal adaptación cinematográfica por parte de Francis Ford Coppola: El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad.

En el club de ensayo de Más Libros Libres, rendimos homenaje al recientemente fallecido Eduardo Galeano, con el que quizá sea su ensayo más emblemático: Las venas abiertas de América Latina. Se prevé una sesión agitada y polémica, como corresponde a los grandes debates.

En el club de lectura de la Biblioteca Provincial de Málaga, una novela que tengo ganas de leer desde hace mucho tiempo, así como ver su versión cinematográfica: El beso de la mujer araña, de Manuel Puig.

En el club de lectura de la Biblioteca Cristóbal Cuevas, una novela corta de una francesa de gran aceptación en nuestro país: La sal de la vida, de Anna Gavalda.

En el club de lectura del Ateneo de Málaga, todo un clásico de una de las grandes damas de nuestras letras: Los niños tontos, de Ana María Matute.

En el club de lectura de Casa del Libro, una novela sobre choques culturales del hindú-americano Akhil Sharma: Vida de familia.

En el club de lectura de la librería Luces, una novela corta del escritor más emblemático de las letras portuguesas: El banquero anarquista, de Fernando Pessoa.

En los clubes de lectura del Centro Andaluz de las Letras, un interesantisimo cómic Thoreau, la vida sublime, de Maximilien Le Roy, acerca del filósofo americano y la novela Un cuarto de suerte, de Antonio Moreno Nofuentes.

Y no hay que olvidar el ciclo Literatura y cine, con una de las obras maestras del cine español Surcos, de José Antonio Nieves Conde y el ensayo La captación de las masas. Política social y propaganda en el régimen franquista, de Carme Molinero.

Lo dicho: feliz Feria del Libro, felices lecturas y feliz primavera.

ANSIEDAD (2014), DE SCOTT STOSSEL. MIEDO, ESPERANZA Y LA BÚSQUEDA DE LA PAZ INTERIOR.

Se trata de una sensación cotidiana, que nos afecta, en mayor o menor grado, a casi todos. A veces no podemos con el peso del mundo, de las obligaciones, de un futuro incierto que tenemos la capacidad de imaginar tenebroso. Además, no entendemos cuál es el propósito de nuestra existencia, por lo que podemos vernos abrumados por un miedo irracional, pero fundamentado en la experiencia ancestral de un mundo hostil.  No es lo mismo la ansiedad que se experimenta ante un examen, que es buena, porque activa la necesaria energía y tensión para superarlo, que la angustia vital que se convierte en enfermedad (enfermedad del alma, se decía antes). 

Antes que nada hay que aclarar que Ansiedad no se parece en nada a un manual de autoayuda. Tiene mucho de libro autobiográfico, en el que el autor saca a relucir sus propios demonios internos, la historia de una vida marcada por una angustia congénita de la que derivaron un gran número de fobias, siendo la principal de ellas la emetofobia, el miedo a vomitar. La emetofobia ha marcado de tal manera la existencia de Stossel, que prácticamente su vida ha girado alrededor de ella, imaginando constatemente situaciones que podrían derivar en vómito para evitarlas a toda costa, e incluso siguiendo la evolución de ciertas gripes y enfermedades con el fin de prevenir el contagio. Algunas de sus vivencias son ciertamente jocosas, como esos viajes al extranjero en los que la ansiedad le provoca un contínuo deseo de ir al baño, haciendo la vida imposible a sus familiares o ese eruptar sin control cuando tiene que hablar en público. Pero bajo esa capa de experiencia risible, siempre hay un fondo dramático: la del hombre inteligente atrapado por unas limitaciones tan vergonzantes que difícilmente pueden ser comprendidas por los demás. Además, no hay modo de racionalizar este fenómeno, de aprender de él con el fin de controlarlo:

"Cuando sufro un ataque de pánico (...) no veo nada interesante en la experiencia. Intento pensarla de un modo analítico y no puedo: es algo penoso y desagradable, y lo único que quiero es que concluya. Sufrir un ataque de pánico es tan interesante como romperse una pierna o tener un cálculo renal: un dolor que quieres que desaparezca."

