viernes, 24 de enero de 2014

LA VELOCIDAD DE LA LUZ (2005), DE JAVIER CERCAS. NADA NUESTRO QUE ESTÁS EN LA NADA.


Leer un nuevo libro de Javier Cercas siempre produce una ilusión especial. La velocidad de la luz fue la novela que Cercas publicó después del enorme éxito de Soldados de Salamina, que hizo de él un escritor enormemente popular, además de prestigioso. Personalmente, quedé deslumbrado hace un par de años con la lectura de Anatomía de un instante, esa lúcida crónica de un momento fundamental de nuestra historia escrita con una prosa precisa que se hacía fascinante por momentos. Así que comencé La velocidad de la luz convencido de que la experiencia iba a merecer la pena. Y en realidad ha sido una pequeña decepción. Quizá la respuesta esté en las palabras al respecto del autor en esta entrevista concedida a José María Brindisi:

"Como digo en el prólogo que escribí para La velocidad de la luz, para un tipo como yo, totalmente desconocido, al que le ocurre algo como lo de Soldados de Salamina, la tentación inmediata es el suicidio. Si no se entiende esto, no se entienden cosas como el silencio de Rulfo o el de Salinger. El problema fue sobre todo el siguiente libro. La velocidad de la luz es un libro que me incomodaba mucho, y ahora nos reconciliamos un poco. Es un libro que escribí para sobrevivir; para mí, lo más importante siempre había sido la literatura, pero nunca imaginé que sería un escritor profesional. Me leían mi madre, alguna de mis hermanas, algún amigo, y se acababa ahí. Me parecía normal, nunca me quejé. Pensé: vas a intentar escribir los mejores libros que puedas escribir, y nada más. Y cuando ocurrió aquello es como si me cayera una especie de tromba encima. Entonces pensé: “Esto no me va a quitar lo mejor que tengo, que es ser escritor, así que voy a escribir como sea”. Y ese libro fue entonces un acto de supervivencia. Y por eso es un libro tan terriblemente agónico, y lleno de culpa increíble… Después de un exitazo, no puedes escribir un libro así, estás loco. Pero te ocurren algunas cosas terribles, entre otras que empiezas a tener enemigos."

Vayamos por partes. Lo primero que hay que decir es que la novela tiene un gran fondo autobiográfico. El protagonista, que narra en primera persona, cuenta su viaje a Urbana, una población estadounidense próxima a Chicago, para hacerse cargo de un puesto como profesor visitante. Allí conoce a un compañero, Rodney, un hombre de apariencia tranquila, pero de alma atormentada. No es para menos: arrastra en su conciencia dos años en Vietnam, uno de ellos como miembro de uno de esos cuerpos especiales que se dedicaban a asesinar impunemente con la excusa de luchar contra el Vietcong. Una de las acciones que describe, la que martiriza a Rodney, está inspirada en la famosa matanza de My Lai, en la que miembros del ejército estadounidense arrasaron un pequeño pueblo vietnamita y violaron y asesinaron impunemente a sus habitantes. Rodney ha sido testigo y protagonista del lado oscuro de la existencia y esta marca, como la marca de Caín, es una mácula imborrable. Puede que aparentemente haya superado aquello y funde una famila y parezca que lleva una vida normal, pero en el fondo le va a ser imposible, como a tantos combatientes que acudieron a aquel conflicto creyendo que su experiencia iba a ser equivalente a la de sus padres en la Segunda Guerra Mundial. Y es que Vietnam ha quedado como el paradigma de la guerra sucia: nadie sabía en el ejército estadounidense si estaban ganando o perdiendo, ya que el enemigo era prácticamente invisible, por lo que se dedicaban a patrullar la selva y bombardear con napalm o agentes químicos objetivos en muchas ocasiones ficticios. Cuando volvían a casa, estos héroes eran recibidos como asesinos. Los soldados que regresaron de Vietnam no protagonizaron ningún desfile patriótico.

Lo peor de la novela de Cercas la continua descompensación entre sus elementos. Lo primero es que tarda muchísimo en arrancar, recreándose en detalles superfluos para la trama y, cuando lo hace, es para contarnos una historia de Vietnam que parece inspirada en una mezcla de las tramas de películas como Platoon o Nacido el cuatro de Julio. No hay profundidad ni novedad alguna en esta parte. Luego la novela intenta transformarse en un canto al nihilismo, comparando la culpabilidad de Rodney con la del protagonista, por haberse quedado disfrutando en una fiesta (también se habla extensamente del éxito como fuente de narcisismo y frustración) y no haber acompañado a casa a su mujer y a su hijo la noche en que murieron en un accidente de tráfico. Resulta difícil establecer puntos de conexión entre ambas situaciones, a fuer de ser ambas muy dramáticas. Cercas intenta hacerlo citando en un par de ocasiones la famosa oración a la nada presente en uno de los cuentos de Hemingway, pero no logra el efecto deseado. En conclusión: desde mi punto de vista La velocidad de la luz es una novela fallida de uno de los mejores novelistas actuales de este país. Intenta sacar a colación una serie de temas muy profundos, pero no logra hilvanarlos en un discurso lo suficientemente coherente como para interesar al lector. Además su prosa no logra ni de lejos la brillantez alcanzada en obras como Anatomía de un instante. En cualquier caso, todo esto no ha disminuido ni un ápice las ganas que tengo de leer su última novela, Las leyes de la frontera.  

1 comentario:

  1. Hombre, yo supongo que Cercas se documentó un poco mejor para escribir para novela, y que no se limitó a ver las pelis "de Vietnam", pero, de todas formas, yo no leería un libro sobre ese tema escrito por un español o por un ruso.

    Que Cercas haya escrito dos libros tan buenos sobre historia contemporánea como "Salamina" y "Anatomía de un instante" y una novela tan mediocre como ésta, me demuestra que es mejor leer ensayo que novela, en términos generales.

    ResponderEliminar