sábado, 11 de febrero de 2012

LA PAVOROSA REVOLUCIÓN.


La auténtica revolución de hoy es la de los corruptos que consiguen salir libres y logran que se condene al juez que les imputó, la de los gobernantes que alardean ante sus colegas que su reforma laboral le va a costar una huelga general y la de los ministros, que exhiben la agresividad de la misma, rindiendo pleitesía a los mercados. Es la revolución de los aristócratas, que se sienten distintos ante la ley y se indignan cuando se indaga en sus negocios privados, la de los obispos, que condenan a los que quieren ser funcionarios como gentes que quieren parasitar de lo público, mientras se rasgan las vestiduras si el Estado muestra intención de renegociar los acuerdos con el Vaticano. Pero sobre todo es la revolución de los banqueros, que dictan las agendas de los gobiernos, mientras reciben préstamos de los Estados para comprar deuda que esos Estados han generado para prestarles dinero.

4 comentarios:

  1. Ni revolución ni reacción, de lo que se trata es de que caducan las alternativas y nos sigue rigiendo el sistema creado "por defecto". Igual que hace doscientos años, el bienestar de la gente sigue en manos de la economía de mercado, que no apareció por creación de nadie y cuyas cíclicas crisis no puede prever nadie.

    Tal vez hay ya un agotamiento de la política. Y ésta es una lección que sí puede darnos el mercado, porque el capitalismo no surgió por iniciativa política alguna, sino como consecuencia espontánea de una serie de cambios culturales que tenían que ver con la idea de los intereses privados y la libertad para defenderlos.

    En cierto modo, la idea del socialismo fue menos original: se trataba de establecer un poder político en beneficio de todos para controlar los problemas del entorno, lo mismo que cualquier jefatura del neolítico. Ahora los excesos del capitalismo forman parte de esos problemas que hay que controlar mediante el poder político (en la medida de lo posible, democrático), pero lo que puede erradicarlo sólo sería un cambio cultural que afectara a nuestra idea íntima de las relaciones humanas, que es de dónde surgieron tanto el capitalismo como el poder político que intenta moderarlo.

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  2. Muy bueno, Francisco, el comentario es casi un artículo en sí mismo. Mi alternativa es acercarnos lo más posible al modelo social escandinavo, pero claro, el cambio de mentalidad que tendría que darse en España para acabar con corrupciones públicas y privadas sería brutal.

    Saludos.

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    1. Al menos, se gana algo al determinar cuál es el problema, y especialmente en España: la corrupción.

      Todos los sistemas pueden funcionar, pero no cuando se corrompen fácilmente.

      Así, cuando se pregunta a un político cuál es el problema principal de la sociedad, no debe decir "el desempleo" o "la falta de iniciativa empresarial" o "la educación". No, debe decir siempre: "la corrupción".

      Pero nunca lo dicen. A lo más, dicen que sus rivales son más corruptos que ellos...

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  3. Hoy se habla del discurso de Cospedal en el Congreso del PP, donde lógicamente, la gran ausente ha sido la corrupción... Como si no fuera con ellos.

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