En realidad todo se reduce a la herencia biológica que ya observó Darwin a través de su Teoría de la Evolución: la reacción básica ante un peligro, ya sea real o no, es "lucha o huye", el mismo mecanismo que funciona en el resto de mamíferos y gran cantidad de otros animales, aunque a diferencia de éstos, nosotros tenemos la capacidad de predecir e imaginar mil posibles futuros, lo que provoca el pavor y la ansiedad. La medicina ha intentado controlar este fenómeno con todo tipo de compuestos químicos y drogas, a los que Stossel dedica capítulos enteros de su libro, adelantando que ninguno le ha supuesto más que remedios parciales o temporales, pero su ansiedad y sus fobias siguen intactas. Lo mismo ha sucedido con las innumerables terapias que ha seguido. Quizá no funcionen, entre otras cosas, porque la ansiedad forma parte de él mismo, de su herencia genética. En su caso está claro que hay numerosos precedentes en su familia y que él ha transmitido la enfermedad a sus hijos, aunque siempre hay esperanzas de que lo que a él no la ha hecho efecto, sí que funcione con ellos.

Una de las constantes que más agradece el lector de Ansiedad es que el mismo autor es la materia prima de la que se nutre el relato, como si la escritura de este ensayo fuera el intento definitivo de exorcizar sus demonios internos. Así puede expresarse como una autoridad en la materia:

"Para el fóbico social, cualquier tipo de actuación - musical, deportiva, hablar en público - puede resultar terrorífica, porque el fracaso pondrá de manifiesto su debilidad e incapacidad intrínseca. Y ello implica a su vez proyectar constantemente una imagen que uno siente que es falsa: una imagen de seguridad, de competencia, incluso de perfección. (...) Una vez que te has esforzado en perpetuar una imagen pública que le resulta falsa a tu auténtico yo, siempre te sientes en peligro de ser desenmascarado como un farsante. Basta un error, un indicio de ansiedad o debilidad para que toda la fachada de competencia y talento quede en evidencia como lo que es realmente: una máscara artificiosa diseñada para ocultar al ser vulnerable que se agazapa detrás."

Y es que una de las características más llamativas de nuestra época, en contraposición con siglos anteriores es la obsesión por el estatus, nuestro nuevo campo de batalla darwiniano. Si bien hasta hace bien poco, en términos históricos, era casi imposible cambiar el propio destino, sobre todo si se había nacido en una familia pobre, ahora la idea general (y siempre se ponen ejemplos al respecto) es que cualquiera, con trabajo, inteligencia y tesón, puede ascender hasta lo más alto de la escala social. Pero esta es un arma de doble filo, porque, una vez que se llega arriba, no hay ninguna garantía de mantenerse: siempre puede uno caer y a veces por factores que no pueden controlarse, como las crisis económicas. Estas luchas y tensiones contínuas elevan la ansiedad social hasta niveles insoportables.

Finalmente, es bueno saber que el autor ha llegado a una especie de reconciliación, o pacto de convivencia con su enfermedad, incluso llegando a extraer de ella un lado positivo:

"Mi ansiedad puede ser insoportable. Con frecuencia me hace sentir fatal. Pero también es, acaso, un don o, al menos, la otra cara de una moneda que debería pensarme dos veces antes de cambiar. Tal vez mi ansiedad esté ligada al limitado sentido moral que yo pueda atribuirme. Más aún: la misma imaginación ansiosa que a veces me enloquece de inquietud también me capacita para prever con eficacia situaciones imprevistas o consecuencias involuntarias que otros temperamentos menos vigilantes quizá no preveerían. La rápida percepción social ligada a mi pánico escénico también me resulta útil para estudiar con celeridad las situaciones, para manejar personas y reducir la tensión.

Finalmente, en un nivel evolutivo muy primario, mi ansiedad tal vez me ayude a mantenerme vivo. Tengo menos probabilidades que vosotros, los osados y despreocupados (...) de morir en un accidente de un deporte extremo o de provocar una pelea y que me acaben pegando un tiro."