jueves, 20 de febrero de 2014

EL MUSEO DE LOS NÚMEROS (2001), DE DIMITRIS CALOKIRIS. ONTOLOGÍA DE LOS MAPAS.


Aunque muy poco difundido en España, Dimitris Calokiris es un veterano de las letras griegas, ganador por dos veces del Premio Nacional de Narrativa de su país. El museo de los números demuestra que, partiendo de las ricas tradiciones de Grecia y los Balcanes, puede construirse un discurso universal, no solo geográfico, sino también atemporal. Es bueno conocer las frases que le dedica el autor a su propio país, recogidos en Por una Elena:

“Displicente, cabezota, aireada, las más de las veces desagradecida, en sus relaciones celebra sin cesar los aniversarios pasados, generosa a veces e imprevisible, de formación mediana e igual altura, bastante elocuente, sin embargo, quejumbrosa empedernida y crédula, tan maleable, fácil presa de demagogos, aunque no sin esporádicos destellos de tolerancia, asimila continuamente sus errores, despreocupada y celosa al mismo tiempo, valiente y oportunista por supuesto, burlona y coqueta, se alimenta de noticias y evasivas y de cuando en cuando se lanza impetuosa hacia el futuro aunque en el fondo se mece, triste como un jardín. Y a pesar de todo atractiva, con un gran círculo de amantes todavía. Como una explosión de paciencia. Como un castigo de la Historia… Estoy hablando de Grecia.”

El lector que se adentra en los cuentos que conforman El museo de los números penetra en el muy personal universo e Calokiris, un universo que debe muchísimo al estilo de narrar de Borges, repleto de apelaciones eruditas a la literatura y a la historia universales. Hay que leer muy sosegadamente cada una de las narraciones para comprender su verdadero sentido, aunque a veces es inevitable que se nos escape. Calokiris no pretende ser un autor accesible, sino que lo apuesta todo a un estilo propio, de prosa impecable con fondo claroscuro que a veces puede resultar irritante, por el exceso de información erudita - que a veces roza la pedantería - que coloca en cada uno de sus relatos, hasta el punto de que es imposible saber, en el caso de muchas de ellas, si están basada en la realidad histórica o son meras invenciones. Claro que esto también puede ser tomado como parte de un complicado juego literario, en el que Calokiris a veces nos habla directamente, como en este párrafo de Un sistema solar:

"Ahora bien, en este punto se nos plantea la cuestión puramente técnica de si debemos seguir el desarrollo de la historia del perro, del busto, de la planta, de la anciana que aunque vivió como mormona pasó a mejor vida con toda normalidad o, simplemente, combinar todo eso en una comedia de enredo (...)"

En demasiadas ocasiones el autor griego opta por combinar demasiados elementos, como en esos pequeños platos de alta cocina en las que los chefs de moda mezclan sabores de la forma más insólita, en una continua apelación a la originalidad. Pero es que aquí la sombra de Borges es muy alargada y lo que en el escritor argentino era pura maestría, en la que no faltaba ni sobraba nada, en Calorikis a veces es puro exceso. No obstante, eso no invalida absolutamente la propuesta de El museo de los números, si el lector conoce unas reglas de juego en las que las técnicas de realización de los mapas narrativos pretenden ser innovadoras, aun a costa de la comodidad del propio lector.

Me quedo con esta frase, perteneciente a Oscuridad palpable, tan plena de brillantez, que difícilmente la voy a olvidar:

"Son muchos los beligerantes contra las guerras en general, sin embargo, pocos han advertido que una razón adicional por la que sería conveniente que se evitaran las guerras es porque así se inutilizan los mapas. Esto vale para las dos partes enfrentadas, y sabemos de sobra con qué esfuerzo se levanta un mapa, aun siendo en gran parte producto de la imaginación. "Por eso han de abolirse el asfalto, las guerras, las batallas. Lo siento mucho, pero así ha de ser." No descuidemos, pues, a una ciencia a la que debemos, si no otra cosa, al menos el que nos ha enseñado que el centro del mundo no es Belén."

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