sábado, 28 de julio de 2012

EL BELLO VERANO (1949), DE CESARE PAVESE. EL FINAL DE LA PUBERTAD.


¿Es Cesare Pavese un escritor justamente admirado por sus virtudes literarias o fue su suicidio lo que le ha dado fama imperecedera? Del escritor turinés siempre me ha atraído ese dietario de título perfecto, "El oficio de vivir", pero antes de emprender su lectura quería conocer algo de su obra narrativa, donde también se puede vislumbrar la personalidad de un escritor.


"El bello verano" cuenta la historia de dos muchachas que abandonan la adolescencia y empiezan a relacionarse con hombres. Ginia, la protagonista, carece de figuras paternas a las que tener como referencia y empieza a explorar el mundo adulto, donde nada es lo que parece, con una mezcla de curiosidad y miedo. Aunque Pavese no era muy amigo de las descripciones, a través de las situaciones y los diálogos de los personajes, descubrimos un mundo bohemio y sórdido, como de neorrealismo italiano, un mundo de pintores fracasados y modelos que sirven a los artistas como pretexto sexual más que artístico. La amiga de Ginia, Amelia, sufre sífilis, una de las grandes pestes que ha tenido que sufrir la humanidad. Durante la invasión de Italia, los aliados tuvieron casi más bajas por esta enfermedad que por los combates.


Hay que imaginar a los personajes de esta novela, que transcurre en 1940, en los umbrales de la guerra mundial, que tanta desgracia traería a los italianos. ¿Cuál sería el destino de Guido, el novio-soldado de Ginia? Es probable que cayera cruelmente en los desiertos de Libia o bajo las nieves de Rusia.


Se aprecia en el estilo de Pavese una gran pureza narrativa: una escritura desvinculada de todo lo superfluo, en la que el verdadero protagonista es el narrador, que sólo dice de los personajes estrictamente lo que interesa para hacer avanzar la acción. En el caso de "El bello verano", no existe una gran trama, porque a Pavese lo que le interesa es reflexionar sobre el paso de Ginia de la inocencia a la realidad de un mundo que poco tiene que ver con los cuentos de doncellas y príncipes. A pesar de la pureza inicial de su mirada, de la idealización de su amante, al final Ginia no tiene más remedio que despertar en la realidad, efectuando el inevitable paso de las esperanzas del estío a la crudeza del invierno. 

2 comentarios:

  1. Leí este libro hace mucho tiempo. Sospecho que se encuentra entre las novelas más estimadas de la época, quizá precisamente por la relativa levedad del acercamiento del autor. Algunos somos más dados a lo efectista.

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  2. Realmente la denominación de "levedad" es de lo más acertado en este caso: una escritura pura y suave, sin demasiados rasgos estilísticos.

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