viernes, 30 de noviembre de 2012

DESOBEDIENCIA CIVIL Y OTROS ESCRITOS (1849), DE HENRY DAVID THOREAU. UN TEMA DE NUESTRO TIEMPO


En el magnífico retrato literario que le dedicó, Emerson describía el caracter de Thoreau con las siguientes palabras:

"Permaneció siempre soltero; vivía solo; jamás asistió a la Iglesia; no votó nunca; rehusó pagar impuestos al Estado; no comía carne ni bebía vino; ignoró siempre el uso del tabaco, y aunque era naturalista, no recurrió al lazo ni al fusil. Había decidido, sin duda sabiamente para su temperamento, permanecer soltero, célibe del pensamiento y de la naturaleza. Carecía de aptitudes para adquirir riqueza; sabía ser pobre sin el mínimo gesto de lamentación o inelegancia. Escogió tal género de vida sin mayor esfuerzo, sin preverlo, y concluyó por adaptarse a conciencia."

Henry Thoreau fue una especie de santo laico de su tiempo. Amante de la libertad humana sobre todas las cosas, y ejerció dicho pensamiento sobre sí mismo. Famoso es su retiro a la cabaña Walden, de cuyas experiencias surgió un libro clásico. Precisamente fue durante esta estancia en los bosques cuando escribió su Desobediencia civil, un texto cuya influencia llega hasta nuestros días. Para el pensador norteamericano, el Estado debía estar al servicio de los ciudadanos, no por encima de estos. Su definición de Estado ideal la encontramos al final del ensayo:

"Jamás habrá un Estado realmente libre y culto hasta que no reconozca al individuo como a un poder superior e independiente, del que se deriven su propio poder y autoridad y le trate en consecuencia. Me complazco imaginándome un Estado que por fin sea justo con todos los hombres y trate a cada individuo con el respeto de un amigo."

Tratar al individuo con el respeto de un amigo ¿es esto lo que apreciamos en el comportamiento de los Estados en la actualidad? Cualquier oposición a lo que consideran leyes injustas (desahucios, reformas laborales...) es reprimida con el uso de la fuerza. Además, la participación ciudadana en los comicios, la única ocasión, cada cuatro años, en la que se nos pide opinión, es puesta en entredicho, puesto que el partido en el poder hace todo lo contrario de lo que proponía en su programa electoral, rompiendo así el pacto social establecido. 

Me llama la atención el hecho de que el autor corrió el riesgo de ir a prisión (de hecho pasó una noche en la misma, hasta que pagaron el impuesto por él) por no querer pagar unos impuestos que sufragaban dos de los mayores males fomentados por el gobierno estadounidense de su tiempo: la guerra contra México y, sobre todo, el esclavismo (a John Brown, luchador antiesclavista, le dedicó un hermoso texto). Pero ante todo proponía con su ejemplo una resistencia pasiva y no violenta a las injusticias de los gobernantes, postura que influiría decisivamente en otros grandes hombres posteriores, como Gandhi o Martin Luther King. 

Thoreau es uno de los autores más citados, puesto que su escritura posee un gran sentido moral. Dejo aquí una frase para la reflexión. No sé si será muy conocida, pero a mí me ha parecido  sublime como máxima suprema de un Estado que esté al servicio de sus ciudadanos:

"La ley nunca hará libre a los hombres, son los hombres los que deben hacer libre a la ley".

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