miércoles, 21 de marzo de 2012

SAMPEDRO.


Lo ví salir del salón de actos del Rectorado, apoyándose en sus acompañantes. Delgado, casi consumido, y encorvado. Pero lleno de vida. Era José Luis Sampedro, uno de nuestros grandes escritores, que acababa de hablar unos minutos sobre sí mismo en el acto en el que se le homenajeaba ayer. Se fue mucho antes de que el acto terminara, pero no sin antes dedicar al auditorio una hermosa sonrisa etrusca. Llegará a los cien años, seguro. Como Ayala.

2 comentarios:

  1. Esperemos que llegue con calidad de vida y lucidez.
    Me encantó poder escucharlo, sentir su vitalidad, la dignidad y la honradez.
    No sé porqué esperan tanto para dar un homenaje, pero mejor dárselo cuando aún está vivo y lúcido.

    Abrazos
    (me voy a ver que has escrito en Suit)

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  2. Sí, desde luego que se merecía el homenaje. Pronto tendré que volver a leer algún libro suyo. Quizá "Octubre, octubre".

    Saludos.

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