martes, 25 de febrero de 2014

HER (2013), DE SPIKE JONZE. UN REAL ROMANCE VIRTUAL.

Aunque se supone ambientada en un futuro cercano, la sociedad que nos presenta Her es totalmente reconocible para los occidentales de hoy día. Paseando por la ciudad puede observarse a numerosas personas atendiendo obsesivamente su teléfono móvil, como si la auténtica realidad estuviera en la pantalla a la que dirige fijamente su mirada, y no en la calle por la que va circulando. La noticia de un sábado por la tarde sin servicio de whatsapp supone una auténtica tragedia para millones de personas que no pueden informar al mundo de sus banalidades cotidianas y, llueva o haga sol, todo es bueno para ser comentado en twitter. Las redes sociales han traído ventajas, pero también esclavitud y dependencia. Uno de los mejores análisis de este futuro en el que estamos ya inmersos lo encontramos en Sociofobia, del profesor Rendueles, libro de lectura imprescindible para comprender hacia donde caminamos.

A Spike Jonze le ha bastado con dar una pequeña vuelta de tuerca a lo que los próximos años nos van a ofrecer. Está claro que continuará el proceso de aislamiento individual para, paradójicamente, estar conectado con el máximo número de personas. Pero pronto no serán solo personas las que entrarán en esta ecuación. La inteligencia artificial tendrá mucho que decir. Theodore, el protagonista, (un Joaquin Phoenix dando lo mejor de sí mismo, como de costumbre), arrastra un reciente fracaso sentimental. Vive solo y su mundo prácticamente lo ocupan los ordenadores: los del trabajo y los de casa y esto parece ser suficiente para soportar su existencia. Un día decide comprar una aplicación que se presenta como revolucionaria: un sistema operativo dotado de inteligencia artificial, que va conociendo poco a poco los gustos de su dueño y (se supone) que le irá haciendo la vida más fácil. Theodore decide que tenga voz femenina y pronto esta voz se convierte en su principal amiga y confidente. Porque Samantha, como se llama esta inteligencia artificial, que comienza funcionando como una ayuda muy útil para organizar la agenda y los archivos de Theodore (reconozcan que no estaría mal que alguien tirara todo el correo inútil que atesoran en sus cuentas de gmail) termina siendo una presencia imprescindible en su vida, hasta el punto de enamorarse de ella.

¿Se puede uno enamorar de lo que en el fondo no es más que un electrodoméstico? Se puede, a tenor de lo que nos cuenta Jonze. Si la premisa para que triunfen ciertas tecnologías es crear adicción y el amor es la adicción suprema, es lógico que pueda haber personas que se enamoren locamente de una voz que les conoce mejor que ellos mismos, siempre está disponible y es complaciente en cualquier circunstancia. Es como la fantasía oculta de mucha gente, de tener a alguien dedicado por entero a su adoración (en cualquier caso lo que buscan los adictos a twitter y facebook es atención las veinticuatro horas del día) y que se adelante a los propios pensamientos. Una idea retorcida y que algunos podrán estimar absurda, pero que en el mundo de Her está mucho más generalizada de lo que el propio protagonista sospecha. Es el concepto de Love Mark llevado hasta el extremo. Porque - recordemóslo en todo momento mientras vemos la película - Samantha es un producto. Un producto que la empresa que lo comercializa presenta como un milagro que resuelve de un plumazo todos los problemas de esta vida (¿y que empresa no intenta presentar así sus productos?), pero que, como todo lo que proviene del mundo informático, puede quedarse colgado de vez en cuando y pronto - lo que es más grave - ser un producto anticuado.

Her es una especie de fábula que nos advierte que el hombre está perdiendo a pasos agigantados algo que ha poseído a lo largo de la historia: la autenticidad de sus relaciones humanas. La vida produce dolor y desde siempre padecer ciertas desgracias y superarlas ha fortalecido al hombre, ya se logre con ayuda de otros o en solitario. Lo que propondrá la tecnología de aquí a pocos años es la felicidad perpetua, pasando de la realidad de este mundo, si es preciso. ¿Es esto bueno o malo? Tendrá su lado positivo, indudablemente, lo que sucede es que seguramente será un eslabón más de la cadena que poco a poco nos va atando a una dependencia a ciertas multinacionales a las que ya no solo ofreceremos nuestro dinero y nuestra privacidad, sino que terminaremos otorgándoles sin pestañear nuestros pensamientos más íntimos a cambio de una felicidad virtual a la que no querremos renunciar. Sin desmerecer en absoluto a Orwell, Aldous Huxley fue el auténtico profeta de nuestro tiempo. Y Spike Jonze ha sabido verlo perfectamente en una película cuidada en todos sus elementos y que consigue hacernos reflexionar acerca de lo que se nos viene encima, porque, pensándolo bien, lo verdaderamente importante no será nuestro auténtico nivel de felicidad, sino conseguir que los demás crean que somos perfectamente felices.

6 comentarios:

  1. " La vida produce dolor y desde siempre padecer ciertas desgracias y superarlas ha fortalecido al hombre, ya se logre con ayuda de otros o en solitario. Lo que propondrá la tecnología de aquí a pocos años es la felicidad perpetua, pasando de la realidad de este mundo, si es preciso. ¿Es esto bueno o malo? Tendrá su lado positivo, indudablemente, lo que sucede es que seguramente será un eslabón más de la cadena que poco a poco nos va atando a una dependencia a ciertas multinacionales a las que ya no solo ofreceremos nuestro dinero y nuestra privacidad, sino que terminaremos otorgándoles sin pestañear nuestros pensamientos más íntimos a cambio de una felicidad virtual a la que no querremos renunciar. "

    Pues yo digo que la historia de la civilización parece decirnos que todo lo que sea que el individuo profundice en su propia sensibilidad (sea mediante la literatura, la divagación filosófica, las relaciones eróticas cada vez más complejas... o un programa informático psicológicamente hábil) a la larga siempre favorece los comportamientos "prosociales" (ser más altruistas, empáticos y enrollados). Y este tipo de comportamientos a la larga perjudican el filibusterismo empresarial... lo cual a las multinacionales les tiene sin cuidado, pues ellos solo se preocupan por obtener rentabilidad inmediata.

    Hace cien años se decía que "era peligroso darle a los pobres demasiada educación"... pero eso no impidió que mucho burgués ambicioso se forrara vendiendo periódicos, libros baratos y folletones al gran mercado de las clases más bajas... sin pensar que con eso estaba dando "a los pobres demasiada educación".

    Así que, aunque todavía no he visto la peli, me parece que si se trata de hacer experimentar a las personas sentimientos elevados, a la larga siempre será un bien.

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  2. Lo malo es que es mejor experimentar esos sentimientos hacia una persona, no hacia un programa informático con fecha de caducidad. Si bien es cierto todo lo que cuentas de las empresas, olvidas una tendencia de las mismas cada vez más acentuada: la eterna caducidad, cada vez más inmediata de sus productos. Es decir, que todo lo nuevo se queda anticuado cada vez más pronto, lo que interesa es tener la mente siempre dispuesta hacia la novedad, no a profundizar en nada.

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  3. "Si bien es cierto todo lo que cuentas de las empresas, olvidas una tendencia de las mismas cada vez más acentuada: la eterna caducidad, cada vez más inmediata de sus productos. "

    Pero el resultado es el mismo: los productos buscan satisfacer TAMBIÉN las demandas de las "expansiones humanistas". Lo mismo se decía cuando se inventó la televisión: que la gente se iba a volver tonta con las vulgaridades de los productos que impulsaba el mercado. Algo hubo de eso, pero hoy por hoy, y tú, por lo que sé, eres un firme defensor de este punto de vista, algunas de las mejores creaciones artísticas del mundo audiovisual son series de televisión.

    El mercado y sus impulsores carecen de la capacidad (y del interés) para dirigir el "proceso civilizatorio", simplemente medran en él, como el resto de los factores sociales.

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  4. Lo malo es que, como decía McLuhan, el medio es el mensaje. Los productos no son un fin en sí mismo, sino un medio para satisfacer necesidades inmediatas, que pronto deberán ser complementadas con un nuevo producto, pues la novedad de hoy caducará mañana. Es decir, que todo puede ser utilizado en interés del proceso civilizatorio, como bien apuntas, pero el capitalismo triunfante no se basa en eso, sino en el consumo continuo de lo último. El gran icono de nuestra época es Twitter: pequeños textos de 140 caracteres para ser consumidos al instante, puesto que su fecha de caducidad es inmediata. Es imposible concentrarse en nada para quien se zambulle en las redes sociales, puesto que los reclamos son tantos que al final pasan las horas sin haber realizado prácticamente nada de provecho.

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  5. Aprovecho para airear un poco un concepto de la biología evolutiva que es apropiado también para lo social: la EXAPTACIÓN.

    Según la querida wiki: "se conoce como exaptación a aquella estructura de un organismo que evoluciona originalmente como un rasgo que provee adaptación a unas determinadas condiciones o que no es adaptativo (neutro), y una vez que ya está consolidado (generalmente, varios millones de años después) comienza a ser utilizado y perfeccionado en pos de una nueva finalidad, en ocasiones no relacionada en absoluto con su "propósito" original."

    O sea, que en virtud de la exaptación, elementos culturales surgidos por mera conveniencia económica y atontante pueden evolucionar para fines más estimables. Naturalmente, en la evolución puede haber muchos callejones sin salida que no den lugar a ninguna "exaptación". Probablemente Twitter sea uno de esos casos, aunque quién sabe...

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  6. Yo ahora mismo no veo que twitter pueda evolucionar hacia algo excesivamente positivo aunque, como todo, tiene sus utilidades, aunque para mí sigue siendo el reino de lo efímero. Si se utiliza sabiamente, por supuesto que puede ser una aplicación positiva, pero su estructura es mareante, siempre sujeta a la última novedad de los últimos cinco minutos, que deja antiguas enseguida al resto. ¿Cómo elegir entre tanta oferta lo que verdaderamente nos puede interesar? Mejor leer un buen libro.

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